Un estudio de ADN develó una relación notable entre los mestizos latinoamericanos y los perfiles genéticos de turcos sefaradíes.
En nuestro ADN hay historias ocultas. Ahí pueden leerse, como en un gran libro de aventuras, los viajes de hombres y mujeres que han cruzado océanos para llegar a América. Solía creerse que los primeros viajeros en llegar a nuestro continente tenían ascendencia ibérica, sin embargo estudios científicos recientes indican que otros inmigrantes, que no fueron retratados en los manuales escolares, pudieron haber viajado clandestinamente en los primeros viajes coloniales, dejando una huella que aún perdura en el legado genético latinoamericano.
Un trabajo publicado en la prestigiosa revista Nature Communications y realizado por un equipo interdisciplinario que conforma el Consorcio para el Análisis de la Diversidad y Evolución de Latinoamérica (CANDELA), liderado por el Dr. Andrés Ruiz-Linares de la Universidad de Fudan (China) y Universidad Aix-Marseille (Francia), comparó patrones en el ADN de más de 6500 personas de Latinoamérica con más de 2300 personas nativas de otros continentes, y los resultados dejaron al descubierto que en los mestizos latinoamericanos existe una relación bastante notable con perfiles genéticos de turcos sefardíes (denominación para las personas de religión judía que fueron expulsadas de España en 1492).
Rolando González-José, investigador principal y Director del Instituto Patagónico de Ciencias Sociales y Humanas (IPCSH-CONICET) y vicedirector del consorcio CANDELA, comenta que para entender este vínculo entre americanos y judíos sefaradíes hay que conocer el contexto histórico en el que se enmarcó la llegada de Cristóbal Colón a América junto a su tripulación.
Luego de la reconquista católica del entonces Emirato de Granada, los reyes católicos de España decretaron, ese mismo año, la expulsión de los judíos del territorio español. Los judíos que se convertían al catolicismo, comúnmente denominados conversos, podían evitar el exilio, pero se les prohibía emigrar a las colonias americanas. Si bien algunos registros históricos documentan que algunos conversos finalmente lograron embarcarse en estos viajes, este estudio parece demostrar que fueron muchísimos más de los que figuran en los libros.
Los sofisticados análisis genéticos realizados por los investigadores de CANDELA aportan nueva información sobre los orígenes específicos y la posible contribución de otras poblaciones en la ascendencia de los latinoamericanos: hasta ahora, los registros históricos permitieron a los científicos conocer con precisión la mezcla entre europeos, africanos subsaharianos y nativos americanos que caracteriza la región.
“Lo que más me emociona es que el ADN pueda revelar nueva información acerca de eventos importantes, como la migración de conversos, que de otra forma podría haber permanecido oculta para siempre. ¡Mientras que los registros escritos pueden ser destruidos o alterados, no se puede hacer lo mismo con el ADN!”, comenta el científico Javier Mendoza Revilla, del University College of London (UCL), también involucrado en el estudio.
Además, la investigación demostró que la apariencia física de los latinoamericanos se encuentra muy influenciada por la herencia genética de poblaciones europeas e indígenas específicas. “Encontramos que el porcentaje de ancestría ibérica, en contraste con la del norte de Europa, afecta los niveles de pigmentación de la piel, y también que la cantidad de ancestría de nativos americanos de zonas de alta montaña en los Andes en contraste con nativos de tierras bajas afecta la forma de la nariz”, asegura el científico Kaustubh Adhikari, de la UCL.
Los nuevos resultados del estudio elaborado por la iniciativa CANDELA permiten conocer con mayor detalle y especificidad las particularidades del ADN de los latinoamericanos. “El trabajo no sólo tiene importancia para la reconstrucción minuciosa de las corrientes migratorias históricas y prehistóricas, sino que es la información de base que nuestros países necesitan para comprender la base genética y no genética de muchas dolencias complejas que afectan a nuestras poblaciones. Las bases de datos que hemos construido en CANDELA han sido utilizadas recientemente para estimar factores de riesgo en la salud de poblaciones muy específicas como las mapuches y aymaras, contribuyendo a comprender por qué enfermedades como el cáncer de vesícula tienen mayor incidencia en esos grupos. Los biobancos como CANDELA pasan a ser, así de importancia estratégica nacional, y su creación y articulación no puede esperar más”, concluye Rolando González-José.
Fuente: Nature.com
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