por José María Posse
Estaban todos ellos ensimismados en los preparativos, cuando por fin llegó una buena noticia: en Trancas, el bravo capitán tucumano oriundo de la zona, Esteban Figueroa junto con un grupo de Decididos, había apresado a un notorio oficial realista, el coronel Huici, con algunos de sus soldados.
Tan envalentonados estaban los hombres del rey, que ya se animaban a internarse en las cercanías de la retaguardia criolla, sin mayores cuidados. El general Pío Tristán pidió en una carta enviada a su antiguo amigo, el general Manuel Belgrano, que el oficial prisionero fuera tratado con humanidad y respeto, diciendo que él haría lo mismo con los prisioneros patriotas en su poder. Envió también cincuenta onzas de oro para cubrir los gastos de la manutención del prisionero, y firmó: "Campamento del Ejército GRANDE, setiembre de 1812"
Manuel Belgrano, con un toque de humor, devolvió las cincuenta onzas para que con ellas cubriera los gastos de los prisioneros patriotas y firmó la nota: "Cuartel General del Ejército CHICO, 17 de septiembre de 1812”.
Más allá de lo anecdótico, para Tristán lo de Huici fue una sorpresa. Pero era tanta su superioridad numérica y de armamentos que ensoberbecido como estaba, el hecho no lo inquietó mayormente, mientras continuaba su avance. Sus espías le habían informado que Belgrano enfilaba rumbo a Santiago del Estero, en consecuencia Tucumán caería fácilmente; por ello se quedó unos días en Metán aprovisionando su tropa; ese lapso sería fatal para él, pues le regaló un precioso tiempo a los criollos para alistarse.
El 22 de setiembre llegó a Tapia y el 23 acampó en Los Nogales. Eran más de 3.500 hombres veteranos, bien armados y con cañones. Los patriotas, alrededor de 1.700, de los cuales poco más de 400 veteranos. La mayoría contaba, como ya establecimos, con armamento precario: conformaban apenas una entusiasta, aunque claramente inexperta milicia.
En un principio, el general Manuel Belgrano había apostado a sus tropas hacia el Norte de la ciudad, donde aproximadamente se encuentra el actual estadio de Atlético Tucumán; por entonces era esa una zona de bosques tupidos, donde era fácil ocultar las tropas, pero las cosas iban a cambiar con las primeras luces.
FRAGMENTO: "Bernabé Aráoz, el Tucumano de la Independencia", José María Posse. Mundo Editor 2018.
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