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miércoles, 1 de octubre de 2014

Sobre Héroes Olvidados: Aquellos Tucumanos de 1812

Los nombres de los tucumanos quienes dieron vidas y fortunas a la patria, fueron, en su mayoría olvidados por la historia oficial. El indiferentismo comarcano hizo mucho por mantenerlos en el olvido.

Tal el caso de don Miguel Pérez de Padilla, patriota de la primer hora, quién prestó plena colaboración a la causa revolucionaria, Belgrano mismo le agradeció en una nota fechada el 20 de Septiembre de 1812, las noticias que le comunica acerca del movimiento de los enemigos y los 25 hombres armados de acaballo que le pone a disposición .

Muchos fueron los sacerdotes, quienes no sólo colaboraron con la prédica revolucionaria, sino que también acompañaron a las tropas jugándose la vida en aquellos sangrientos entreveros, tal el caso de Miguel Ignacio de Alurralde, capellán del Ejército del Norte, o su auxiliar, el también sacerdote José Gabriel Díaz.

Como no recordar al bravo Esteban de Figueroa, capitán distinguido por sus condiciones de mando, quién acompañó al ejército en todas sus vicisitudes en aquellos años. Al igual que los hermanos Alejandro y Felipe Heredia, quienes tendrían en los años subsiguientes una rutilante actuación pública en Tucumán y el NOA.

También oficiales que sirvieron a la patria como José Ignacio Murga y Pedro Roca, cuyos apellidos honran a Tucumán y la historia argentina.

Baltazar Tejerina, uno de los primeros médicos militares, quién sirvió bajo las peores condiciones, dando muestras de heroísmo y entrega a su vocación y a la causa. También su pariente, el capitán Tomás Tejerina, valiente y arrojado, gran amigo de José María Paz . Tía de ambos fue la matrona Agueda Tejerina de Posse, mujer de un prominente realista, siendo ella una patriota entregada a la causa, a la que donó buena parte de sus joyas heredadas . Fueron muchas las mujeres valerosas, quienes se quedaron en la ciudad para oficiar de enfermeras o a ocupar el lugar que su general o el destino les ordenara. Otras igualmente determinadas, llegaron al grado de sentar sus posiciones frente a la de sus maridos, tal el caso de doña María Elena Alurralde, mujer del rico comerciante español José Ignacio de Garnendia, amigo de Pío Tristán, quién como ya vimos, al enterarse que el general realista pretendía almorzar en su casa, según tradición familiar exclamó: Además del baño le voy a preparar una horca, cuya cuerda y dogal serán trenzados con los cabellos de las tucumanas… No conocemos de mujeres que a imagen de Manuela Pedraza, durante las invasiones inglesas tomaran las armas, pero de seguro muchas estuvieron dispuestas a hacerlo, conocido como es el temple de las hijas de ésta tierra.

Dos de los más arrojados fueron y que figuran en los partes de guerra fueron el teniente Rufino Valle y el capitán de húsares Gerónimo Zelarayán.


Otros continuaron la lucha en la guerra de guerrillas defendiendo el límite norte del país a las órdenes de Güemes, tal el caso del cabo José Mariano Salas o Gregorio Escobar, éste de origen indígena .

Hubo quienes no pelearon directamente, pero prestaron una inestimable ayuda a la causa, tal el caso de Rufino Cossio. En su libro aún inédito sobre su familia, el Dr. Raúl Cossio narra las peripecias de su antepasado, que constan en actuaciones llevadas a cabo por Don Rufino Cossio del gremio de troperos de carretas tendientes a que se le abonara los gastos que tuvo que pagar de su propio peculio a los efectos alistar la tropa, conchabar peones, fletar boyadas, y todo lo demás que exije este tráfico, que insume crecidas cantidades con las que se trasladó los enseres del ejército del General Manuel Belgrano que venía en retirada desde la ciudad de Jujuy hasta Loreto en Santiago del Estero en el mes de Agosto de 1812, que de otro modo hubieran sido presa del enemigo por la escasez de fondos en lo que se dio en llamar el Éxodo Jujeño.

En su nota de pedido también se refiere a lo complicada que resultó la tarea, atento a lo calamitoso del tiempo, y precipitación con que se formaron y marcharon dice también que el contrato estipulaba trasladar los enseres “hasta esta ciudad –se refiere a San Miguel de Tucumán- pero como cargaba el enemigo se condujo la tropa hasta la localidad de Loreto, jurisdicción de Santiago del Estero. Allí renunció a cobrar los kilómetros extras del acarreo, donándoselos a la provincia.

Acompañó en su presentación una nota firmada el 1° Agosto de 1812 por Don Francisco Ugarte en la que se lee: El Ministro Tesorero entregará a don Rufino Cossio la cantidad de 1200 p. importe de 12 carretas… cada una se ha contratado… para la acomodación de los enseres del ejército en conformidad de las órdenes… del General don Manuel Belgrano a esta tenencia de Gobierno de Tucumán .

Fuente: "Tucumanos en la Batalla de Tucumán". José María Posse.Tucumán, 2012.-

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