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viernes, 24 de mayo de 2019

El 24 de mayo de 1810, la sublevación contra la primera junta del cabildo

Manuel Belgrano jura derribar al virrey Cisnero por burlar la voluntad popular y presidir la junta de gobierno.


El jueves 24 de mayo de 1810, se confirma que el Cabildo había designado una junta de gobierno presidida por el virrey Cisnero, quien había sido destituido de su cargo, burlando la voluntad popular. 
Esto generó la furia de milicias y pueblo, que se presentaron esa misma noche en casa del soberano y unidos  lograron su renuncia. La Junta quedó disuelta y se convocó nuevamente al Cabildo para la mañana siguiente.

Manuel Belgrano, por ese entonces había perdido la paciencia luego de conocerse que Cisnero había desacatado la decisión del pueblo de alejarse del mando del Virreinato del Río de la Plata, por lo que juró a la patria y a sus compañeros, que si a las tres de la tarde del ese día el virrey no hubiese renunciado, a fe de caballero, lo derribaría con sus propias armas. 

Esta noticia provoca la furia del pueblo y milicias que se hicieron presente en la casa del español con palos y antorchas, para solicitar que dé un paso al costado logrando conseguir de forma verbal la dimisión de Cisnero.

La Junta que era conformada por el virrey y cuatro vocales: los españoles Juan Nepomuceno Solá y José Santos Inchaurregui y los criollos Juan José Castelli y Cornelio Saavedra quedó disuelta y se convocó nuevamente al Cabildo para la mañana siguiente. 

Así recuerda Cisneros sus últimas horas en el poder:  "En aquella misma noche, al celebrarse la primera sesión o acta del Gobierno, se me informó por alguno de los vocales que alguna parte del pueblo no estaba satisfecho con que yo obtuviese el mando de las armas, que pedía mi absoluta separación y que todavía permanecía en el peligro de conmoción, como que en el cuartel de Patricios gritaban descaradamente algunos oficiales y paisanos, y esto era lo que llamaban pueblo, (..). Yo no consentí que el gobierno de las armas se entregase como se solicitaba al teniente coronel de Milicias Urbanas Don Cornelio de Saavedra, arrebatándose de las manos de un general que en todo tiempo las habría conservado y defendido con honor y quien V.M las había confiado como a su virrey y capitán general de estas provincias, y antes de condescender con semejante pretensión, convine con todos los vocales en renunciar los empleos y que el cabildo proveyese de gobierno."


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