D. Bernabé Aráoz |
Quisiera hacer un alto en éste
tema: nótese que el comercio salteño no sufrió la exacción brutal que
toleraron los tucumanos. Aquellos “empréstitos” para el sostenimiento de
la guerra eran absolutamente confiscatorios y los titulares de aquellos
créditos sabían muy bien que nunca podría cobrar sus acreencias.
Ilustrativo acerca de la actitud oficial hacia sus acreedores resulta un
episodio de 1815. Cuando el comerciante gallego don Manuel Posse
solicita ese año al gobernador que le devuelvan 3.000 pesos facilitados
en “préstamo” al gobierno, el ministro fiscal, don Cayetano Aráoz
indignado dictamina:"...Escandaliza, Sr. Gobernador, que un individuo de
la clase enemiga de nuestro sistema, al sexto(sic) año de la libertad
de América, ataque impunemente sus derechos". Sostenía que Posse era "el
más rico de esta capital" y que intentaba cobrar fondos que "no le
hacen falta para vivir opulentamente". En realidad, opinaba que “los
debía simplemente donar”.
Pero ello no terminaba de convencer al salteño quién pedía más y más una ayuda que Tucumán realmente no podía brindar.
En ese clima de tensión permanente, Ibarra pactó con Güemes un
entendimiento para quitarse de encima al molesto e independiente Aráoz,
lo que propició el rompimiento diplomático de ambas provincias con
Tucumán.
Lo cierto es que la elección de delegados al Congreso
convocado por Bustos fue utilizada como excusa por Ibarra, lo que desató
un conflicto institucional que terminó con la declaración de autonomía
santiagueña (27 de abril) y la llegada de Juan Felipe Ibarra al
gobierno, que desempeñará por 31 años desde entonces.
En el
conflicto estaba claro que en el Norte convivían tres caudillos fuertes
que pugnaban cada uno por sus intereses locales y personales; la guerra
se avecinaba, inexorable.
En 1821 finalmente se produjo el
rompimiento de hostilidades. Aráoz quería lógicamente reincorporar a
Santiago. Una fuerza punitiva ingresó a la vecina provincia a efectos de
castigar la ofensa, pero Juan Felipe Ibarra los sorprendió
ocasionándoles una amarga derrota en “Los Palmares”. Antes, el
santiagueño había pedido auxilio a Martín Miguel de Güemes, quien
esperaba una excusa para romper con Aráoz. La “invasión” de los
tucumanos justificó la declaración de guerra contra Tucumán.
D. Juan Felipe Ibarra |
A esas
alturas claramente ya no importaba el resultado de Los Palmares: Güemes
en combinación de fuerzas con Ibarra invadieron con un importante
ejército el territorio tucumano. Los de Ibarra ingresaron por Burruyacu y
se unieron a los salteños que los esperaban al límite norte cerca de la
localidad de Trancas.
Un tucumano -y futuro gobernador-,
Alejandro Heredia, mandaba la liga de salteños y santiagueños, mientras
Abraham González conducía las fuerzas de Tucumán. Estas formaron con la
caballería en los flancos (al mando de Carlos María Garretón y Javier
López); al centro la infantería (mandada por Cornelio Olivencia,
Celedonio Escalada y Juan Pablo Lagos). De la artillería era responsable
Manuel Torrens. Mandaba la vanguardia Eduardo Arias y la retaguardia el
coronel Gerónimo Zelarayán.
Luego de varios intentos de arreglo, las fuerzas en conflicto chocaron en El Rincón de Marlopa, el 3 de abril de 1821.
La "República de Tucumán" triunfó en el encuentro. Salteños y
santiagueños se batieron en retirada, "dejando por trofeos -dice el
parte- toda su tropa de infantería y oficialidad prisionera, y otros
pasados, hasta el número de 400 cazadores de todos cuerpos, 300 de
caballería de línea, 50 oficiales". El campo quedó "cubierto de
cadáveres, teñido con su misma sangre, y mi corazón enlutado al frente
de esta catástrofe", expresaba González en su minucioso informe sobre la
acción, que se editó en hoja suelta.
D. Martín Miguel de Güemes |
Un testigo de esos hechos
fue el neoyorquino Anthony King, quién llegó a la ciudad en 1821 justo
cuando el gobernador Bernabé Aráoz se preparaba para enfrentarse en
combate con el gobernador salteño Martín Miguel de Güemes. Según el
relato, el tucumano había fortificado el edificio de La Ciudadela, pero
era preciso también prevenirse contra un saqueo, ya que el salteño se
proponía dejar libres a sus tropas (tras el triunfo que descontaba) para
que tomaran su botín. Así, “todo hombre y todo muchacho que podía
sostener un fusil fue inmediatamente armado; cada casa llegó a ser una
fortaleza y hasta los tejados de las casas se dispusieron de una manera
que las mujeres pudiesen tirar piedras y otros objetos pesados sobre las
cabezas de los enemigos”. En cada puerta había barricadas “y un
terrible silencio, interrumpido sólo por el tránsito de las patrullas,
se apoderó de toda la ciudad”. El propio King dice haber tomado su lugar
en la casa de Aráoz (actual calle Congreso primera cuadra, junto al
Museo Histórico Provincial), ya que el gobernador se hallaba con las
tropas. El americano fue encomendado por Aráoz para proteger a su
familia. Junto con miembros de ésta subió al tejado. Desde allí
divisaron a Güemes que llegaba con su ejército, “seguido de un convoy
como de 300 carros destinados para el transporte del botín”. Sabemos por
los documentos que era el día 3 de abril de 1821 y que el combate
comenzó a eso de las 4 de la tarde en la Ciudadela. En la versión de
King (que difiere del parte militar) la guarnición del fuerte resultó
arrasada “al primer esfuerzo”, y las fuerzas salteñas entraron a l
ciudad. En las calles, tropa y milicias pasaron entonces tratar de
disputarles el terreno palmo a palmo. Pronto comenzaron los degüellos y
el saqueo de los domicilios. “Fue entonces cuando el gobernador Aráoz,
con vigoroso esfuerzo, reunió a la dispersa soldadesca y cayó
desesperadamente sobre el cuerpo principal del ejército de Güemes,
sacándolo de su posición”. Esto, unido a las aclamaciones del vecindario
cuyas mujeres agitaban pañuelo, dio nuevo entusiasmo las milicias, que
no perdieron su ventaja hasta que arrojaron al enemigo de la ciudad y
persiguieron al resto de su ejército hasta su misma provincia”.
(“Veinticuatro años en la República Argentina”. J. Anthony King.”La
Cultura Argentina” Bs. As. 1921).-
Como era de esperar, el
bravo salteño Martín Miguel de Güemes buscó el desquite y volvió a
entrar en territorio tucumano al mes siguiente; pero otra vez fue batido
dos veces: en Trancas y en Acequiones. Se replegó entonces a Salta,
donde semanas después fue sorprendido por un tiro nocturno que lo
alcanzó en la parte baja de la espalda…murió a consecuencia de la
gangrena días más tarde.
Autor: José María Posse
No hay comentarios:
Publicar un comentario