El arqueólogo chino Tang Jigen está dispuesto a financiar una
investigación genética para encontrar vínculos que conecten la dinastía
china Shang con las civilizaciones peruana preíncas. Si dicha conexión
se demostrara, significaría que los chinos llegaron al continente
americano antes que Cristóbal Colón.
El mayor experto chino en la dinastía Shang, el arqueólogo Tang
Jigen, está dispuesto a realizar pruebas de ADN para determinar si
existió una conexión temprana entre la dinastía Shang y las
civilizaciones preíncas. De esta forma también se comprobaría que
navegantes chinos arribaron al continente americano mucho antes que
Cristóbal Colón.
“Hasta el momento no tenemos evidencia científica, aunque hay
estudiosos chinos que han propuesto esta teoría a partir de leyendas
sobre el desplazamiento de un grupo humano perteneciente a la dinastía
Shang. Hay que hacer estudios comparativos más profundos”, propone Tang,
de la Academia de Ciencias Sociales de China
Desde hace dos décadas, los investigadores chinos Song Baozhong y
Wang Dayou estudian los contactos entre la antigua China y la América
precolombina. En el 2006 recorrieron el Perú, Ecuador y Bolivia, tras
los pasos de lo que se conoce como el “viaje de los Yin hacia el este”.
De acuerdo con sus hipótesis, los antiguos peruanos tendrían origen
chino.
La última capital de la dinastía Shang estuvo ubicada en la ciudad de
Yin. Fue allí donde el reinado alcanzó su apogeo, pero también su
ocaso. Este período se conoce como Shang-Yin. Según antiguos libros
chinos, cuando la dinastía colapsó, un desencantado príncipe Yin, que
rechazó ceder el poder a sus enemigos, partió de China con su ejército y
se dirigió hacia el este.
Los expertos chinos afirman que los clanes que dieron forma a las
culturas de México y el Perú son descendientes directos de los Yin. La
última etapa de la dinastía Shang coincide cronológicamente con la
primera etapa de la cultura Chavín. Desde entonces, los intercambios
podrían haber sido más frecuentes y en distintas épocas.
DINASTÍA MADRE
En 1999, el arqueólogo Tang hizo historia cuando descubrió vestigios de
una antigua ciudad amurallada de la dinastía Shang (1600 a.C - 1046 a.C)
en la provincia de Henan. No solo es la primera dinastía china cuya
existencia está comprobada con hallazgos arqueológicos, sino que además
es considerada la cuna de la civilización china.
“La historia de la escritura en China se inicia en la dinastía Shang.
Los huesos oraculares son evidencia científica de que se trata de uno
de los sistemas de escritura más antiguos del mundo”, explica el
experto. Estas inscripciones se hicieron sobre caparazones de tortugas y
huesos de animales, en ocasiones con un pincel.
A través de los huesos oraculares se ha podido conocer la genealogía
real completa de la dinastía Shang, así como sus creencias y
organización social. “El culto a los ancestros, el concepto de familia y
los ritos son de esa época”, señala Tang. El bronce estaba destinado a
vasijas ceremoniales y armas.
Según el arqueólogo, la estructura arquitectónica llamada ‘siheyuan’,
compuesta por un patio rodeado por cuatro edificios, y que perduró
hasta el siglo pasado, aparece en la dinastía Shang. En el sitio
arqueológico de Yinxu –donde habitaba el grupo Yin– se han encontrado
tumbas y palacios que son prototipos de la arquitectura china.
“Mataron a mucha gente y esa fue una de las razones de su fin. Hacían
sacrificios humanos para honrar a sus ancestros. Las víctimas podían
ser de buena posición social o esclavos. Pero también secuestraban a
campesinos para sacrificarlos. Hemos encontrado muchos cuerpos sin
cabeza”, cuenta el arqueólogo.
EXTRAÑAS COINCIDENCIAS
A principios del 2014, durante una visita académica, un profesor de la
Universidad de Stanford le mostró piezas de la cultura Chavín. Tang
reconoció ciertas similitudes con la dinastía Shang. “Aunque hasta aquí
no podemos concluir que los Yin cruzaron el océano rumbo a Mesoamérica.
Aún estamos lejos de ese punto”, sostiene.
Contemporánea a la dinastía Shang floreció la cultura Sanxingdui, en
la provincia de Sichuan, considerada una misteriosa civilización que no
aparece documentada en los antiguos libros chinos. Hallazgos como
grandes máscaras cubiertas de láminas de oro y cabezas de bronce son
hasta hoy un enigma para los especialistas.
Un motivo que aparece en las vasijas de bronce de la época Yin
(dinastía Shang) y en las máscaras de Sanxingdui es el Taotie, una
mezcla de dragón y felino, con ojos protuberantes, marcadas ventanas
nasales, colmillos, cuernos y garras. Suele estar representado con un
cuerpo y dos cabezas que pueden ser de dragón, fénix o serpiente.
Se trata de un ogro de la mitología china, uno de los 9 o 14 hijos
del dragón. Su nombre se debe a su voraz apetito. Es un tótem protector
que está ligado a un contexto religioso o de guerra, ya que se registra
en piezas o herramientas que cumplen estas funciones. Simboliza la
valentía, la agresividad y la fuerza.
Para Song y Wang, este elemento chino está presente en cerámicas y
esculturas preincaicas, siempre de carácter religioso o guerrero. El
felino de la iconografía Chavín es en realidad la representación de
Taotie, que además aparece en un pectoral de oro y en la Estela de
Raimondi, afirman convencidos.
Estas y otras representaciones –según los estudiosos chinos– se
extienden a las culturas Mochica, Nasca, Paracas y hasta los incas,
donde además es posible reconocer antiguos caracteres chinos en
ceramios, artefactos, túnicas, tapices y geoglifos. En todos los casos,
los trazos están dispuestos y vinculados al concepto de poder.
“Hemos llegado al punto de que es necesario hacer estudios
científicos. Propongo comparar el ADN de restos de la dinastía Shang con
los de la cultura Chavín o posteriores. Podemos mandar las muestras a
laboratorios en EE.UU. o Canadá. Solamente con estas pruebas
confirmaríamos un pasado compartido”, plantea Tang.
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