Los españoles conocieron el hedonismo, la buena vida, y como consecuencia se incrementó el vicio del tabaco inhalado (el célebre rapé) muy popular en las altas cortes francesas. Todos los hombres que se preciaban de elegantes, llevaban en su bolsillo un bonito recipiente, generalmente de plata, donde guardaban polvo de tabaco aromatizado, que se intercambiaba como signo de cortesía ¿Quieres echar un polvo?
Pedro como era de mala educación inhalar frente a las damas, los hombres cuando sentían el síndrome de abstinencia, salían con la excusa de echar un polvo.
Muchas veces la ausencia del salón, no era exactamente para inhalar rapé sino para tener un encuentro con alguna damisela que tenían todas las casas de "buena familia" y se ausentaba diciendo "voy a echar un polvo" y se perdió por las habitaciones donde se encontraba con su amante para un fugaz encuentro amoroso.
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