Si un cúmulo de circunstancias concurrentes no nos hubieran conducido por la ruta histórica que siguió el capitán Gaspar de Medina en su largo y azaroso andar por tierras de Chile y del Tucumán, posiblemente no habríamos concentrado nuestras investigaciones en torno de sus acciones de soldado y de caudillo, ya loadas por la prosa heroica del padre Lozano y trasladadas en breves pero densas páginas por el rigor documental de Roberto Levillier.
Es cierto que, desdibujados los perfiles singulares de aquellos hombres por la identidad de tono con que los viejos manuscritos aluden a sus gestas, difícil se nos presenta la tarea de esbozar una biografía de la que surjan con caracteres nítidos y diferenciados sus rasgos personalismos; pero esta consideración, que podría haber obrado como factor negativo de nuestro intento, se halla neutralizada por los otros fines propuestos, en cuanto no pretendemos tan sólo reconstruir pasajes de una vida, sino, también, por no decir principalmente, penetrar de su mano en los laberintos de la historia, al estudio, planteo o enunciación de temas que, inconexos entre sí, encuentran su unidad en el sujeto que los vincula. Cuestiones relativas a instituciones sociales y sus modalidades locales, tienen cabida, así, en estas páginas, junto a problemas de orden geográfico, étnico o genealógico, cada uno de los cuales bien podría ser asunto de una particular monografía.
Por ello, el lector no arribará a una conclusión única, que no sea la comprobación casuística de que, así como las esencias eternas de la España católica y heroica fueron custodiadas por la generaciones americanas a pesar de la participación aborigen en la constitución de los primeros grupos pobladores, éstos sufrieron un proceso de diversificación en sus atributos accidentales que, desde los primeros tiempos, imprimió personalidad a las distintas provincias del Nuevo Mundo, forjando las futuras nacionalidades. El Tucumán atrajo a sus conquistadores con el espejismo de ciudades encantadas; pero sólo les ofreció selvas impenetrables, montes inaccesibles, desiertos desolados,malocas y corredurías. Y la lucha cotidiana por la elemental subsistencia los llevó a emplear el ancestral espíritu de empresa y aventura, en las simples y humildes, aunque rudas, faenas colonizadoras, alejados de los centros dispensadores de riquezas y de poder.
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