FALLECE EL BRIGADIER GENERAL JOSÉ FRANCISCO DE SAN MARTÍN Y MATORRAS.
Desde hacía unos días, el inexorable e infausto final, se presagiaba.
Poco a poco la vida del Libertador de Tres Naciones se iba apagando.
El 17 de agosto de 1850, Don José se había levantado mejor. Tanto es
así, que había pedido que se lo llevara al cuarto de su hija Mercedes,
para que se le leyeran los diarios, imposibilitado de hacerlo por sus
propios medios, a causa de la ceguera que lo aquejaba desde hacía varios
años.
El doctor Jardón, que lo atendía, lo visitó y aconsejó la
asistencia de una hermana de caridad para secundar a Mercedes en la
atención que el enfermo requería.
Cerca de las dos de la tarde, sufrió un ataque de gastralgia que lo dobló del dolor.
Tomado de las dulces manos de su único retoño, la abnegada y heróica
Mercedes, pronuncio unas palabras apenas audibles. Hombre criado en los
rigores de la vida y de la muerte, supo que su final estaba próximo:
Pidió con urgencia ser llevado a su propio lecho, y ante la presencia
de su hija, su yerno, sus amadas nietas y Francisco Javier Rosales,
encargado de la representación de Chile en Francia, exhaló su último
aliento a las tres de la tarde, entrando de esa manera en la Gloria
Perpetua y la Eternidad...
El reloj que colgaba de la pared, quizás
sabiendo que a partir de aquella hora trágica la Historia del Mundo
sería diferente, detuvo su andar justo a las quince horas.
Y así,
aquel hijo de españoles, nacido en un humilde rancho de piedra y paja de
una Misión Jesuítica perdida en el medio de la nada, convertido a
fuerza de entrenamiento, sacrificio y esfuerzo en el mejor soldado de la
América toda, vencedor en San Lorenzo, Chacabuco y Maypo, Cóndor
Supremo de los Andes, Libertador de Argentina, Chile y el Perú, entraba
en el Reino de los Cielos, asumiendo de esta manera su condición de
Santo de la Espada.
Hoy, 17 de agosto, se cumple el 165° Aniversario
del Paso a la Inmortalidad del Padre de la Patria, el Brigadier General
José Francisco de San Martín y Matorras.
San Martín sin lugar a
dudas fue el Gran Libertador de la América del Sur. Porque él no
guerreaba por ambición, ni poder, ni ansias de conquista. Él guerreaba
para darle a los pueblos de su amada América, su Libertad, Independencia
y Autodeterminación.
Su glorioso sable, brilla aún inmaculado y eterno, porque nunca se manchó con sangre de compatriotas.
Allí donde el caballo del Cóndor de los Andes hollaba la tierra... allí los Pueblos eran Libres!!!
¡¡¡GLORIA Y HONOR ETERNOS AL PADRE DE LA PATRIA!!!
Fuente: Granadores Bicentenario
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