A dos horas de la Ciudad de México tomando la carretera a Cuernavaca se encuentra Xochicalco, una de las zonas arqueológicas más lindas y poco visitadas de México.
El centro cuenta con un museo que exhibe en seis salas vestigios arqueológicos encontrados en el lugar. La vista del lago del Rodeo y las montañas de Morelos desde la cima de las pirámides es fantástica.
Para llegar a Xochicalco, ubicado a 36 kilómetros de Cuernavaca, hay que tomar la desviación a Miacatlán que se encuentra pasando la caseta de Alpuyeca. Desde allí, hay señalizaciones hasta llegar a la zona arqueológica. La caseta de la carretera México-Cuernavaca cuesta 95 pesos y la de Alpuyeca, 40 pesos. La entrada a la zona arqueológica y el museo cuesta 57 pesos, pero los domingos es gratis para mexicanos y residentes.
De acuerdo con la página web del INAH, en esta zona arqueológica los habitantes veneraban a dos deidades: una que representa la Tierra y todas las bondades de la Tierra (planas, animales, los mantenimientos, etc.) y otra deidad que se le asocia con el viento, la lluvia y el agua. En Xochicalco, el dios Tláloc fue el dios más venerado y representado ya que los habitantes dedicaban grandes ceremonias a esta deidad las cuales se realizaban en la Plaza de la Estela de los Dos Glifos.
Después de la caída de Teotihuacán fue uno de los principales centros rectores en el Altiplano Central. Por sus características, Xochicalco define a un periodo de la historia mesoamericana, el Epiclásico (700-900 d.C.). Este periodo se caracteriza por un marcado militarismo, migraciones, inestabilidad política y económica, ciudades fortificadas, adoración de dioses guerreros como Quetzalcóatl, una mezcla de culturas en un solo lugar; en síntesis, un cambio de los patrones anteriores.
Una de las causas que posiblemente originaron el asentamiento y construcción del sitio en este lugar es que el Cerro de Xochicalco se encuentra en un punto estratégico que facilitó el control económico y político del Valle de Morelos. Los constructores de Xochicalco modificaron y adaptaron la montaña para construir terrazas sobre las cuales erigieron templos, basamentos piramidales, áreas habitacionales, grandes plazas, juegos de pelota, así como túneles que sirvieron para la observación del cosmos.
La planificación y distribución del espacio denota una fuerte diferencia de clases, así como un ambiente conflictivo en el sitio y su entorno. El ocaso de Xochicalco, según las últimas excavaciones arqueológicas, probablemente se debió a una revuelta interna. Las evidencias que se tienen en ese sentido se encuentran en el área central, donde hay una dispersión de objetos lujosos, mutilación y dispersión de esculturas y otros elementos sagrados, además de una gran cantidad de carbón, lo que indica que probablemente hubo un gran incendio. Esto a diferencia de las áreas habitacionales de las clases inferiores, en donde se encuentran los objetos de uso cotidiano y de otra índole en su lugar, es decir, que fueron abandonados paulatinamente y sin violencia.
Fuente: Planet of Aztecz
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