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jueves, 2 de junio de 2022

Un pasatiempo apasionante: armó su árbol genealógico y lo que halló superó lo imaginable

Desde reconstruir una rama completa de la familia materna perdida en la guerra a descubrir un parentesco con Kafka.

¿Por qué una persona joven y con un montón de actividades pasaría tiempo buscando sus ancestros? Vera Levinas no tiene una respuesta clara por ahora pero hace tiempo viene armando el árbol genealógico familiar y sus hallazgos los comparte por twitter.


“Desde muy chica me interesaban estas cosas del pasado; mi abuelo me decía ‘Lituania ya no existe’ refiriéndose a que su país, en 1940, había quedado bajo control de la Unión Soviética, y con mis 7 años yo me lo tomaba literal: ¡me imaginaba un cráter en la tierra! Todas esas pocas historias que lograba que me contaran mis abuelos de su vida anterior me despertaban mucho interés”, cuenta Vera.


Quizá por eso se entusiasmó cuando en 2007, le llegó una invitación para sumarse a la red social Geni, donde su tío Daniel, hermano de su papá Gabriel Levinas, el conocido escritor y periodista argentino, había comenzado a armar el árbol genealógico familiar.


“Por parte de los Levinas, la familia de mi papá, la plataforma ya tenía bastante información. De hecho, nos conocemos todos.”, cuenta Vera. “Mi bisabuelo y sus hermanas emigraron de Lituania, llegaron a la Argentina antes de la guerra y acá se mantuvieron siempre unidos, hasta el día de hoy”, cuenta la mujer, que se emociona cada vez que encuentra alguna coincidencia.


Como la alegría de leer, en el chat familiar, una frase que reedita la misma ilusión de la infancia en el juego de las escondidas. “¡Nos encontraron!”, escribió el tío Salo, para introducir la novedad. Desde Canadá, donde no se imaginaban que podían tener parientes, acababa de escribirle Aileen, para preguntarle si él también era nieto de Baruch Gersztenzang. Y así fue cómo hallaron a la prima más reciente, quien aportó una foto inolvidable.

“Mi abuela no nos contó sobre ellas”

“Baruch, el hermano de Salomón, tuvo un hijo que se llama Shmuel, que nació en Varsovia en 1908 y tuvo cuatro hermanas y dos hermanos. Nos contacta Aileen desde Canadá y nos cuenta que Dora -me manda la foto de la boda de Dora- vino a la Argentina y me pregunta si la conocí, pero mi abuela no nos contó nunca sobre ellas. Y lo curioso es que la mujer del retrato que está en la pared detrás de todos los que posan en la foto de la boda es idéntica a mi abuela. ¿Qué habrán querido mostrar en esa foto? ¿Quién es esa mujer? Todo eso a mí me apasiona, me impacta muchísimo ver los parecidos entre las generaciones”, relata Vera.


Según pudo reconstruir a partir del diálogo iniciado con la nueva pariente canadiense, Dora tenía una hermana que se llama Saba, que se fue a Brasil. Aileen de chica estuvo en contacto con Dora y con Saba, viajó a Buenos Aires y a Brasil. “Pero nosotros no las conocíamos. Shmuel emigró a Canadá y cambió el apellido a Gerson y treinta y cinco años después se reencuentra con Saba”, agrega.


Lo que todavía tiene pendiente es encontrar los rastros de la otra parte de sus orígenes. “Todavía me quedaba una gran incógnita acerca de la familia de mi mamá. Ella nunca habla de sus orígenes y en mi infancia nunca tuvimos mucha relación con nadie de su lado”, cuenta Vera. Entonces asumió la tarea de armar ese árbol, explorar a esa parte de la familia de la que no sabía demasiado. “Yo sabía que mi bisabuela Etla Sandhaus tenía un hermano que vivía en Bruselas. Estuvieron en contacto siempre por cartas. Pero no sabía el nombre. Yo agregué a mi bisbuela al árbol en Geni y unos años después se contactó por mail una prima de cuarta generación; ella creía que el papá de Etla y su mamá eran hermanos. Efectivamente, lo eran. Ella tenía mucha información de los hermanos de mis bisabuelos Etla y Chaim Sandhaus, que se casaron siendo primos hermanos. Entonces me puse en contacto con los descendientes de Moshe Aron, el hermano de mi bisabuelo Chaim, que vivieron en Argentina. Mi mamá también se emociona mucho cuando vamos sumando gente al àrbol. Todo el tiempo que encuentro novedades se las comento y si se acuerda da algo, aunque parezca insignificante, lo sumo y lo anoto”, define.


La plataforma Geni, que hospeda los datos utilizados y compartidos por los apasionados de la genealogía, funciona a base de algoritmos que se alimentan de los datos de todos los usuarios y esos datos permiten hallar coincidencias que, muchas veces, resultan emocionantes. Vera halló vínculos lejanos con Franz Kafka y con Isaac Bashevis Singer, dos escritores prodigiosos, este último, premio Nobel de Literatura, lo que no deja de ser emocionante pese a saber que solo se trata de un juego. “El vínculo es político y en verdad no somos familiares, pero es divertido encontrar cosas como estas, al menos para tuitearlo”, se ríe Vera.


Con los años, lo que comenzó como un pasatiempo se fue convirtiendo en un hábito más de su rutina digital. Así como muchas personas entran a Twitter, Facebook e Instagram para saber en qué andan sus contactos, ella consulta Geni, para mantenerse informada de la evolución de su árbol familiar.


Por qué narrar la historia familiar es un pasatiempo fascinante


La genealogía es una actividad fascinante. A diario crece el número de adeptos a este hobby que para muchos se convierte en una pasión. El tema, incluso despertó el interés de un grupo de investigadores de Estados Unidos que en 2018 dio a conocer el árbol genealógico “mas grande del mundo”, con 13 millones de personas, que lograron al cruzar perfiles familiares online interconectados, lo que reveló 500 años de la historia de América del Norte y Europa, según informó la revista Science. La investigación fue coordinada por Yaniv Erlich, científico informático de la Universidad de Columbia, en Nueva York, que trabaja para la sociedad MyHeritage, propietaria de la plataforma Geni.


La genealogía es uno de los pasatiempos de más rápido crecimiento en el mundo occidental, el segundo hoby más popular en Estados Unidos, después de la jardinería, y la segunda categoría de sitios web más visitados, después de la pornografía. Es una industria de miles de millones de dólares que generó programas de televisión, centenas de libros y, con la llegada de los kits de pruebas genéticas de venta libre, promueve la industria en expansión de las pruebas de ascendencia por ADN.


La búsqueda de los ancestros familiares es una costumbre que crece de la mano de la conectividad, los algoritmos, la inteligencia artificial que permite cruzar miles de millones de datos archivados en cientos de miles de bases de datos online, a lo largo del tiempo, al instante y en las geografías más distantes.


Gracias a la tecnología hoy se puede rastrear hacia atrás todas las generaciones que uno se imagine, en tanto que los árboles genealógicos que confeccionábamos en la escuela o que algún miembro de la familia se tomaba el tiempo de registrar, rara vez llegaban más atrás de la tercera o cuarta generación.


Ahora conocer el propio linaje ya no es solo cosas de reyes.


Algunas pistas para empezar

Lo que sugiere Vera para comenzar a hacer la historia familiar:


  • Abrir una cuenta en alguna plataforma de genealogía online, por ejemplo Geni.com o Ancestry.mx
  • Compartir la información con otros familiares que estén haciendo árboles o que sepan de la historia familiar.
  • Siempre me fijo en la web del Centro de Estudios Migratorios Latinoamericanos (CEMLA) para encontrar posibles inmigrantes que tengan los apellidos de mis abuelos. Ahí está la base de datos de los barcos que entraron a Buenos Aires y sus pasajeros.
  • Como mi familia es judía me fijo los entierros en la base de datos de AMIA.
  • Los orígenes polacos de parte de mi familia los rastreo en jri-poland.org

fuente: lanación.com

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