Lo que sucedió el 24 de mayo fue que el Cabildo de Buenos Aires intentó formar una junta de gobierno presidida por el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, a pesar de que el Cabildo Abierto del 22 de mayo había votado mayoritariamente por la destitución del virrey.
Esta decisión provocó un fuerte descontento entre los patriotas y las milicias criollas, liderados por figuras como Cornelio Saavedra y Juan José Castelli. Ante la presión popular y la amenaza de las milicias, Saavedra y Castelli, quienes habían sido nombrados en esa junta provisional junto con Cisneros, renunciaron a sus cargos.
Tomás Guido en sus memorias nos dice: «En estas circunstancias el señor Don Manuel Belgrano, mayor del regimiento de Patricios, que vestido de uniforme escuchaba la discusión en la sala contigua, reclinado en un sofá, casi postrado por largas vigilias observando la indecisión de sus amigos, púsose de pie súbitamente y a paso acelerado y con el rostro encendido por el fuego de sangre generosa entró al comedor de la casa del señor Rodríguez Peña y lanzando una mirada en derredor de sí, y poniendo la mano derecha sobre la cruz de su espada dijo: "Juro a la patria y a mis compañeros, que si a las tres de la tarde del día inmediato el virrey no hubiese renunciado, a fe de caballero, yo le derribaré con mis armas".»
Una delegación encabezada por Castelli y Saavedra se presentó en la casa de Cisneros y logró su renuncia.
Recuerda Cisneros: «En aquella misma noche, al celebrarse la primera sesión o acta del Gobierno, se me informó por alguno de los vocales que alguna parte del pueblo no estaba satisfecho con que yo obtuviese el mando de las armas, que pedía mi absoluta separación y que todavía permanecía en el peligro de conmoción, como que en el cuartel de Patricios gritaban descaradamente algunos oficiales y paisanos, y esto era lo que llamaban pueblo, (…) “….convine con todos los vocales en renunciar los empleos y que el cabildo proveyese de gobierno.»

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