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domingo, 16 de septiembre de 2018

"El negocio de la Independencia"

Si fue bochornosa la forma en que los borbones Carlos IV de España y su hijo - a la sazón Príncipe de Asturias - Fernando VII, se disputaron el trono que terminaron perdiendo a manos de Napoleón Bonaparte en el episodio conocido como la farsa de Bayona, no le fue a la saga la comedia de enredos de los Braganza de Portugal, que terminaron trasladando la Corte lusitana a Brasil.

Dn Juan de Portugal y su esposa Carlota Joaquina
En el año 1807, reinaba desde Lisboa el Imperio de Portugal, María I, bajo la regencia de su hijo el príncipe D. Juan, quien luego de fallecida su madre en 1816, asumiría en propiedad el trono como Juan VI de Portugal. Juan, era su vez casado con la hermana de Fernando VII de España, la Infanta Carlota Joaquina, quin tendrá una activa participación en las revoluciones sucedidas en el Río de la Plata y el Alto Perú. Por ejemplo, en 1809 Belgrano, Rodriguez Peña, Castelli, Pueyrredón, entre otros, le ofrecieron hacerse cargo de la Regencia de estos reinos, ante la caída de la corte hispana en manos de Bonaparte. 

Como toda monarquía absolutista, se enfrentó al gobierno surgido en Francia después de la Revolución de 1789. La decapitación de Luis XVI y miembros de su familia, había hecho que las restantes monarquías europeas, previnieran los posibles malos ejemplos en sus respectivos países y también, que tomarán distancia ante la ambición imperial de Bonaparte, gobernante cada vez más poderoso y con una clara vocación imperial, dentro y fuera del viejo continente. 

Los portugueses, temían también a los ingleses, porque después de la Batalla de Trafalgar, donde estos habían hundido la flota franco española, ahora los amenazaban a ellos de dejarlos sin barcos. Y eso era la muerte para Portugal, porque necesitaba mantener fluidos contactos con sus colonias, de cuya producción dependía su bienestar incluso su viabilidad como país independiente. 

Rodrigo de Souza Coutinho, ministro de la Corte lusitana, recomendó aliarse con los ingleses, porque de esa manera se garantizaba, por una parte la independencia de Portugal por el apoyo británico, y además, se evitaba el ataque de piratas con patente de corso inglesa, sobre los barcos que transportaban las riquezas en del imperio. Esto fue rechazado primeramente y se apostó a arreglarse con Francia, pensando en negociar con Bonaparte y así evitar que este intente una invasión. Esta segunda vía fracasó y se volvió la atención a la propuesta de Souza Coutinho.

Así las cosas, Bonaparte decidió la invasión a Portugal en noviembre de 1807, lo que motivó la decisión de trasladar toda la corte al Brasil. 

15000 personas se trasladaron en una flota luso-inglesa rumbo a la nueva sede del imperio. (figura de encabezamiento).

El 27 de noviembre los barcos recibieron en los muelles lisboetas a la corte, toda la familia real, aristócratas y funcionarios, archivos, documentos, la mayor parte de la Biblioteca Nacional de Portugal, cantidades de oro y plata,  colecciones de arte de la Casa de Braganza. A pesar del apuro, la sorpresa y temor del pueblo, el traslado se hizo a tiempo. Llegaron a Salvador de Bahía donde fueron recibidos con sorpresa por los habitantes de estas lejanas tierras para finalmente asentar la capital imperial en Río de Janeiro.  

Llamó a los americanos poderosamente la atención, las cabezas calvas de las mujeres, incluso de la Reina María I,  la Infanta Carlota Joaquina esposa de Pedro y las princesas.  Habían tomado tal decisión para evitar la pediculosis en la larga travesía de casi dos meses. 

La primera disposición de gobierno tomada en las tierras brasileras, fue abrir el comercio del imperio portugués, de lo cual, obviamente eran principalísimos beneficiarios los ingleses.

Cuando se hizo la alianza entre España, Portugal e Inglaterra, para expulsar a Bonaparte de España, las autoridades provisionales en la resistencia de los hispanos, ordenaron abrir el comercio a los buques ingleses, haciendo lo propio los portugueses. 
Y el 25 de mayo de 1810, la Junta dispuso la apertura del comercio, desde luego, el principal beneficiario fue Gran Bretaña. 

Es decir, en los años 10 y 20 del siglo XIX, Inglaterra mediante el apoyo a las independencias de Portugal y España en relación a Francia y a su vez, en forma simultánea a los revolucionarios independentistas americanos para salir del yugo español, - reitero todo simultáneamente -, consolidó su centralidad y dominio en la navegación, comercio y control del tráfico internacional. Asimismo, desarrolló poderosas empresas en base a concesiones mineras a lo largo y a lo ancho de los territorios de las ex colonias de España y Portugal.

La acción que le cupo a Gran Bretaña en este tiempo, la podemos resumir en la siguiente frase: “cuando la lucha por la libertad fue el negocio más rentable de la historia.

Fuente: ” Luis Horacio Yanicelli" - Instituto Belgraniano

1 comentario:

  1. Coincido con la explicación del "Negocio de la Independencia" pero el autor cuando hace la comparación entre La Casa de Braganza y Borbones omite destacar el Mito Fundacional del Imperio del Brasil y Portugal que hizo la diferencia con el resto de Latinoamérica. No olvidar que nuestro querido Manuel Belgrano fue Carlotista y pensaba en la fuerza fundacional que tendría como Reina del Plata a Carlota de Borbón.

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