Los restauradores de una talla del siglo XVIII localizada en una iglesia del municipio burgalés de Sotillo de la Ribera han 'viajado en el tiempo' al descubrir, oculta en el interior de la obra, una cápsula con información económica, religiosa, política y cultural de la época.
Los trabajos sobre este cristo localizado en la iglesia de Santa Águeda han sacado a la luz un documento fechado en 1777 y firmado por el capellán de la catedral del Burgo de Osma, Joaquín Mínguez, que identifica al escultor autor de la talla, pero también aprovecha para comunicarse con el futuro al aportar detalles sobre el momento en que se encontraban. El documento, redactado con una cuidadosa caligrafía, consiste en dos pliegos escritos a mano por ambas partes que los restauradores encontraron al quitar la pieza del paño que cubre las nalgas.
Los restauradores encontraron el documento al quitar la pieza del paño que cubría las nalgas del Cristo
Según ha explicado a la Agencia EFE el historiador Efrén Arroyo y miembro de la Cofradía de Semana Santa de Sotillo de la Ribera, promotora de la restauración de esta talla dieciochesca, este hallazgo es sorprendente y singular porque "si bien es usual que muchas esculturas estén huecas, no lo es tanto encontrar en su interior unos documentos escritos a mano".
En su opinión, y una vez examinado el documento, la decisión de hacer este escrito y guardarlo en el interior de la estatua de madera parece una ocurrencia o juego entre el firmante del mismo, el capellán de la catedral del Burgo de Osma, y el autor de la talla. Parece igualmente que su intención era que se descubriera cientos de años después, por lo que el hueco existente en las nalgas del Cristo ha actuado como una 'cápsula del tiempo'.
El capellán Joaquín Mínguez explica en su escrito que la estatua del Cristo fue esculpida en madera por Manuel Bal, "Académico natural de San Bernardo de Yagüe y vecino en Campillo, ambos de este Obispado de Osma". Añade que Bal fue también autor de otras cinco estatuas del altar mayor de la iglesia de Sotillo de la Ribera (Santa Águeda y los santos Santiago, Millán, Jerónimo y Juan).
Detalla que los costes de estos encargos los cubrió Juan Antonio Serrano y Mañero, natural de esta localidad de la Ribera del Duero y canónigo de Santiago (en Sotillo se conserva aún en muy buen estado la casa-palacio donde residió este religioso y varios retratos suyos) y menciona el nombre del cura en ese año de 1777.
Asimismo cita diversos eventos, nombres de regidores y al rey Carlos III, que según el historiador Efrén Arroyo coinciden con el año en que aparece fechado el escrito, excepto la mención al Papa Clemente XIII, que había fallecido antes y el vigente era Pio VI. "Desconocemos el motivo de este error, pero igual fue también intencionado", ha aventurado el historiador sotillano.
El capellán describe además lo que se cultivaba en el Obispado del Burgo de Osma: "cosechas de trigo, centeno, cebada, avena" con especial alusión al vino "en tierra Aranda", asegurando que "es muy numerosa su cosecha muchos años, tanto que en este tiempo se ha visto, por no coger en las bodegas, derramar mucho vino".
Habla de las enfermedades más comunes "tercianas y cuartanas" (fiebres del paludismo de tres y cuatro días), "dolor de costado, tabardillos" (fiebres tifoideas) y hasta de los entretenimientos preferidos por la población, "naipes, pelota, calva, barra y otros juegos pueriles".
En otro apartado del documento detalla datos más generales: "La Corte está en Madrid. Hay Correo y Gaceta para las noticias. Hay Inquisición, por lo cual no se experimentan errores contra la iglesia de Dios. Se contratan en funciones grandes toreros famosos de Salamanca".
En opinión de Arroyo, todas estas referencias muestran la intención de querer dejar constancia para la posteridad de cómo era el mundo que rodeaba al capellán soriano en 1777.
La Coordinadora de la Semana Santa de Sotillo ha enviado el documento original al archivo del Arzobispado de Burgos, donde se conservan el resto de documentos del Archivo Parroquial de Sotillo de la Ribera.
Sin embargo, ha decidido guardar una copia del mismo en el interior de la talla del Cristo para que continúe cumpliendo la intención del capellán firmante, que generaciones futuras sean testigos de la realidad presente de Joaquín Mínguez y del escultor Manuel Bal.
La talla que está restaurando en Madrid la empresa Da Vinci Restauro es un Cristo del siglo XVIII, conocido popularmente en Sotillo de la Ribera como "Cristo del Miserere", porque en esta localidad existe la tradición de cantar el Miserere durante los viernes de Cuaresma ante él y también en las vistosas procesiones del Jueves y Viernes Santo, durante las cuales se saca esta escultura junto a otras de la misma época. Tradiciones que la Coordinadora, con la ayuda de vecinos e hijos del pueblo, intenta mantener por su singularidad y belleza.
Fuente: LaVanguardia.com
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