Don Wenceslao Posse |
Corría el año 1867 cuando el caudillo Federal, Felipe Varela se rebeló
contra las autoridades de la Nación. Por entonces era gobernador de
Tucumán mi bisabuelo Wenceslao Posse. De raigambre liberal, junto a su
amigo José María del Campo y a sus hermanos y primos, había organizado
un esquema de poder muy cercano al nepotismo, pero que para entonces le
resultaba indispensable para asegurar lealtades.
Cuando llegaron
las noticias a Tucumán las tropas de la provincia fueron puestas en
campaña rápidamente. Las órdenes del Presidente Mitre, por entonces
enfrascado en la Guerra del Paraguay, son tajantes: “aniquilar
rápidamente cualquier insurgencia”. El Gobernador Posse pidió permiso a
la Legislatura para acompañar personalmente las fuerzas provinciales.
Asimismo, los jóvenes Ataliva y Faustino Posse son designados "ayudantes
de gobierno en Campaña" y se convocó a los recios Coroneles Ramón Posse
(comandante de leales), José Ciriaco Posse (comandante de Lules)
Segundo Posse (Coronel de batallón General Belgrano) y Manuel S. Posse
(quien integraba el estado mayor de las fuerzas santiagueñas) para la
defensa de las autoridades Constitucionales. Se les sumaban don Juan
Posse (Comandante de la Guardia Nacional de la banda del río Salí) y don
Emidio, por entonces con el grado de Teniente Coronel.
El 16 de
Febrero, el gobernador Wenceslao Posse parte a la cabeza de las fuerzas
tucumanas con las que invade la vecina provincia de Catamarca. Luego de
una serie de combates contra las guerrillas federales, ingresa el 7 de
Marzo en la ciudad de Catamarca a la que limpia de insurgentes. De
inmediato envía a su Ministro José María del Campo con las avanzadas del
ejército a ocupar La Rioja. Al aproximarse la vanguardia del ejército
liberal a la ciudad capital, los montoneros se retiraron
precipitadamente rumbo a chilecito, donde Felipe Varela reunía sus
tropas.
El 18 de Marzo Campo ingresa a la ciudad y de inmediato
reúne a los ciudadanos principales, los que acuerdan designar gobernador
al depuesto Guillermo San Román amigo y sostenedor de las ideas
sarmientinas del grupo possista. Días más tarde llega Antonino Taboada
con el resto del ejército a La Rioja. Como primera medida desconoce la
elección del gobernador San Ramón -no afecto a su persona- y llama a
nuevas elecciones. Esto provocó la ira de Campo y su gente,
produciéndose un ríspido enfrentamiento entre los jefes liberales(9). El
General en jefe de las fuerzas del Norte, Anselmo Rojo -jaqueado por
las presiones de ambos grupos- decide alejar al cura Campo de La Rioja,
enviándolo a Catamarca con el pretexto de resguardar la ciudad de un
posible ataque montonero. Luego, aduciendo motivos de salud delegó sus
atribuciones en Antonino Taboada. Para equilibrar las cargas designa por
decreto del 2 de Abril al Teniente Coronel Emidio Posse, Comandante en
Jefe de la división tucumana situada en La Rioja.(10)
Campo partió a
su destino al mando de la caballería de su provincia, mientras la
totalidad de los cuatro batallones de infantería compuesta por cívicos
tucumanos quedaban acantonados en la ciudad de La Rioja.
Estaba
claro que la hasta entonces conveniente alianza entre los grupos
dirigentes de Santiago y Tucumán había quedado rota . Ya habrían de
dirimir sus diferencias por otras vías. Por lo pronto los monteros
abrían un paréntesis a la disputa.
Felipe Varela |
En la noche del 9 de Abril, los
cuerpos acantonados en la ciudad de La Rioja recibieron la orden de
marchar al Pozo de Vargas. Las patrullas de reconocimiento informaban
que las fuerzas del federal Felipe Varela desfilaban con el propósito de
tomar posesión de la meseta distante a cuatro leguas de la
ciudad.Varela relata los montoneros previos a la batalla: " El 10 de
Abril á las tres de la mañana llegué a las "Mesillas" a tres leguas y
media del enemigo, cuyas avanzadas se batieron ese día, y fue terrible
mi sorpresa al no hallar en las represas una gota de agua para mi gente
ni para las caballadas, cuando todos venían ya acosados por la sed.
Contramarchar al frente del enemigo no me era posible, pues otra columna
me acecha desde Catamarca, y me exponía a que el enemigo que dejaba me
picase la retaguardia y me tomase entre dos fuegos.
Tuve indispensablemente que presentar batalla en ese día, so pena de arruinar por completo mi ejército.
Así fue que a la una de la tarde desplegué la columna en batalla sobre el enemigo”.
El ejército liberal tenía extendida su línea de naciente a poniente. El
ala izquierda estaba compuesta por dos batallones santiagueños al mando
de Manuel Taboada, y la derecha lo componían los batallones de la
infantería tucumana "General Lamadrid", "Río Colorado", "Laureles" y
"Libertad" a las ordenes del teniente coronel Emidio Posse. Engrosaban
el batallón grupos de cívicos Riojanos y Catamarqueños y un escuadrón de
Santiagueños. La caballería en desventaja numérica había sido colocada
en la retaguardia.(13)
El total de las fuerzas del ejército a las
órdenes de Taboada no sobrepasaba los 1.700 hombres. Las tropas
federales por su parte, estaban muy bien equipadas; tenía un fuerte
convoy de carros de municiones y pertrechos de guerra además de dos
cañones. Eran cinco veces superiores en número a las tropas de Taboada;
solamente la caballería -en la que se distinguían dos cuerpos de línea
chilenos- tenían más de 3.000 hombres.
A la una de la tarde del día
10, el enemigo se puso en movimiento; las fuerzas chilenas rompieron el
fuego sobre la derecha de las líneas federales parapetados en unos
cercos.
Los batallones tucumanos contestaron con descargas cerradas,
pero la superioridad numérica era pasmosa. Según la tradición, Taboada
ante las cargas enemigas que hacían retroceder a sus tropas, mandó a la
banda de música que tocara una popular zamba, la cual, como himno de
guerra retempló a sus hombres quienes de inmediato prorrumpieron en
vivas a su general y mueras al enemigo.
El escuadrón "Río Hondo" de
caballería comandado por el bravo Coronel Riojano don Nicolás Barros fue
desecho por los montoneros quienes intentaron romper las líneas
contrarias, pero según el parte de guerra del coronel Pablo Irrasabal:
“El ímpetu de su valor y audacia se iba a estrellar en los bayonetas de
las valientes compañías de infantería que protegían el flanco derecho,
bajo las órdenes del teniente coronel don Emidio Posse, quien tuvo la
gloria de arrojar a balazos fuera del campo un grupo de caballería
enemiga de más de cien hombres que se internó a nuestro campo"...
El propio Emidio Posse relata esta acción: "Las compañías del "General
Lamadrid" (que comandaba en persona) tuvieron que rechazar una carga de
caballería que por el costado derecho trajo el enemigo, lo que efectuó
con el mejor suceso"..."Traído por el enemigo un nuevo ataque y en la
misma forma que el anterior, fue igualmente rechazado; aunque en esta
vez disputó el terreno con menos encarnizamiento que en la primera.
Iniciado un tercer ataque. las compañías 1 y 2del " Genera Lamadrid"
defendieron el campo de las repetidas y vigorosas cargas que la
caballería del costado izquierdo contrario le traían, y el "Libertad"
avanzó a la bayoneta siguiendo el movimiento general de nuestro frente
de batalla"..." Fue entonces que los oficiales Felipe Unzaga y Juan
Posse, quienes formaban en las avanzadas, tomaron un cañón y una bandera
del batallón montoneros"...
Según Posse: "Fue en esas
circunstancias, que aprovechándose el enemigo del ataque general llevado
a vanguardia por toda nuestra infantería, atacó por nuestra retaguardia
con una columna como de 400 hombres de caballería con algunos infantes
en la grupa, internándose hasta el centro mismo de nuestro campo.
Entonces mandé al mayor Maturano que, a la cabeza de la 2ª compañía del
general Lamadrid, atacase de frente a la columna invasora, y colocándome
yo a la cabeza de la 1ª del mismo, llevé el ataque por su flanco
izquierdo, contramarcharon en apoyo de este movimiento, el enemigo huía
ya cobardemente"...Estos batallones de chilenos eran el orgullo de
Varela, por lo que es de suponer el efecto psicológico que causaría el
desbande entre sus tropas. Luego de varias horas de combate bajo un sol
abrasador, respirando el asfixiante polvo que se levantaba, las tropas
de Varela muertas de sed dirigieron un terrible ataque a la posición que
defendía el valiente sargento Mayor José Cueto, para apoderarse del
Pozo de Vargas, que era el único donde podían encontrar agua en la
región. Allí el combate fue terrible, pero la bravura de Cueto y sus
soldados determinó que los atacantes se dispersaran.(18) Varios de ellos
extenuados, se rindieron pidiendo a gritos que se le diera de beber.
Según el relato del Capitán Ambrosio Salvatierra:" El enemigo en
completa derrota abandonó todo su convoy entre el Pozo de Vargas y La
Mesilla. El incansable Unzaga tomó el segundo cañón que había sido
abandonado en el monte, así como gran número de prisioneros, siempre
ayudado por Juan Posse, a quien todos llamábamos el "Loco Posse", por lo
atrevido y valiente.
Grandes grupos de caballería enemiga, vestida
de colorado, cruzaban el campo de Sur a Norte, y poco después se supo
que la ciudad de La Rioja estaba llena de montoneros"... El general
Taboada ordenó al teniente coronel Posse tomar la ciudad; este avanzó al
frente del batallón " Lamadrid ", luego de algunas escaramuzas, los
federales abandonaron precipitadamente sus posiciones. Con esto se
sellaba la contundente victoria de las fuerzas liberales.
El saldo fue de 700 muertos entre los beligerantes, además de centenares de heridos y prisioneros.
En la batalla de Vargas, al decir del doctor Manuel Gorostiaga " se
salvó la Unión Nacional". En efecto, de haber triunfado el levantamiento
federal, las fuerzas nacionales -en guerra con el Paraguay- hubieran
tenido que dejar libradas a su suerte a las provincias del norte, ante
la imposibilidad de atender dos frentes de batalla, con el consiguiente
peligro de disgregación que esto acarrearía.
Autor: José María Posse
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