por Juan B. García Posse
El día 20 de junio de 1681, reunidos en Cabildo Juan Núñez de Ávila, Francisco de Abreu y Figueroa, Miguel de Alsogaray, Felipe García de Valdés, Diego de Peñalba y Pedro Álvarez de la Cerda, deciden aceptar la petición del Procurador de esta ciudad General Francisco de Herrera Calvo, de trasladar la ciudad de San Miguel de Tucumán al sitio ya reconocido, y mandan se saque el Palo de Justicia y se lo lleve al sitio elegido.
A partir de esta decisión se sucederán varias marchas y contramarchas, hasta el traslado definitivo el 29 de septiembre de 1685, tiempo en el cual siendo Teniente Gobernador, Capitán General y Justicia Mayor Don Miguel de Salas y Valdés, se realiza por fin el traslado al sitio de La Toma, en el cual se mide y reparten los solares, tocándole dos a la Iglesia de la Matriz, como los tenía en el Sitio Viejo: uno frente a la plaza en el mismo lugar en que se encontraba la Iglesia y el otro en la ochava noreste de la esquina noreste de dicha Plaza, solar este que le fue dado en Capellanía al Maestro Ángel de Pedrero, por Leonor Bohórquez esposa de Juan de Espinosa.
En el sitio de la Iglesia se erigía una capilla pequeña, cuya construcción es de suponer similar a la de las pocas casas que existían a la fecha del traslado: horcones, paredes de barro y techos de pajas, más tarde se mejoró la capilla, levantando nuevamente las paredes, enmaderándola y cubriéndola con tejas, utilizando materiales de la Iglesia de Ibatín perteneciente a los Mercedarios. Por solicitud del Cabildo con fecha de enero de 1684 la campana de la capilla que pertenecía a las casas del ayuntamiento, y las tejas y maderas que quedaron de la destrucción por inundación de la ermita de San Judas y San Simón, fueron trasladadas y guardadas en las casas del Cabildo.
En esta Capilla que servía como matriz se celebró el primer oficio el día del traslado.
El Presbítero Pedro Martínez de Lezana, cura vicario y rector de la Matriz, habiendo participado de los hechos del traslado, continuó un tiempo en la Iglesia del Sitio de Ibatín, hasta que la capilla que él mismo construyó a sus costas en el sitio nuevo con la colaboración de vecinos y pasajeros, quedara decentemente preparada para trasladar al Santísimo; situación que comunica a los cabildantes por un exhortatorio del 12 de enero de 16874. El 20 de enero de 1687, el Cabildo reunido decide trasladarse hasta el sitio viejo para acompañar el traslado del Santísimo, las imágenes de los Santos Apóstoles San Judas y San Simón y demás reliquias y ornamentos hasta el sitio nuevo, aduciendo que la capilla ya se encuentra decentemente preparada para recibirlo. En el mismo acto deciden permanecer 8 días en Ibatín exhortando también a todos los demás vecinos que se trasladen al sitio nuevo para acompañar la entronización del Santísimo Sacramento en la capilla que cumplirá funciones de Matiz. Además, conminan a los vecinos a trasladarse y edificar en La Toma so pena de multas y otros perjuicios.
Aproximación a las construcciones de la época del traslado de la ciudad
(dibujo Dr. Gustavo Calleja)
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En el año 1693, el Cura Vicario Pedro Martínez de Lezana envía otra provisión al Cabildo, pidiendo se repare o levante una capilla provisoria, hasta concretarse la construcción de la glesia Matriz digna del Pueblo de San Miguel de Tucumán, pues la que se utilizaba tenía problemas estructurales y arquitectónicos serios: ausencia de ventanas, pequeña, mucha humedad debido a las filtraciones de los techos, entre otras cosas; por tales razones se decidió trasladar el Santísimo Sacramento a la Iglesia de los Padres Franciscanos.
En el año 1694, se comienza a construir otra capilla al oeste de la primera, en la segunda mitad del solar, y en acuerdo de Cabildo del 6 de mayo del mismo año se dedica la nueva construcción a los Gloriosos Apóstoles San Judas y San Simón. La misma se construye con las maderas y las tejas que quedaron de la Ermita de San Simón y San Judas de la ciudad vieja, que fuera arrasada por la inundación, y de la Iglesia Matriz del sitio viejo, para lo cual en octubre de 1694, comisionó el Cura Vicario una tropa de carretas para que trasladasen dichos materiales, habiéndose cumplido la orden de demolición de todos los edificios que quedaban en dicho sitio7. En el año 1696 todavía la Iglesia de los Apóstoles no estaba terminada, por lo que continúa la obra con aportes de los vecinos, ofreciendo Juan Sánchez Zambrano construir el enmaderado de la misma a su costa8. Los cabildantes y el clero estaban conscientes de que esta construcción era pequeña y serviría únicamente hasta la construcción de la Iglesia Matriz, que pensaban edificarla acorde a la importancia de la población. En el año 1699 la nueva capilla cumple ya funciones de Matriz, mientras la población espera la construcción de la definitiva.
En el año 1725, el cura Rector de la Matriz y Vicario eclesiástico, Maestro Antonio Aguilar y Chaparro ya en sus últimos días de vida deja en Capellanía las casas de su morada, que construyó al costado oeste de la capilla de los Santos Apóstoles San Judas y San Simón. Las mismas contaban con una sala, aposento, una media despensa debajo del corredor techada de teja, con sus puertas y llaves, con su mobiliario, una cocina de embarrado cercada, con su puerta con tapias y su puerta a la calle; disponiendo la mitad de la renta para las misas por su alma y las de sus familiares muertos, y la otra mitad para la fábrica de la nueva Matriz a construirse.
Dibujo de Bertrés 1821. AHT |
El día veinte de diciembre de 1734, el obispo de Córdoba y de la Provincia de Tucumán, Don José de Ceballos, resuelve que los dineros del Hospital, más los que le debía la caja de la real fábrica de la Iglesia de Tucumán, eran suficientes para comenzar a construir una Iglesia Matriz, del tenor que la estaban construyendo los Mercedarios, pues la capilla que sirve para realizar los oficios religiosos es muy estrecha y propia de un particular. En la misma disposición sugiere se utilice para la construcción de la misma el solar ubicado al sur de las casas capitulares, perteneciente a Pedro Bazán Ramírez de Velasco; pide además se le dé al mismo en compensación otro solar a su elección.
La Matriz tendrá las mismas dimensiones que la iglesia que están construyendo los Padres Mercedarios, todos los arcos deberán cubrirse de madera y tablazón, y el piso del presbiterio será entablado. En enero del año 1736 el Maestro Don Felipe Martínez de Iriarte estaba edificando la iglesia de la Matriz en este solar, construcción que no se termina, quedando la propiedad para su anterior dueño.
Años más tarde comenzará la construcción de la nueva Iglesia Matriz al este de la Ermita de los Santos Apóstoles, dejando unas doce varas entre ambas, y de allí hasta el lugar donde estaba construida la primera capilla.
Con motivo de la inauguración de la Iglesia Matriz y la consecuente visita del Obispo de Córdoba, el día 17 de septiembre de 1760 el Cabildo resuelve se arregle la plaza, levantando todas las maderas y tierra que tienen los vecinos allí amontonadas, para la presentación del real estandarte en dicha Iglesia, coincidiendo con los festejos del Patrono de la ciudad.
Se compone esta Iglesia de un cañón que corre de norte a sur, con sesenta y siete y cuarta varas de largo exceptuando las paredes que tienen una ½ vara de espesor, su ancho en claro se compone de diez y tres cuartos de vara, las paredes de alto tienen diez varas y media, están construidas en el extremo norte del Templo, al sur dos sacristías con paredes de una vara de espesor, el frontis, dos torres, una a cada lado, la puerta principal tiene cuatro varas de ancho; tiene dos puertas una en cada lienzo, del mismo ancho; cinco arcos de pared en cada lienzo del lado de adentro; seis para confesionario y cuatro para adorno, las paredes son de ladrillo asentado en barro, no tiene pilastra de la parte de afuera y si de la parte de adentro. El maderamen del techo es de nogal, cada dos piernas de llave, tiene cuarenta arcos de bóveda, asentados en las pilastras. Esta Iglesia estaba ubicada en la línea de edificación por el este, con un frente al norte de 13,5 varas más las torres a los costados, y un terreno de doce varas en que se encontraba el Calvario y el cementerio, cubría en total, de ancho el medio solar que hacía esquina al este de la cuadra al sur de la plaza calle de por medio.
En reunión del día 4 de septiembre de 1769, el Cura Rector de la Matriz Miguel G. Sánchez de La Madrid expresa la inquietud de llamar a Cabildo abierto con todos los vecinos, con el objeto de instarlos a colaborar en la construcción del Retablo para la Iglesia Matriz.
Ya en el año 1783 y a pesar del poco tiempo que pasó desde su inauguración, mucho del edificio ya se encontraba deteriorado e implicaba un riesgo para los feligreses. Por tal motivo, el Cabildo inicia una serie de actuaciones para que no se oficien misas ni otros actos religiosos; mientras el cura rector interpone solicitudes de reparación y/o construcciones que permitan utilizar el sector más estable de la iglesia.
A pesar de los esfuerzos invertidos en su mantenimiento, el edificio va deteriorándose cada vez más. En el año 1794, luego de varios peritajes se eleva una solicitud para la construcción de una nueva Matriz. Pasarán muchos años hasta que se la construya, mientras tanto los oficios religiosos se celebraran en la Iglesia de San Francisco y en la Iglesia de la Merced.
El 7 de septiembre de 1832, el Presbítero José Eusebio Colombres comunica al Gobernador y Capitán General de Tucumán que el Sr. Prior, Vicario General y Gobernador de este Obispado, por haberse retirado los curas de la Matriz de la Iglesia y Convento de San Francisco, la que estaba designada como Matriz, ha determinado que la Iglesia de La Merced cumpla dicha función, al no haber edificio propio.
El cementerio de la Matriz es el más utilizado en esta época, situación que provocará la saturación del espacio y su consecuente traslado al sitio de la Iglesia de Nuestro Señor de la Paciencia, hoy El Buen Pastor.
Recién en el año 1849, por disposición del Gobernador Celedonio Gutiérrez, comienza a construirse la Iglesia Matriz, la que según el mismo será una Iglesia grande, con tres naves, de una solidez que promete muchos siglos de duración y de toda la hermosura que promete el arte ejecutado por manos diestras. Esta construcción se hará con fondos privados, para lo cual el dicho gobernador recurre a tucumanos radicados en distintas ciudades, solicitando colaboración de cualquier naturaleza para la gran obra que se ha emprendido; también los fondos públicos contribuirán a la obra, provenientes de impuestos al efecto y ventas de tierras fiscales.
En nota del 10 de mayo de 1849, Don Pedro Delgare Echeverry solicita un pago de 300 pesos por los servicios que debe continuar prestando en la obra de la Iglesia; aclara nuevamente que el único interés que tuvo fue el de contribuir gratuitamente al servicio de la Patria, pero dado el caso de habérsele ordenado continuar con los mismos, hace ver sus ocupaciones y escases de tiempo, aceptando continuar la obra con algunas condiciones respecto del tiempo que ha de dedicarle.
El 8 de abril de 1850, Félix de la Peña desde Córdoba ofrece al gobernador de Tucumán los servicios de Revol para la ornamentación de la nueva Iglesia22, la que posteriormente estará a su cargo (la arq. Liliana Meyer+ en su libro “La Catedral y el Cabildo de Tucumán” editado por el Centro Cultural Alberto Rougués, Fundación Miguel Lillo, 2008, desarrolla toda la historia de las distintas construcciones y reparaciones de los edificios de la Matriz de Tucumán, en forma completa).
Le tocará al Gobernador José María del Campo, inaugurar la nueva Iglesia Matriz el 21 de febrero de 1856, en misa celebrada por Fray Mamerto Esquiú, por lo que la Honorable Sala de Representantes por Ley N° 56, da un voto de gracia al Gobierno de la Provincia por haber dado cima a la obra de la Iglesia Matriz.
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