Fue el conflicto armado que enfrentó, entre 1754 y
1756, a los indígenas de las misiones jesuíticas-guaraníes y los
ejércitos españoles y portugueses, como
consecuencia del Tratado de Madrid o de Permuta, en 1750. Cerca de
500.000 kilómetros cuadrados de territorios, dentro del cual estaban los
siete prósperos pueblos de: San Luis Gonzaga,San Nicolás, San Borja,
San Miguel, San Lorenzo, San Juan Bautista y Santo Ángel, además de
estancias pertenecientes a las reducciones de: Concepción, Apóstoles,
Santo Tomé, Yapeyú y La Cruz que se hallaban al occidente del río
Uruguay, debían ser entregados a Portugal y en el término de un año,
29.191 guaraníes debían salir de la región con todos sus bienes y
trasladarse al occidente del río Uruguay o quedarse y aceptar la
soberanía portuguesa. A cambio, los portugueses debían entregar a los
españoles Colonia de Sacramento.
La noticia del Tratado la comunicó a
los pueblos el superior de las reducciones P. Bernardo Nusdorffer en
1752, quien recibió una rotunda negativa guaraní de someterse a los
designios de los europeos. Los caciques tomaron las armas y al año
siguiente, cuando los demarcadores del nuevo límite, llegaron al puesto
de la capilla de Santa Tecla (hoy Bagé), los guaraníes impidieron el
paso. Portugueses y españoles regresaron al sitio, al mando del
gobernador de Buenos Aires José de Andonaegui, el de Montevideo José
Joaquín de Viana y el de San Pablo y Río de Janeiro Gomes Freyre de
Andrade.
Se libraron varias batallas, destacándose la de Yapeyú
donde los guaraníes al mando de su cacique Rafael Paracatú, lograron
repeler a los españoles, aunque luego fue apresado en el combate de
Daymán y llevado a Buenos Aires. El cacique José Sepé Tiarayú enfrentó a
los portugueses pero fue vencido y luego asesinado por Viana, siendo
sucedido por el cacique Nicolás Ñanguirú. Este comandó las fuerzas en la
batalla de Caibaté (10 de febrero de 1756), siendo exterminadas por el
ejército aliado que masacró a 1.511 guaraníes, incluyendo su caudillo.
Lograron huir unos pocos centenares pero 154 quedaron prisioneros. El
ejército aliado sufrió solo 4 muertos (3 españoles y un portugués). Los
guaraníes antes de huir de sus pueblos los incendiaron. Y lo peor que
nunca se concretó el canje, y en 1761 Carlos III anuló el Tratado de
Madrid. Las misiones quedaron arruinadas, con cerca de 10.000 muertos y
los jesuitas acusados de instigadores de la resistencia fueron
expulsados de Portugal en 1758 y de España en 1767. Los borbones fueron
por más, y consiguieron la disolución de la Compañía de Jesús a través
del Papa Clemente XIV en 1773.
Fuente: Revista IHS
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