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domingo, 19 de enero de 2014

Tres niños congelados del Incario son el centro de la admiración mundial

VÍCTOR ALVARADO
Fueron hallados en 1999, en excelente estado de conservación, como si estuvieran durmiendo, a 6,739 msnm, en la cumbre del nevado llullaillaco, en salta (Argentina).

Tres cuerpos de niños quechuas del período del Incario, descubiertos congelados en 1999 en la cumbre del volcán argentino Llullaillaco, a 6,739 metros son el nivel del mar, con indicios de haber sido ofrendados en sacrificio hace más de 500 años, en el marco de la ceremonia incaica conocida como Capac Cocha o Capac Hucha, son objeto de la admiración del mundo en las vitrinas de exhibición del Museo de Arqueología de Alta Montaña de la provincia argentina de Salta. Entre los autores del hallazgo estuvo el arqueólogo de montaña Johan Reinhardt, quién cuatro años antes, en 1995, acompañado del andinista arequipeño Miguel Zárate, descubrió en la cumbre del nevado Ampato, en las alturas de Arequipa, el primer cuerpo congelado de una niña del período del Incario, vestida y con ajuar de cerámicos y miniaturas de piedra y metálicas, bautizada como la Dama de Ampato, aunque también es conocida también como la "Momia Juanita", en homenaje a su descubridor Johan o Juan Reinhardt.
Reinhardt, estimulado por noticias de otras tumbas andinas similares, se trasladó a la provincia de Salta, en el pasado un confín del Tahuantinsuyo, y donde hasta la fecha hay poblaciones de habla quechua, para explorar nuevos yacimientos arqueológicos en las cumbres de los nevados de la región.
PROEZA DE REINHARDT
El hallazgo efectuado por Reinhardt en las alturas del nevado Llullaillaco estaba conformado por un niño de siete años bautizado como "El Niño", una niña de seis años nombrada como "La niña del rayo", con evidencias de haber sido alcanzada por un rayo, y una adolescente de 15 años conocida como "La doncella", todos en excelente estado de conservación, sin ninguna señal de haber sido ultimadas por algún objeto punzo cortante o punzo contundente.
La expedición había sido financiada por el Consejo de Expediciones de la National Geographic- NG, bajo la co-dirección de Reinhardt y la arqueóloga argentina Constanza Ceruti, con la participación de montañistas y arqueólogos argentinos y peruanos, entre los que se contaban el arqueólogo salteño Christian Vitry, los andinistas también salteños Alejandro Lewis, Mario Lazarovich, Adriana Escobar y Antonio Mercado; los peruanos Ruddy Perea, Orlando Jaén, Jimmy Bouroncle, Arcadio Mamami, Edgar Mamani e Ignacio Mamami, y el fotógrafo de la NG, Gordon Wiltsie, con la colaboración de personal y vehículos del Ejército Argentino.
Los descubridores al excavar y llegar hasta sus cuerpos, recibieron la impactante impresión de encontrarse frente a una grupo de niños que dormían, porque se hallaban en perfecto estado de conservación, pues mantenían intactos la fisonomía de sus rostros y estructura de sus cuerpos.
ASÍ FUE EL HALLAZGO
Los infantes vestían atuendos típicos del incario, confeccionados con fibras de auquénidos, lo que permitió a los investigadores tener una visión directa del modus vivendis de los niños y doncellas del incario.
Los ajuares que guardaban los tres cuerpos estaban compuestos por 46 objetos, calificados de verdaderas obras de arte, entre ellos miniaturas antropomorfas y de animales, de oro, plata y los famosos keros incas de madera, así como utensilios y alimentos.
El 15 de marzo de 1999 al comenzar las excavaciones emergieron a la superficie tres figurillas de llamas, dos de concha marina y una de plata, lo que advirtió a los expedicionarios que se encontraban en el lugar de las ofrendas humanas.
El 17 de marzo, al proseguir las excavaciones hallaron el cuerpo de «El Niño» y seguidamente, ese mismo día, unos metros más al norte, el salteño Mercado y el peruano Perea hallaron a «La Doncella»; y dos días después, el grupo encontró el tercer cuerpo de «La Niña del Rayo».
Los cuerpos congelados fueron llevados a la Universidad Católica de Salta, cuyo rector Colombo Murúa, amigo de Reinhardt y su cómplice de aventuras intelectuales, dispuso de tres salas para el trabajo de laboratorio y de almacenamiento, y varios congeladores disponibles, donde permanecieron hasta 2004, fecha en que fueron trasladados al Museo de Arqueología de Alta Montaña- MAAM de Salta, construido especialmente para sus exhibiciones, donde a la fecha son objeto de la admiración mundial.

“Juanita” tenía entre 13 y
14 años al ser sacrificada
La"Momia Juanita", descubierta en 1995 por Reinhardt, al igual que los niños hallados en Salta, pertenece a la cultura Inca y habría sido ofrendada en sacrificio en el ritual del Cápac Cocha, posiblemente durante el reinado del Sapa (traducción: El Único) Inca Pachacútec Inca Yupanqui.
A diferencia de los niños salteños registra una lesión en el cráneo lo que significaría que fue ultimada de un golpe antes de ser expuesta al congelamiento.
Su cuerpo, envuelto en atuendo inca, fue hallado por Reinhard y el andinista Miguel Zárate, en el fondo de la hondonada del cráter del nevado Ampato, que es un volcán apagado, rodeada de un ajuar compuesto por illas (miniaturas de piedra de jabón o alumbre o pómez usadas como talismanes), estatuillas de oro y de spondyllus, y varios tipos de plantas.
"Juanita" fue objeto de una autopsia virtual mediante tomografía y rayos X tridimensionales en los laboratorios de la John Hopkins Hospital de Baltimore, (Maryland, Estados Unidos). Los científicos concluyeron que tenía una estatura de 1.58 metros, había sido esbelta y bella y su muerte se habría producido entre los 14 o 14 años de edad, a causa de un certero golpe en el cráneo hecho, probablemente con una "macana" cuando ella estaba en posición de arrodillada.
Entre mayo y junio de 1996, fue exhibida en la sede del National Geographic Society, en Washington, y desde este año se exhibe en una urna especialmente climatizada de la Universidad Católica de Santa María de Arequipa.

Sacrificados en ceremonia del
Cápac Cocha o Cápac Hucha
Los historiadores argentinos y peruanos han determinado que los niños fueron ofrendados en sacrificio en el marco de la ceremonia inca llamada "Cápac Cocha" o "Cápac Hucha", entre los años de 1480, fecha de expansión del Tahuantinsuyo al noroeste argentino, al 1532, en que el Incario sufrió la invasión militar española.
La ofrenda habría sido hecha, a juicio de los investigadores, para protegerlos de las muertes masivas traídas por los españoles y pedir a los dioses que los preservaran y despertaran algún día, por obra divina, con vida.
Katia Gibaja, del Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM), remitiéndose a Guamán Poma de Ayala, advierte que la palabra "capacocha" deriva de "qhapaq" = fuerza, riqueza, poder; y "qhocha" = agua en sus diferentes estados. "Por consiguiente, dice, es el poder del agua para la vida", de lo cual se desprende que la ceremonia está más relacionada con la preservación de la vida que con la consumación de un sacrificio. El más grande lingüista quechua, el peruanista francés, de origen australiano, Gerald Taylor, ha explicado por su parte que "hucha" significa deber, deuda, obligación, cuyo incumplimiento cobra el sentido de «falta», de lo cual «el Capac Hucha corresponde a la realización de una obligación ritual de máxima importancia y esplendor. 

Fuente: La razón.pe

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