Son más de 31.000 los documentos históricos que se alojan en el AHPC. Aún en etapa de conversión al formato digital, ya piensan en “liberarlos” en la nube. El desafío de los gestores de contenidos.
Al momento de mudarse (en 2015 pasaron del tradicional edificio en la calle 27 de Abril a la nueva sede sobre Poeta Lugones 401), el Archivo Histórico de la Provincia mudó unos 24.000 tomos -embalando a razón de 2 tomos por vez- y en febrero se sumaron otros 7.000 tomos provenientes del archivo de Gobierno, lo que supuso una actualización de documentos de data histórica que llega hasta 1974. Anteriormente, el AHPC solo contaba con tomos hasta 1902. Hoy, la nueva sede alberga 31.000 documentos en seis depósitos climatizados que se mantienen a 21 grados y
contienen 15 módulos de Archivos Móviles Compactos en seis salas.
Público. Si bien no tiene una gran cantidad de consultas (en lo que va del año consultaron el archivo unas 350 personas), es muy variado: “vienen profesionales de todas las áreas, ingenieros, arquitectos, abogados, gestores de trámites administrativos. También hay un público ligado a lo histórico, que va desde investigadores que conforman el sistema formal de ciencia y tecnología hasta personas que viven en alguna localidad del interior y quieren ahondar en la historia de su pueblo; también se suman investigadores extranjeros y de todo el país”, cuenta Gabriela Parra, directora del Archivo Histórico Provincial.
Digitalización. “Hace unos 4 años se digitalizaron los censos provinciales y algunos documentos de los más antiguos”, explica Parra. Pero la digitalización de un documento requiere de un paso previo: su preparación.
Digitalizar un tomo demanda un día de trabajo, pero prepararlo requiere como mínimo dos meses, ya que la documentación no está en estado óptimo: “Este año la presidencia de la Agencia Córdoba Cultura se propuso empezar un plan de digitalización y ya estamos digitalizando documentos que datan desde 1642 hasta 1810. En diciembre terminaríamos con esta primera etapa”.
Próximo paso, la nube.Una vez digitalizados, los documentos estarían en condiciones de subir a la nube. “Eso requiere de otro tipo de inversión porque son archivos de imágenes y ocupan mucho espacio; además, hace falta otro tipo de equipamiento”, detalla Parra. Al momento, se encuentran trabajando con la Secretaría de Modernización para alojar esas digitalizaciones en los servidores del Gobierno –una opción sería a través de la plataforma Ciudadano Digital– y ponerlos a disposición de los ciudadanos. En la era de la inmediatez. Acceder a uno de estos documentos
demanda 48 horas: “Estamos hablando de bienes culturales –únicos e irremplazables– y no de libros que se consiguen en una biblioteca. Entonces, no se puede venir al Archivo y pretender ver ya un auto del Marqués de Sobremonte; primero hay que ver si ese documento está en condiciones de ser manipulado. Si está en estado crítico de conservación y la consulta va a perjudicarlo, transitoriamente se saca de la consulta hasta tanto se dispongan las medidas para intervenirlo y volverlo a la consulta”.
Gestión de la documentación, el desafío. La digitalización de documentos es una nueva problemática para los gestores de contenidos, ya que tienen que interactuar con los profesionales informáticos, quienes se suman a los nuevos procesos: “Hay que conciliar criterios porque una cosa es gestionar algo informáticamente y otra es gestionar en torno a la naturaleza del contenido de esa información, que es información de archivo y que no deja de serlo por ser electrónica. Hoy el desafío es conformar equipos interdisciplinarios para la gestión documental y poder resolver técnica y profesionalmente ese desafío”, finaliza Parra.
Fuente: Perfil.com
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