El conquistador tomó como esposa entonces a la viuda de Atahualpa, el inca a quién él había ordenado ejecutar, que le dio dos hijos
¿Quiénes fueron las dos princesas que Francisco Pizarro desposó en Perú? Esta es su historia, según el relato de Carmen Martín Rubio: «La primera fue Quispe Sisa,
hija del emperador Huayna Capac y de una poderosa curaca de Huaylas,
del territorio de los Lucanas, llamada Contarhucho. No se sabe nada de
su vida hasta que en 1533 se trasladó a Cajamarca para acompañar a su medio hermano Atahualpa. El Inca la entregó a Francisco Pizarro González, el jefe de los hombres recién llegados de tierras desconocidas
y según el diario de Inés Muñoz, cuñada del conquistador, éste aceptó a
la joven de muy buen grado; lo cual es comprensible pues tenía entre
dieciséis y dieciocho años, era hermosa y muy alegre por lo que Pizarro la llamaba “Pispita”, que quiere decir “Alegre” y “Simpática”; fue bautizada con el nombre de Inés y llevó los apellidos de sus progenitores: Guaylas Yupanqui».
Como es sabido, dio dos hijos al conquistador: Francisca,
nacida en 1534 y Gonzalo en 1535. Según la historiadora, «debió de tener
gran ascendencia sobre él debido a que en Cajamarca resolvió graves
problemas de abastecimiento y porque su madre, la curaca guerrera de
Guaylas, en mayo de 1536 envió un ejército a la recién fundada Ciudad de Los Reyes, después conocida por Lima, que había sido sitiada por el general inca Quiso Yupanqui, y mediante su ayuda se puso fin al asedio».
Podría parecer que la unión estaba totalmente consolidada.
Sin embargo no fue así. Se ignora qué causas propiciaron la ruptura:
«Pudo ser que Inés se enamorara de Francisco de Ampuero,
un apuesto joven que había llegado con Hernando Pizarro y que pasó a
trabajar como paje del gobernador, o tal vez fue el mismo Francisco
quien se enamoró de otra bella princesa llamada Cuxirimay Ocllo». Martín
Rubio no tiene datos para ir más allá.
Pero en 1536 había dos personas más en medio de la pareja:
el paje español y la princesa inca. Inés y Ampuero se casaron
finalmente en 1537 o 1538, porque en este último año nació el hijo de
ambos: Martín Ampuero Yupanqui. «Para sorpresa de todos, Pizarro, además de bendecir el matrimonio, entregó a los desposados una encomienda -relata
la historiadora-. Los que estaban cerca de él creyeron que había
aceptado bien la relación de su hasta entonces mujer con el paje, pero
en el fondo no debió de ser así pues, cuando la pareja se estableció en
su propio domicilio, separó de la princesa a sus hijos, de tres y dos
años respectivamente, y los dejó en palacio bajo la tutela de su cuñada
Inés Muñoz para que recibieran educación española».
Conocer la templanza de Pizarro ante este despecho contradice
al cliché del conquistador sanguinario y vengativo. Casi hace que
pensemos por comparación en la guerra que desató, por algo parecido,
Elena de Troya. Así que, ¿con quién se fue Pizarro? Con la bellísima viuda de Atahualpa.
La viuda de Atahualpa
Con una descendiente del noveno Inca Pachacuti, «el
reformador del mundo andino. Cuxirimay Ocllo había sido la esposa
principal de Atahualapa y estuvo a su lado hasta el 23 de julio de 1533,
día en que fue ejecutado. Al decir de los cronistas, la muerte de Atahualpa sumió a Cuxirimay en una enorme tristeza y hasta intentó suicidarse para acompañarle en la vida de ultratumba, en la que creían los habitantes andinos», nos recuerda Martín Rubio.
Es un panorama difícil de imaginar: el mundo en el que había vivido la princesa se desmoronaba.
Su única opción era integrarse en la sociedad hispana (lo que suponía
bautizarse y recibir instrucción cristiana). En 1536 Francisco Pizarro
comenzó a interesarse por ella, y es de suponer que verse cortejada por
quien había decretado la muerte de su marido no sería fácil de asumir,
por más que el gobernador se hubiera visto obligado a ordenar la ejecución y, al cumplirse, sus ojos hubieran acabado arrasados por las lágrimas, como los de ella.
La historiadora confiesa que no se sabe cuándo cambió de opinión, pero poco después se llamaba Angelina, oficialmente llevaba el apellido Yupanqui y estaba adaptada a las formas de vida españolas. Como cuenta Juan de Betanzos, «el marqués la tomó para sí» presumiblemente en 1539, pues a finales de ese año nació su primer hijo y en 1540 el segundo.
¿Por qué la eligió Pizarro cuando ella tenía 16 años y él casi sesenta?
Carmen Martín Rubio propone dos hipótesis: «Los públicos escarceos de
Inés Guaylas con Ampuero, o tal vez, como escribió en su Diario su
cuñada Inés Muñoz, por la atracción que sintió hacia ella». Pero la
historiadora no desprecia las razones de Estado: «Reforzar su jerarquía, apenas aceptada por el pueblo vencido,
al compartir su vida con una mujer de la más alta estirpe indígena y
también el deseo de dejar descendencia entroncada con la rama del gran
Pachacuti». Nunca podrá saberse. Pizarro fue asesinado en 1541, antes de legitimar a sus dos hijos con Angelina o expresar alguna de estas intenciones.
Fuente: abc.es
hola como estas? gracias por este blog guia de estambul
ResponderEliminarEs posible que Inés Pizarro de Villacastin madre de Francisco Hernandez Ortiz Pizarro, esté vinculada a ésta descendencia.??
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