Después del combate de Campichuelo, Belgrano se enteró que los efectivos realistas habían evacuado Campichuelo e Itapuá y ordenó al mayor general José Machain el adelantamiento de sus fuerzas.
Los efectivos triunfantes en Campichuelo fueron la vanguardia de las tropas de Buenos Aires y ocuparon Itapuá. En esta localidad capturaron canoas, un cañón, armamento diverso, municiones y equipo que el enemigo abandonó en su huida. El jefe realista, coronel Velasco mantuvo débiles fracciones de seguridad en contacto con las fuerzas patriotas.
El avance de las fuerzas revolucionarias en tierra paraguaya fue difícil debido a las dificultades del terreno – bosques impenetrables, montes inmensos, lagunas y pantanos. En su avance, Belgrano supo que una subunidad realista, del orden de un centenar de hombres, se retiraba hacia el norte con algunas horas de ventaja.
Ordenó al capitán Gregorio Perdriel, al mando de una compañía de Patricios, que iniciara su persecución y posterior ataque. Perdriel alcanzó al enemigo el 7 de enero de 1811, a las 6, pasando al ataque. Los efectivos al mando del comandante Rojas, que habían pasado al descanso en la margen opuesta de un curso de agua en el monte de Maracaná, respondieron el fuego y lograron desprenderse y replegarse a través de la espesura. El botín conquistado consistió en dos prisioneros y armamento.
El grueso de los efectivos de Belgrano, marchando de noche, cruzó el río Tebicuary, acampando el 11 de enero de 1811 en Itaipá, a 135 kilómetros de Asunción. En su repliegue, Velasco utilizó el procedimiento de evacuar la población y el ganado de la zona, que marchó junto con sus fuerzas. Por lo tanto, Belgrano, en su avance, encontró aldeas y pueblos desiertos.
El 15 de enero de 1811, en un clima tropical, con lluvia torrencial, el ejército patriota llegó al arroyo Ibáñez. En ese lugar, Belgrano supo que importantes efectivos enemigos se encontraban al norte del arroyo Paraguay, dispuestos a presentar combate.
El general Belgrano cruzó el arroyo con su escolta y estado mayor y alcanzó el cerro Mbaé, donde tuvo excelente observación sobre el enemigo. Se ordenó adelantar una avanzada patriota.
El 18 de enero se vivió un clima de tranquilidad, salvo esporádicos contactos entre patrullas de exploración de ambos contendientes. Al anochecer, Belgrano tuvo un claro cuadro de situación de la posición realista.
El ejército enemigo, comandado por el gobernador Velasco, tenía un efectivo de 7.000 hombres, de los que 800 eran de infantería con armas de fuego; el resto eran tropas de caballería sin instrucción y armados con lanzas y sables.
Su dispositivo era el clásico de la época: infantería con apoyo de la artillería (16 piezas) en el centro y la caballería en ambas alas. El coronel Pedro García comandaba la infantería, el comandante Cabañas el ala derecha y el comandante Gamarra el ala izquierda.
La posición tenía sus flancos apoyados a la derecha en un curso de agua y a la izquierda en un monte muy espeso. El mismo día Belgrano reunió a sus comandantes en junta de guerra y se resolvió atacar por sorpresa a Velasco el día siguiente, antes del amanecer, aprovechando la oscuridad de la noche para eludir la superioridad de fuego del enemigo.
La idea de Belgrano de atacar con 500 hombres a 7000 se fundamentaba en la creencia de la poca capacidad de combate del enemigo – poca moral, armamento e instrucción -, y en la consideración de que, por la posición alcanzada y la numerosa caballería del enemigo, sería muy difícil rehuir el combate y replegarse.
Además, Belgrano había dejado a retaguardia al coronel Rocamora, en La Candelaria, con efectivos importantes, para asegurar su línea de abastecimiento y seguridad ante un eventual repliegue, lo que debilitó sus efectivos para la ofensiva.
El 19 de enero se inició la batalla. Organizó dos líneas paralelas de infantería, la primera de 220 hombres y la segunda de 240, con dos piezas de artillería cada una.
Los flancos de la operación estaban apoyados por un centenar de efectivos de caballería en cada uno de ellos. Se constituyó una reserva en el Cerro Mbaé, que contaba con 70 jinetes, 2 cañones, milicianos y peones de los bagajes, armados con palos, simulando fusiles. La primera línea atacante era mandada por Machain y la segunda por Gregorio Perdriel.
Después de un nutrido fuego de artillería, las fracciones de infantería veterana, pertenecientes a los regimientos 1,2 y 3, atacaron frontalmente, rompiendo el centro de la posición, tomaron cinco piezas de artillería y persiguieron a los derrotados en dirección a la localidad de Paraguary, donde se encontraba el puesto comando del gobernador Velasco. Este, creyéndose totalmente derrotado, emprendió la retirada, abandonando el campo.
Ante esta situación favorable, Machain ordenó perseguir a los efectivos realistas con 120 hombres de infantería y caballería, al mando del edecán Ramón Espíndola. La infantería y caballería al mando del mayor general Machain, emprendió la persecución hasta llegar a la capilla de Paraguary, donde Velasco había establecido su cuartel general, sostenido por 16 piezas de artillería, más de 800 fusiles y el resto de la gente armada con lanzas y espadas. Al llegar a esta posición, que encontraron abandonada, las tropas, seguras del triunfo, se entregaron al saqueo.
En el curso de la acción se habían consumido casi todas las municiones de la 1ª. División, hecho que fue comunicado a Belgrano, quien despachó municiones y una piezas de a 4. Al llegar estos elementos con su escolta, se produjo una confusión, considerándolas enemigos. Se produjo entonces el mayor desorden y Machain, creyendo que el enemigo lo atacaba, hizo tocar retirada, dirigiéndose hacia el campamento, abandonando todo lo conquistado.
En presencia de este movimiento, los realistas, cuyas alas no habían intervenido en el combate, reaccionaron. Su accionar fue decisivo. Gamarra y Cabañas atacaron realizando un movimiento envolvente y con apoyo artillero rodearon a los efectivos de Espíndola y de Machain.
Belgrano consiguió recuperar las fuerzas al mando de su segundo jefe, pero fue rechazado en su intento de conectarse con su edecán cercado. Espíndola murió en combate.
Los patriotas perdieron 120 prisioneros y 10 muertos, 15 heridos que pudieron ser traídos al campamento. Los realistas tuvieron 30 muertos, 16 prisioneros y varios heridos, no alcanzando a 70 sus bajas.
Las causas de la derrota fueron: enfrentar a un enemigo notoriamente superior; que los efectivos de Espíndola se dedicaran al saqueo descuidando su misión ; que no se atacaron las alas paraguayas, posibilitando su accionar ofensivo; y que se debilitaron los efectivos de la ofensiva para la protección de la líneas de abastecimientos.
Como consecuencia de este combate, el ejército patriota debió abandonar su propósito ofensivo en forma definitiva, interrumpiendo el combate y ejecutando su operación retrógrada.
Luego la columna se puso en marcha hacia el Tebicuary, adonde llegó tras una marcha difícil debido a las lluvias continuas y a la existencia de los arroyos, que había que cruzarlos a nado.
Fuente: Asociación Belgraniana de Morón
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