III.
Estructuración de la estancia de San
Ignacio de la Cocha
La Estancia de San Ignacio
pertenecía al colegio de Santiago del Estero, por lo que dependía en lo
eclesiástico de esa ciudad y en lo civil, pertenecía a la jurisdicción de San
Miguel de Tucumán.
La Estancia de San Ignacio
era el sostén económico del colegio jesuítico de Santiago del Estero, y sus
límites eran al norte el río Marapa; por el sur ingresaba al territorio de
Catamarca (sierra del Alto) y a Santiago del Estero; el límite al oeste eran
las cumbres del Aconquija; y el límite este era el territorio de Santiago del
Estero (sierra de Humaya).
La Estancia de San Ignacio,
tenía como centro el casco homónimo, y poseía además, estanzuelas, puestos y
potreros que eran parcelas agregadas al casco principal.
En los inventarios, en 1767,
figura el nombre de las siguientes parcelas pertenecientes a San Ignacio:
1) Estancia
de Gualcoma: distante del casco tres leguas.
2) Tierras
de Quimilpa: distante del casco seis leguas.
3) Estancia
de Cochuna: distancia del Casco dieciséis. Leguas: ubicada en la sierra del
Valle de Catamarca.
4) Sobras
de las tierras de Alipilan.
5) Tierras
de Glapachin o Llapachin.
6) Estancia
de San Ignacio.
7) Puesto
de la invernada: ubicado sobre el río Marapa, sobre la parte del monte.
8) San
Francisco o Guacra.
9) El
Rosario.
10) San
Antonio.
11) Potrerillo
12) Pozo
Doña de Luisa
Todas las tierras estaban
comprendidas en el recinto de la estancia de San Ignacio salvo Cochuna.
Producción
de las Parcelas que componían la estancia de San Ignacio.
La
estancia de San Ignacio comprendía parcelas que se especializaban en producción
de ganadería vacuna y en menor medida mulas. Las estancias jesuíticas, por lo
general tenían como objetivo fundamental el auto- abastecimiento del consumo de
colegios, dependencias y de las estancias mismas, pero, también producían un
excedente que era colocado en un mercado local y o regional.
La
cría de yeguas era realizada en la estancia de Gualcoma y en los puestos de El
Rosario y San Antonio.
La
invernada de mulas era realizada en San Francisco y Quimilpa donde también se
desarrollaba la bollada o marca del ganado.
Había
particulares que entregaban a los padres procuradores de San Ignacio, el ganado
para su invernada, a través de contratos que suponían una ganancia para la
estancia.
El ganado vacuno era criado y/o engordado en
los potreros o puestos como el de la Invernada, Monte Redondo, San Francisco,
Quimilpa y el Potrerillo.
El
ganado (vacuno y mulas) era transportado a través de arrias desde los lugares
donde se reproducía (Santa Fé, Córdoba, Buenos Aires) hasta los potreros donde
se los ubicaba para cría y engorde.
En
las estancias el ganado (vacuno) era utilizado para el consumo del personal de
los establecimientos, y en el caso de San Ignacio, los cueros eran curtidos y
luego trabajados en la lomillerìa o talabartería del casco. Gran parte de las
mulas y las vacas de la estancia eran conducidas a Salta (La Tablada), donde en las ferias era
vendida a comerciantes que las trasladaban a el Alto Perú (Chuquisaca y Potosí),
ya que, “…a pesar de la disminución de la producción de plata de Potosí, el
nivel más bajo fue en 1730, el Alto Perú seguía generando en la región una
demanda muy importante de ganado vacuno y mulas.
Además del ganado vacuno y
las mulas había en los potreros y puestos de San Ignacio, yeguas, caballos, y
burros , ya que seguramente se realizaba la reproducción de equinos por la
cantidad de yeguas existentes (2056), caballos (330) y burros (169).
Los bueyes existentes (100)
indicaba la inserción de la estancia en un mercado que necesitaba animales para
el transporte en carretas, estos podrían
haber equipado una caravana de 25 carretas. Se infiere que, por la existencias de
carretas, San Ignacio podrían haber transportado su producción excedente de
manufacturas en cuero y madera a San Miguel de Tucumán y Santiago del Estero
La cantidad de ovejas (300)
indican el uso de estos animales en la producción de lana, la que seguramente
era colocado en un mercado externo, propio de un clima más gélido, que
demandaba del producto.
Por las obligaciones a favor
de la estancia, se infiere que las misma estaba inserta en un mercado local muy
modesto, que compraba ganado y productos manufacturados, producido en el casco,
los cuales eran pagados a la Compañìa de Jesùs, en insumos necesarios para el
funcionamiento de los talleres existentes en el casco, principalmente algodón. También
se realizaban ventas al contado que era pagadas en plata metálica, generalmente
estas ventas eran efectuadas por sumas importantes de dinero y fuera de la
localidad de la estancia (Santa Fé, Salta, Córdoba).
Los puestos y potreros que
integraban San Ignacio tenían capataces, uno por puesto y generalmente eran
esclavos, también había peones conchabados los que cobraban en metálico, en
promedio, un cuarto del salario, el resto era pagado con productos que se
fabricaban en el casco de la estancia (harina, suelas, frenos, sombreros, lienzo
de algodón, etc.). Menos de la mitad del personal de los potreros y puestos
eran esclavos, el resto eran personal libre.(ver cuadro 1)
Hacia finales de la
administración de la estancia de San Ignacio por parte de Pedro López de
Urmendía (1784) los puestos quedaron sin el ganado vacuno, luego de las ventas
realizadas, la gran parte del ganado existente fue
la torada, y novillada de la hacienda, que tenía.
Además se vendió gran parte de la mano de obra esclava que atendía los puestos
y potreros, el ganado quedó alzado, y sin poderse contar. El personal que quedó
a cargo, era gente conchabada sin el conocimiento del terreno de serranías y
quebradas extensas y muy boscosas. (ver cuadro 2)
Una importante compra de
ganado vacuno, la realizó en 1774 un importante vecino de San Miguel de
Tucumán, Vicente Escobar, presidente de la Junta Municipal de Temporalidades de
esa ciudad, quien compró en un remate de la
Junta Municipal de Temporalidades de Santiago de Estero, 1500
vacunos que fueron pagados en tres partes: una parte (491 pesos) pagado al
momento de la operación, las otras dos partes (736 pesos y 1127 pesos) una por
año.
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