Dos equipos diferentes de científicos, en sendos estudios publicados en
las revistas Science y Nature, hallaron claros indicios de que algunos
grupos de la zona del Amazonas están genéticamente emparentados con
poblaciones del sureste asiático. Según esos estudios comparativos, los
indígenas suruí y karitiana, que viven en la Amazonia, se parecen
sorprendentemente a los habitantes de Nueva Guinea, Australia o a los de
las islas de Andamán, en el golfo de Bengala. "Esto pone de manifiesto
que la población del 'nuevo mundo' no estaba completamente aislada del
'viejo mundo' tras la migración inicial", según Eske Willerslev, que
encabeza el equipo de la Universidad de Copenhague autor del primer
informe.
"Nuestro estudio presenta la imagen más amplia hasta la fecha de la
prehistoria genética de América. Mostramos que todos los nativos
americanos, incluyendo los principales subgrupos de amerindios y
atabascanos, descienden de la misma ola migratoria", ha declarado
Maanasa Raghavan, investigador del Centre for GeoGenetics de dicha
Universidad de Copenhague.
El grupo encabezado por Willerslev se concentra en el desarrollo de la
inmigración eurasiática a través del Estrecho de Bering, que
aparentemente tuvo lugar en el apogeo del último período glacial, como
máximo hace unos 23.000 años, en una única ola migratoria a través del
estrecho, que por entonces era un puente de tierra. Pero al parecer, los
migrantes eurasiáticos quedaron enclavados en el Estrecho de Bering
durante unos 8.000 años, al cabo de los cuales continuaron desplazándose
a lo largo de la costa hasta llegar a la parte más austral de América
del Sur a más tardar hace unos 14.600 años.
El profesor Johannes Krause, del Instituto Max-Planck de arqueología
genética de Jena, Alemania, califica la semejanza genética entre los
habitantes del Amazonas y grupos del sureste asiático como una
sensación. "Al principio no lo podía creer", dijo. "La señal genética es
muy elevada". Según Krause, la cuestión decisiva es cuál de los dos
grupos llegó primero a América, algo que habrán de determinar nuevos
estudios genéticos.
Ver nota completa en inglés en Nature.com
Fuente: DW.com
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