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lunes, 11 de agosto de 2025

Mujeres ejemplo: pioneras y benefactoras de la sociedad

Por José María Posse 

Historiador, escritor, abogado. 

En tiempos en que la mujer sufría restricciones sociales y políticas, su rol decisivo en las instituciones benéficas fue determinante para la asistencia de los más carenciados. Dos referentes de antaño.

Serafina Romero de Nougués



En el Tucumán de antaño, en una sociedad en la cual la mujer no tenía muchas posibilidades de actuación, las entidades benéficas les abrieron las puertas a efectos de desarrollar, con bastante autonomía, una serie de trabajos en bien de la comunidad. Desde ellas demostraron sus capacidades extraordinarias.

Desde mediados del siglo XIX y hasta bien entrado el XX, en tiempos en los que todo estaba por hacerse en relación al rol del Estado en materia de salud pública, un grupo de mujeres tucumanas encararon una eficaz tarea en la atención de las necesidades primarias de los pobres y de toda la comunidad, especialmente en tiempos de crisis y epidemias.


Es de destacar que no recibían ayuda alguna del Estado: ellas se encargaban de conseguir los fondos necesarios para el desarrollo de las actividades. Generalmente era dinero de donaciones conseguidas de sus familiares y conocidos, incluso muchas de ellas legaron lo que habían heredado de sus mayores.


Dorotea Terán de Paz

Sociedad Benéfica

Nuestra provincia tuvo una institución pionera en la atención  de la mujer en todos los aspectos de su vida. El 2 de junio de 1858, por decreto, el gobernador Marcos Paz (quien luego fue vicepresidente de Bartolomé Mitre), creó la Sociedad de Beneficencia de Tucumán. (“Álbum General de la Provincia de Tucumán, en el Primer Centenario de la Independencia Argentina” -Buenos Aires, 1916-, sin foliación).

En el artículo tercero, el decreto de creación de la entidad entregaba a la administración de la institución “la educación de las niñas, hospitales y todo establecimiento público que pueda establecerse por la caridad pública”.

La primera comisión directiva fue presidida por Dorotea Terán de Paz, acompañada por un grupo notable. Estas mujeres tuvieron la tarea de dar formación a la que sería una institución modelo a seguir en el país. Fueron atrayendo a otras, que formaron un núcleo gravitacional para toda actividad en beneficio de las mujeres. Desde la primera edad en educación, hasta la vejez, en cuidados y atención general de las ancianas y desvalidos.

Reconocimientos

El álbum del Centenario destaca la importancia de la creación de la entidad “por el hecho de haber concurrido su fundación en un tiempo tan poco propicio a los fomentos culturales, en razón directa a las intensas perturbaciones político-sociales de la época…”.

Comentaba también que, hacia 1910, “tres cuartas partes de su vida (refiere a la institución), habían sido absorbidas por las disensiones  intestinas que, con carácter general, conmovieron al país y tuvieron tan honda repercusión en nuestra provincia”.

En verdad, la Sociedad de Beneficencia tuvo que enfrentar tiempos de revoluciones y asonadas, en los que corrió sangre por las calles de Tucumán; igualmente estuvieron en la primera línea, cuando la epidemia del cólera azotó la provincia.

Trabajo incansable

Desde sus inicios y hasta fines del siglo XIX, este organismo se hizo cargo del primer hospital, de la escuela de niñas, de la construcción y sostén de un hospital de mujeres, de un asilo de mendigos, de la casa correccional de Mujeres y de la construcción, atención y sostén del hospital de Niños.

También tuvieron a su cargo un departamento de atención a mujeres dementes, como entonces se llamaba a quienes habían perdido el uso de la razón. Además tenían un departamento u hospital de inválidas.

En la actualidad, tienen a su cargo el Hogar San Roque, el Hogar Anselmo Rojo y el Hogar Nuestra Señora de las Mercedes. Se mantienen por el trabajo desinteresado de sus socias, quienes realizan rifas y recaudaciones permanentes, para atender las necesidades económicas de las instituciones benéficas  que manejan.

Doña Serafina

Entre tantas mujeres dignas de ser recordadas, quiero rescatar en esta nota la figura de doña Serafina Romero (López Aráoz). Muy joven se casó con el industrial y gobernador Ambrosio Nougués, fundando una distinguida familia, compuesta por varios hijos, quienes a su vez les dieron nietos, en un hogar próspero producto de la evolución de la industria azucarera.

Sin embargo ella, dejando todo lujo y comodidad de lado, se colocó al frente de toda institución benéfica que pudiera necesitar de su presencia. Activa, siempre ocurrente y perspicaz, llevó adelante innumerables acciones por los más necesitados.

Donaciones

Había heredado de su abuela, la célebre doña Lucía Aráoz, una propiedad de dos manzanas, la que a su vez ella donó a los salesianos.

Allí se construyó el Colegio Tulio García Fernández, gracias a la generosidad de don Manuel García Fernández, otro gran mecenas y benefactor que tuvo Tucumán.

Conciencia social

En 1892, promovió el debate sobre los problemas del trabajo obrero y los cuidados de la primera infancia, temas por entonces no tratados ni siquiera en las cámaras legislativas.

Se movió diligentemente en los círculos políticos (aún vedados para las mujeres de su época), para alentar el dictado de normativas que protegieran a los desprotegidos de la sociedad. Doña Serafina fue una mujer que se caracterizó por su intensa acción al servicio de los más humildes, por ello debe ser considerada, como una verdadera pionera en materia laboral.

En el ingenio San Pablo, propiedad de la familia de su marido, todas sus inquietudes se cristalizaron en acciones concretas y servicios de atención médica, modelo a seguir en las fábricas azucareras.

Hospital

Cuando se fundó el hospital de Niños (cuyos pabellones se construyeron en la manzana de calles Sarmiento, Junín, Santa Fe y Salta), fue una de las mayores donantes de dinero para la obra. Pero no se quedó en ello, sino que asistía diariamente al hospital, para cubrir cualquier necesidad.

El papa Pío XI le otorgó la condecoración “Pro Ecclesia et Pontifice” (Carlos Páez de la Torre; “Inquietud por el Prójimo”, LA GACETA, 21 de agosto de 2014). Su figura merece el eterno agradecimiento de los tucumanos.

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