El Arzobispado cuenta con una documentación privilegiada que guarda
miles de documentos respaldados digitalmente y que dan cuenta del
quehacer de la arquidiócesis desde su fundación
Es una verdadera biblioteca que guarda los pasos de la Arquidiócesis
de La Serena durante su historia y que da cuenta no solo de archivos de
bautizos, casamientos, primeras comuniones, sino que también
documentación del quehacer de los arzobispos que han pasado por la
iglesia.
Si bien era conocido, como ocurre en la Iglesia Católica en general,
que cuentan con un sinnúmero de archivos, acá se dio un paso más
adelante al postular a un proyecto que finalmente fue financiado por el
Fondart regional denominado “Documentación y Conservación del Archivo
Histórico del Arzobispado de La Serena”.
La idea fue conservar el valor histórico y patrimonial, cuyo proceso se
cerró con una ceremonia que se realizó el hall principal del
arzobispado y que fue encabezado por monseñor René Rebolledo
El objetivo principal fue dar valor a las colecciones históricas del
Arzobispado, a través de una intervención integral de documentación,
conservación y difusión de los archivos patrimoniales.
El proyecto posibilitó ordenar los documentos, para luego entregar una
conservación adecuada mediante un estudio climático de las condiciones
del lugar donde se resguardarán los archivos y así poder dar a conocer a
la comunidad en general la existencia de la documentación. Todo esto
fue posible gracias a la alianza estratégica con el Consejo Nacional de
las Culturas y las Artes, mediante su programa de Conservación y
Difusión del Patrimonio y el Fondart 2014.
El archivo digital ha quedado respaldado debidamente, en tanto que el
material original, que componen carpetas, documentos, hojas y libros,
están dispuestos en una dependencia especial con doble puerta al
interior del arzobispado.
Hay personas encargadas de continuar con los archivos, como el quehacer
de monseñor Manuel Donoso en su larga estadía encabezando los destinos
de la arquidiócesis, en cuya documentación se trabaja en la actualidad y
que incluso aún no tiene rol.
En este espacio hay importante documentación de los arzobispos que han
pasado por esta ciudad, siendo la documentación más antigua la que
corresponde a monseñor José Agustín de la Sierra, cuyo período abarcó
entre 1844 y 1851. Aunque estos no son los documentos más antiguos, ya
que estos archivos conservan partidas de bautismo, por ejemplo, del año
1645.
Pero también se encuentran documentos de monseñor Justo Donoso, quien
encabezó la Iglesia entre 1858 y 1868, siendo sucedido, según los
registros, por monseñor Manuel Orrego Salas, quien se hizo cargo desde
1868 hasta 1887. Posteriormente asumiría monseñor Florencio Fontecilla
Sánchez, entre
1890 y 1909.
INCENDIO DEL ARZOBISPADO
Si bien se puede constatar, los períodos de todos los arzobispos, a
partir de 1844, antecedentes que no están registrados en estos escritos,
como el incendio del arzobispado, que se transformó en todo un
misterio.
Según antecedentes que se han transmitido como historia oral y que no
pueden ser corroborados, señalan que el 31 de marzo de 1936, cuando era
arzobispo de La Serena monseñor José María Caro, ocurrió un incendio que
dio cuenta del edificio del arzobispado y que terminó extendiéndose por
casi toda la cuadra, afectando a los Tribunales de Justicia y al
edificio municipal.
Ese día las llamas se habrían iniciado precisamente en el espacio donde
se guardaban los archivos, sin que se pudiera comprobar cómo
efectivamente ocurrió, aunque rondó siempre la presunción de que el
incendio había sido intencional, con el objeto de ocultar un robo que se
estaba planificando o para dejar en evidencia de que en el recinto
había joyas valiosas, ya que allí se guardaban piezas de oro que eran
parte de la Iglesia de Andacollo.
Juan Arancibia, encargado de propiedades y archivos del arzobispado,
corrobora lo del incendio y confirma que sólo hubo “presunciones” de que
fue intencional. Lo que sí confirma es que el edificio terminó
completamente destruido y que el fuego dio cuenta de parte del tribunal y
de la municipalidad.
Según la historia oral, las presunciones de que fue intencional se
basarían en que había unos habitantes de La Serena, que después que
ocurrió el siniestro, estas personas bajaban la mirada cuando se
cruzaban con el arzobispo o con los sacerdotes.
Lo que sí está registrado es que el edificio demoró dos años en
reconstruirse y se levantó gracias a un préstamo de 800 mil pesos de la
época y un donativo de otros 200 mil pesos de la Caja de Auxilio.
De todas formas en ese incendio los sacerdotes lograron rescatar alguna
parte de los archivos, los que en la actualidad han sido seleccionados,
guardados y debidamente clasificados.
LOS ARCHIVOS LA DIÓCESIS
Gracias al trabajo que se realiza, se puede tener acceso a la bóveda
donde se reúnen los ejemplares, conocer detalles de cómo es la intensa
labor para ordenar la documentación y su conservación. Conocer de
antiguas actas bautismales y de matrimonio y conocer los archivos que
fueron rescatados del fuego.
Se trata de más de 2.500 volúmenes, con archivos de antigüedad, que
datan del siglo XVII y XVIII, como otros documentos muy importantes y
que dan cuenta no sólo de algún aspecto en particular, sino también del
contexto eclesial, social y político en que fue emitido.
Como dato, es válido señalar que la diócesis de La Serena fue creada
por la Bula “Apostolicae Sede Fastigium” del 01 de julio de 1840 y a
partir de ese año se fue generando documentación eclesiástica variada
que permitió la creación del archivo institucional que fue
incrementándose con los años.
Pero el incendio de 1936 destruyó una parte de la documentación; no
obstante, a partir de esa fecha y
en particular a raíz de la elevación
al rango de arquidiócesis de La Serena en 1939 siguió aumentando la
producción del material histórico.
MUERTE DEL ARZOBISPO
Otro hecho amargo que golpeó duramente a la arquidiócesis de La Serena,
fue la muerte del arzobispo Juan José Subercaseaux, la única autoridad
eclesiástica de la zona fallecida en pleno ejercicio.
Su trágica muerte ocurrió el 9 de agosto de 1943. Ese día, monseñor
Subercaseaux había sido invitado por una empresa minera a celebrar a su
patrono en la localidad de Condoriaco. Sin embargo, antes de que viajara
se le advirtió que no lo hiciera ya que las condiciones del tiempo
cambiaron y llovía copiosamente. Tanto es así, que la visibilidad era
escasamente de dos metros por la cortina de agua que caía. Pero a pesar
de esos datos, el arzobispo decidió ir de todas formas a acompañar a los
mineros para celebrar a San Lorenzo, que es su patrono.
Ese día, el automóvil que guiaba, chocó con una gran piedra y se volcó,
yéndose a un barranco que había en ese lado del camino, pasando el
vehículo por encima y aplastándolo.
Debido a las escasas comunicaciones con las que se contaba en la época,
no se supo que había sufrido un accidente hasta que pasó por el lugar
un camión de la mina donde lo habían invitado, donde lo subieron y lo
trasladaron hasta el retén de Condoriaco, donde trataron de reanimarlo,
pero ya estaba muerto.
Se presume que el largo tiempo que permaneció en el lugar accidentado
le costó la vida al no recibir asistencia médica oportuna.
En el retén de Carabineros se le administró la Santa Unción y el 10 de
agosto, a las 17:00 horas, sus restos fueron traídos al arzobispado,
procediendo a su velatorio en la capilla del lugar, para ser sepultado
el 12 de agosto en la Catedral de La Serena. Desde entonces hasta la
actualidad, en esa fecha se abre su cripta para que los fieles la puedan
visitar.
AUTORIDAD ECLESIÁSTICA
Monseñor René Rebolledo, arzobispo de La Serena, destacó el trabajo que
se ha realizado con el archivo eclesial, indicando que el proyecto es
de trascendencia, puesto que se posee documentación histórica muy
valiosa, que data del siglo XVII en adelante. “Gracias a la colaboración
del Fondo Nacional del Desarrollo Cultural y las Artes, Fondart, Región
de Coquimbo, se ha podido ordenar el archivo mediante una técnica, como
también un uso de materiales que resguarden y conserven este
patrimonio, para el presente y el futuro”, dijo.
También destacó en este proceso el concurso de la directora del Consejo
Nacional de la Cultura y las Artes, Lenka Rivera; de la gestora
cultural del archivo, Gabriela Alt y de Juan Arancibia, colaborador de
parte del Arzobispado para el proyecto. Monseñor Rebolledo sostuvo que
“el anhelo es que este archivo sea una fuente de consulta para quienes
manifiesten interés por tal o cual documento histórico, por el entorno
social y cultural en que el hecho o acontecimiento se puso por escrito.
Estoy cierto que el archivo, con su puesta al día, representa para la
Arquidiócesis de La Serena, como también para la región, un verdadero
patrimonio”.
Fuente: diariodeldia.cl
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