Expondremos sintéticamente el desarrollo de las operaciones de guerra hasta la paz de Basilea, indicando la presencia que, en cada caso, tuvo la unidad en que revistaba San Martín.
Los españoles desplegaron, inicialmente, tres ejércitos sobre la línea de los Pirineos. El principal, de 50.000 hombres, llamado Ejército de Cataluña, se escalonaba desde Barcelona hacia el norte, hasta Figueres, al mando del general Antonio Ricardos. Debía operar ofensivamente sobre el Rosellón, a favor de la superioridad numérica con que contaba inicialmente. En el oeste, un ejército de 15.000 hombres debía proteger las fronteras de Navarra y Guipúzcoa y se hallaba a las órdenes del general Ventura Caro, marqués de la Romana. Cubiertas las dos zonas principales de acceso transpirenaico, se destacó un cuerpo de 5.000 combatientes al mando del general príncipe de Castelfranco, para proteger los flancos y actuar como reserva del ejército de Cataluña.
San Martín, de guarnición en Málaga, es trasladado, en 1793, con su batallón a Zaragoza, donde entra inicialmente en jurisdicción y autoridad del Ejército de Aragón. Poco después su compañía, la cuarta, es adelantada a La Seu d'Urgell, en dirección norte hacia Andorra. Mientras tanto los franceses se habían desplazado a su vez a Puigcerda, bajo el mando del general Dagobert. Por su parte, Ricardos debe operar sobre el Rosellón, defendido por el general La Ouliere. Para ello eludió lo que Lidell Hart llama la "línea de menor espera" y escogió la "aproximación directa", evitando penetrar en territorio francés por La Junquera-Le Perthus. Para asegurar su flanco oeste, ocupó la margen del río Tech y operó en dirección a Le Boulou con toda la masa de sus fuerzas, logrando su captura en una semana. De esta forma quedó en manos del jefe español el nudo de las comunicaciones terrestres que, rápidamente, se convirtió en un campo atrincherado. Finalmente decide, el general Ricardos, eliminar las amenazas que en el otro flanco, el este, significaban los fuertes de Collioure, Saint Elme y Port Vendrés, ya sobre el Mediterráneo.
El 17 de junio de 1793, en el palacio de Aranjuez, el Rey Carlos IV de Borbón, firmaba el despacho de ascenso a segundo Subteniente de la 4a compañía de fusileros, del 2° batallón del Regimiento de Murcia, del hasta entonces cadete José Francisco de San Martín. El 8 de julio, en su cuartel general de Thuir, el general Ricardos dispone el cúmplase de la real voluntad. El futuro Libertador es así, a los quince años, oficial en el famoso ejército de los grandes caudillos militares.
A fines de octubre el general Ricardos dispone que el 2° batallón del Murcia se desplace a Prats de Molló, sobre el río Tech, para subordinarse al Conde de Molina. El nuevo agrupamiento debía atacar en dirección a Torre Batera y La Creu de Ferro, eludiendo por el oeste las posiciones enemigas de Peraldá y Mont Boulou. En estas acciones interviene con todo éxito San Martín.
Pasado un período de inactividad, por la inclemencia del tiempo, Ricardos se sintió asediado por efectivos franceses cada vez más numerosos. La movilización "en masa" les había proporcionado 300.000 ciudadanos para marzo, y 500.000 para agosto de ese año. Frente a estas fuerzas el general español opera con sus 40.000 hombres con acciones ofensivas, apoyadas en el área atrincherada de Boulou.
A la sazón, el ministro Godoy propuso al monarca español un plan, que había sido inspirado por Doumouriez al zar Pablo I, destinado a desembarcar en Normandía, Francia, un ejército aliado ruso-dinamarqués de 36.000 hombres, con el apoyo naval inglés y español. Siguiendo estos propósitos estratégico operacionales y con el fín de asegurar el control del litoral marítimo del Mediterráneo, que permitiera aprovechar el poder naval, el general Ricardos resolvió adueñarse de los fuertes de Banyuis-sur-Mer, Port Vendrés y Saint Elme. Con tal fín se constituyó una agrupación de combate bajo las órdenes del general Curten con el resultado de la captura de las alturas de Mont Boulou, Saint Marsall y las baterías de Villalonga. En todas estas acciones San Martín revistó en la 4a columna del general Carbajal.
El Mariscal de campo De la Cuesta, que había de ganar sólida reputación en las luchas contra Napoleón, reemplaza ahora al general Curten y toma a su cargo las acciones a lanzar contra los fuertes de Port Vendrés, Collioure y Saint Elme. En sus fuerzas están los batallones del Regimiento de Soria y también los del Murcia: en ellos revistan, precisamente, los tres hermanos San Martín. Nuevamente el ejército español conquista sus objetivos y obtiene una victoria.
Simultáneamente se desarrollan otras acciones que empujan a las fuerzas francesas a encerrarse en Perpiñán, cambiando radicalmente la situación: los ejércitos franceses han vuelto a sus fronteras del norte y del este.
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