Al contrario que los miembros de su etnia, tenían el cabello rubio y una elevada estatura
Los mapuches o araucanos, el único pueblo precolombino que no pudo ser sojuzgado militarmente por los conquistadores españoles durante más de 300 años de larga guerra, debido a su ancestral e irreductible carácter belicoso, son un pueblo originario que vivía -y vive- entre los márgenes de los ríos Bio-bío y Toltén, en la actual región de la Araucanía.
Los rasgos físicos de los mapuches también llamaron la atención de los españoles, pues tal como los describió el famoso militar y poeta Alonso de Ercilla en su magna obra épica “La Araucana”, tenían una complexión más atlética y esbelta que los indígenas andinos (con una piel un poco más pálida), con una estatura bastante parecida a las de los conquistadores peninsulares, así como el pelo negro y lacio, la piel lampiña y rasgos más bien delicados y redondeados, con ojos de órbitas grandes, que a algunos etnólogos les hacían recordar las facciones europeo-orientales.
Dentro del pueblo mapuche, un caso bastante peculiar es el de los mapuches de Boroa -localidad ubicada en las riberas del río Cautín, en la comuna de Nueva Imperial, Región de la Araucanía- quienes a diferencia de su hermanos de raza, presentaban características físicas totalmente nor-europeas, esto es, cabello rubio, ojos azules o verdes, rostro pálido y una estatura que alcanzaba el metro ochenta.
El jesuita Juan Ignacio Molina, autor de su famoso “Ensayo sobre la Historia Natural de Chile (1782), hizo en 1776 un largo relato de la características físicas de los araucanos, detallando en que no excedían las estatura media de la especie humana, eran robustos, bien proporcionados y de aspecto soldadesco. Según Molina, “su piel era de un color moreno rojo, a excepción de los boroanos, altos y rubios”.
El historiador José Bengoa en su “Historia del pueblo mapuche: siglo XIX y XX”, comenta por su parte que “la historia de Boroa y los indios boroanos, se remonta a la llegada misma de los españoles, quienes infructuosa y reiteradamente, intentaron construir y mantener un fuerte en esa localidad, el cual una y otra vez fue destruido. Los habitantes quedaron con fama de bravos y valientes. Su conducta política era de independencia, reflejada en su realización de alianzas con los arribanos y los bajainos indistintamente. Hay una idea generalizada de que los boroanos son rubios, de grandes ojos claros, de gran estatura, etc. Esto ha llevado a especulaciones pintorescas en que se establece un origen griego de los mapuches. Nada hay cierto en todo esto, pero se podría suponer que por ser ricos, poseían muchas mujeres españolas”.
Carlos Moreno Lara, Doctor en Bioquímica de la Universidad de Chile, en un artículo publicado en la revista cultural “Dedal de Oro”, recordó a propósito de los mapuches rubios de Boroa, que “hace algunos años cuando visité la Escuela de Medicina, en Temuco (capital de la región de la Araucanía), un colega inmunólogo me señaló una paciente cuya vestimenta indicaba claramente que era mapuche, algo frecuente en aquella región, pero sus rasgos físicos no calzaban. Cuando expresé mis dudas, mi amigo explicó: ‘Es mapuche, vive como mapuche y habla mapudungún, pero proviene de la región de Boroa, donde abundan niños mapuchitos pecosos y con ojos claros
Si bien existen muchas teorías para explicar el origen de los marcados genes europeos que predominan entre los mapuches de Boroa, como que éstos hayan practicado un intenso mestizaje con las mujeres españolas que solían capturar en sus incursiones en los fuertes y ciudades españolas del sur de Chile -pues es sabido que los araucanos sentían una especial debilidad por la belleza y la piel blanca de las mujeres peninsulares- se cree que en algún momento del siglo XVII los araucanos de Boroa, pueblo cercano a la costa, se encontraron con los sobrevivientes de un naufragio de un barco holandés que trasladaba a varias familias de esa nacionalidad y cuyos restos quedaron varados en las costas de la región de la Araucanía.
Los mapuches boroínos habrían procedido entonces a raptar a todas las mujeres de esa nacionalidad, de todas las edades, y a algunos niños, que se encontraban entre los sobrevivientes. Con el tiempo, los mapuches de Boroa habrían tenido descendencia con estas mujeres holandesas, dando origen a los famosos mapuches rubios de Boroa
El aventurero, emprendedor e ingeniero minero alemán del siglo XIX Paul Treutler (1822-1887), conocido por sus viajes por Chile, llegó a nuestro país en 1859, donde desembarcó en la ciudad de Valdivia, habitada por entonces por numerosos colonos germanos, internándose posteriormente en el corazón del territorio araucano acompañado de dos “capitanes de amigos” (es decir, hombres blancos criados entre los mapuches que hablaban el español y el mapudungún).
Treutler, refiriéndose al pueblo mapuche, escribió en sus memorias que “existe allí además una tribu que vive un poco al norte del río Toltén, la de Boroa, que es de cutis blanco, ojos azules, cabello rubio y largo, talla delgada, buena configuración del cuerpo y noble fisonomía, con lo que se parecen mucho a los alemanes. Existen opiniones contradictorias de su origen, pero predomina una que los considera descendientes de una tripulación que naufragó en la costa vecina, pues Boroa no queda muy lejos del mar”.
Fuente: Guioteca
Me resulta difícil creer que en el siglo XVII hubiese un barco en ese lugar del mundo con una tripulación de tantas mujeres y niños. Me resulta más posible que hayan sido holandeses varones los que se hayan mediatizado con las mujeres locales (a pesar que no fueron sometidos por los europeos y eran belicosos)
ResponderEliminarMestizado no mediatizado.
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