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domingo, 15 de marzo de 2015

Las dudas sobre la leyenda negra de Pizarro, conquistador de Perú

A finales del siglo XV, la recién unificada España descubrió en el Océano Atlántico territorios hasta entonces ocultos, bajo la dirección del genovés Cristóbal Colón, a los que conquistó y anexionó en esa centuria y en la siguiente. Aquellos desconocidos territorios constituían un enorme y rico continente por lo que el pequeño reino peninsular, conforme los fue anexionando y convirtiendo en sus provincias de Ultramar, aumentó la extensión territorial, de forma espectacular, a la vez que obtenía inmensas riquezas y tales factores, unidos al comercio prontamente establecido con ellos, propiciaron que se transformara en una gran potencia colonial.

Este inusitado auge de la metrópoli provocó la rivalidad de los monarcas ingleses, franceses y holandeses, especialmente el comercio que desarrolló con las lejanas provincias por considerar que arruinaba sus propios intereses. Fruto de esa rivalidad y tomando como base la autocrítica realizada por el dominico Bartolomé de las Casas, en su Brevísima relación de la destrucción de las Indias, junto con el posterior informe secreto de los científicos Jorge Juan y Antonio de Ulloa enviado a Felipe V, surgió una negativa y moralizadora propaganda contra España de la que brotó la denominada leyenda negra, la cual fue acompañada de agresiones oficiales y extraoficiales, según evidencian los numerosos ataques efectuados por marinos y piratas europeos a las ciudades americanas, sedes del potente comercio establecido, durante los siglos XVII y XVIII. 

Conquistadores vilipendiados

Francisco de Pizarra
En esta leyenda negra se ponía, y se sigue poniendo de manifiesto, el fulminante y sistemático aniquilamiento de los aborígenes debido a la codicia de los conquistadores, sin tener en cuenta la encrucijada cultural que supuso el encuentro de las culturas precolombinas con la del Renacimiento y la mentalidad expansivo-religiosa de la época, muy difícil de entender en nuestros días.

Como es lógico suponer, la leyenda negra se centró fundamentalmente en las conquistas de México y Perú, los dos lugares donde se hallaron los más ricos e importantes focos culturales del Nuevo Mundo, por lo que consecuentemente los capitanes que las dirigieron, Hernán Cortés y Francisco Pizarro, han sido vilipendiados con el transcurso de los siglos.

De ahí que su imagen, incluso en la actualidad, siga inmersa en esa leyenda que rodea los hechos realizados por los españoles y provoquen un constante rechazo en el continente americano, en Europa y en gran parte de la misma población hispana. Pizarro ha sido tildado de genocida en las cerca de 140 biografías que hasta ahora se han escrito sobre él, a excepción de las de Raúl Porras Barrenechea, José Antonio del Busto, Manuel Ballesteros Gaibrois y Guillermo Lhomann Villena, un calificativo también aplicado por supuestos historiadores recientemente surgidos, basándose en que ejecutó a Atahualpa después de entregar un gran tesoro a cambio de su vida y a su socio Diego de Almagro; que exterminó a los indígenas y destruyó el gran imperio del Tahuantinsuyo. 

'Crónicas de Indias': un relato distinto

En la mayoría de la historiografía Francisco Pizarro aparece como un oscuro y brutal personaje. Sin embargo, en las llamadas Crónicas de Indias surge un hombre muy distinto al prototipo de conquistador estereotipado con que regularmente se le ha presentado, aunque no exento de sombras.

La trayectoria vital del hombre clave del descubrimiento y conquista de Perú -uno de los acontecimientos transcendentales acaecidos en la historia- se muestra alejado de la tradicional visión de barbarie. Es un perfil largo, muy complejo, distorsionado en muchos aspectos, ya que la mayor parte de sus biógrafos sólo habían tenido en cuenta los hechos negativos sucedidos, obviando los positivos, al tiempo que eludían el relato del tenaz y valiente militar que, apenas sin medios materiales y en durísima lucha contra la árida naturaleza andina, consiguió llegar hasta los confines del continente sudamericano con sólo un puñado de hombres. Un aspecto que se abría camino durante la investigación y estudio de los escritos emanados de algunos participantes en la empresa descubridora y conquistadora.

Documentos discriminados

Indagando, más allá de las Crónicas de Indias y de los escritos generados en la etapa de la conquista, existe una valiosa fuente documental: Francisco Pizarro. Testimonio, la cual, aunque ha sido publicada por Guillermo Lhomann Villena en 1986, todavía parece ser un tanto desconocida para los historiadores modernos, tal vez porque no ha interesado poner de manifiesto cartas, documentos oficiales y otros escritos, dictados por el conquistador a su último secretario, en los que, mediante su voz, se refleja la labor que ejerció de estadista legislador, de gobernante creador de ciudades, más la sensibilidad que tuvo hacía los nativos y hacia sus tradicionales formas de vida andinas.

Y, junto a esas connotaciones, la revisión de estos documentos permite escuchar las explicaciones del militar cargado de problemas económicos para poder sostener su ejército, para hacer frente a los ataques de los aborígenes, para efectuar fundaciones de ciudades. Los problemas de un jefe situado en medio de constantes intrigas y revueltas de soldados, de subordinados y hasta de amigos. También las quejas de un hombre incomprendido por su rey, a pesar de las grandes cantidades de metales preciosos enviados a la corte con los que se propició un incipiente sistema capitalista, y asimismo percibir a un profundo cristiano temeroso de que su alma fuera al infierno.


Pero a la vez permiten encontrar a un hombre intrépido, duro y enérgico que no dudó en apresar a su superior Vasco Núñez de Balboa, en castigar a un compañero de la isla del Gallo y en ordenar ejecuciones cuando lo consideró necesario, como las de los caciques de Chira, la del Inca Atahualpa, la de su socio Almagro, la de la princesa Azarpay y la de la esposa de Manco Inca.

Fuente: elmundo.es

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