Hace 50 años, la Universidad de Yale sacaba a la luz un mapamundi que
probaba la llegada de los vikingos a América cinco siglos antes que
Colón. Y se disparaba una polémica que continúa hasta hoy.
Si bien se reconoce hoy que el pueblo vikingo llegó a América
bastantes años antes que Cristóbal Colón, una de las principales pruebas
lleva 50 años envuelta en la bruma de la duda. A medio siglo de salir a la luz, y luego de innumerables pruebas, el Mapa de Vinlandia sigue guardando sus secretos.
Es
probablemente uno de los mapamundis más célebres y polémicos de la
historia. En el pergamino, que se supone previo a la llegada a América
de Colón, aparecen Europa, Asia, el norte de Africa y Groenlandia. Pero
también una masa de tierra que el manuscrito asegura que fue visitada en
el siglo XI, a la que llama Vinlandia por la abundancia de vides y que
se corresponde con la isla de Terranova.
Apareció a fines de los 50 adosado a una Historia de los Tártaros
y luego de pasar por las manos de varios anticuarios, llegó a la
Universidad de Yale. Allí, un grupo de investigadores entendió que podía
tratarse del primer mapa de la historia en mostrar América, y se decidió mantenerlo en secreto hasta que se publicara junto a una investigación.
Con
sentido de oportunidad, salió a la luz cuando se conmemoraba el
aniversario de la llegada de Colón a América en 1965. Y generó revuelo mundial
como la prueba que faltaba para documentar el viaje del explorador
vikingo Leif Eriksson a América, cinco siglos antes que el genovés. Ya
hacía un par de años que se habían descubierto las ruinas del aparente
asentamiento vikingo de L'Anse aux Meadows en esos inhóspitos parajes canadienses.
"El
mapa de Vinlandia y la relación tártara" fue el libro que mostró al
mundo por primera vez el mapamundi, y comenzaron las discusiones.
La explicación de los académicos de Yale y el Museo Británico: El
mapa fue trazado alrededor de 1440 -medio siglo antes del viaje de
Colón- probablemente por un monje en Basilea, Suiza, utilizando como
fuente para su trabajo material que databa por lo menos del siglo trece.
Quienes planteaban que el mapa se trataba de una falsificación aportaron varios argumentos. Uno de los principales fue la forma de Groenlandia,
que en el mapa de Vinlandia aparece correctamente como una isla, e
incluso con una forma bastante cercana a la real, cuando en muchos mapas
antiguos figuraba aún como una península unida al norte de Rusia y no
se pudo circunnavegar hasta el siglo pasado.
Los análisis de los materiales a lo largo de los años ofrecieron resultados dispares.
Ya en la década del 70 se encontraron en el documento rastros de
anatasa, un mineral que comenzó a sintetizarse recién en el siglo XX,
pero que puede encontrarse, muy raramente, en estado natural.
Pruebas
de laboratorio posteriores establecieron que el pergamino del mapa
databa de comienzos del siglo XV, lo que le daba credibilidad, pero
estudios sobre la tinta dataron el documento en 1923.
En 2004, una investigadora, Kirsten Seaver, incluso señaló al culpable de la supuesta falsificación. Dijo que el mapa había sido obra de Josef Fischer, un cartógrafo jesuita austríaco que murió en 1944.
En
2009, una última voz se alzó para clamar por la autenticidad del mapa.
Rene Larsen, director de la Escuela de Conservación de la Academia Real
de Bellas Artes de Dinamarca aseguró tras cinco años de estudio que el
mapa era auténtico y que los rastros de anatasa provenían de arena usada
para secar la tinta. Difícil que esté dicha la última palabra.
Fuente: Clarin.com
Fuente: Clarin.com
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