Por José María Posse
Abogado, escritor, historiador
El caudillo salteño Martín Miguel de Güemes y el gobernador tucumano Bernabé Aráoz confrontaron militarmente. Las acuciantes urgencias económicas en tiempos de la guerra por la independencia.
La guerra por la Independencia, principalmente en el norte del actual territorio argentino, fue afrontada económicamente por pueblos que entregaron la vida y fortuna de sus habitantes; a veces los empréstitos para satisfacer las necesidades de la guerra se hacían de manera pacífica, entregándose un documento con el compromiso de devolución a quienes cedían sumas de dinero o bienes al ejército. Pero en momentos de urgencia, muchas veces se apeló a la prisión de quienes no colaboraban, a la fuerza de las armas o a la amenaza de su uso.
En los años de la guerra gaucha, en nuestra frontera norte, el general don Martín Miguel de Güemes solicitaba permanente ayuda material y financiera a Buenos Aires y demás provincias para afrontar los gastos de una contienda que parecía no tener fin. Acaso el salteño no se resignaba a aceptar que al puerto no le importaba perder las provincias del Norte; a pesar de las promesas, los auxilios no llegaban. La situación se volvía insostenible: las clases dirigentes salteñas, con sus comercios y haciendas ya exhaustas por años de sostener la lucha, comenzaron a retacear ayudas. En virtud de ello Güemes tomó la decisión de aplicarles una serie de empréstitos forzosos sobre sus fortunas y haciendas.
Quizás lo que más lo alejó del afecto de los salteños pudientes fue la aplicación del conocido Fuero Gaucho. Era la forma de atraer y mantener a estos combatientes, ofreciéndoles una serie de beneficios y privilegios. En sí no hubo una normativa que pudiera documentarse; fue una suerte de pacto de palabra. Podría rastrearse su raigambre en las instituciones indianas, castellanas del perdón particular, universal y colectivo. Al parecer, este instrumento nació por 1816, en una asamblea de notables afincados en la campaña en la casa del provisor Fernández; lo cierto es que al no estar normado, muchos de los beneficiarios se aprovecharon de ellos causando perjuicios irreparables a quienes mantenían la circulación de la economía de la vecina provincia.
Abusos
Cualquier peón de hacienda que tomara las armas junto con Güemes podía disponer de algunas cabezas de ganado para satisfacer las necesidades de alimentos de su grupo familiar. Pero en los hechos y según crónicas de la época, algunos se aprovechaban y arreaban cantidades significativas de vacunos, los que vendían o faenaban para beneficio personal. Algo similar ocurría con los empleados de los almacenes y pulperías. Todo esto se hacía con total desparpajo, a la vista de todo el mundo, incluso de las autoridades. De nada valían las protestas.
Cuando la economía salteña estaba ya colapsada, Güemes puso sus ojos en Tucumán, que hasta 1814 había dependido jurisdiccionalmente de Salta. La agotada caja de los tucumanos, quienes venían prestando toda clase de servicios y dando ayudas en dinero, armas, cabalgaduras y soldados desde tiempos de las Invasiones Inglesas; las contribuciones al primer ejército Auxiliar al Perú (al que se sumaron 200 tucumanos); los enormes costos que significaron las batallas de Tucumán y Salta, sostenidas principalmente por los tucumanos, habían llevado a nuestra provincia a la ruina. Sin contar que la escasa población de 7.000 habitantes debía mantener los 1.500 soldados del Ejército del Norte en la Ciudadela y las erogaciones que significaron mantener al Congreso de 1816.
El entonces gobernador Bernabé Aráoz enviaba ayudas dentro del límite de sus posibilidades, pero para Güemes, todo era insuficiente. Por ello tramó una invasión a Tucumán, aliado con el santiagueño Felipe Ibarra, quien anhelaba la autonomía de su provincia, que por entonces dependía de Tucumán por decisión del Directorio. El salteño, dejando desguarnecida la frontera norte, invadió tres veces nuestro territorio; la forma que pretendió utilizar para pagar a sus tropas, resulta hasta hoy escandalosa.
Proclamas
En un bando que se conserva en original en el Museo Histórico de la Provincia de Tucumán, Güemes arengaba a su tropa: “Soldados compañeros de armas. Ha llegado el caso de invadir y a declarar guerra al Pueblo orgullosos del Tucumán. Los móviles que tenemos para esto son bien notorios a vosotros. A estos se agrega nuevamente el haber implorado nuestro auxilio a nuestros hermanos los santiagueños, oprimidos, he invadidos por el Gefe de Tucumán, y seríamos criminales si nos hiciéramos desentendidos a su clamor. Un plan de desvastación y de ruina es el que he adoptado para escarmentar a esos cobardes: hacernos dueños de sus caudales, como despojo de una guerra justa; no dejar una vaca, ni un caballo en toda esa jurisdicción; no dejar hombre con calzones ni mujer con polleras… los que se tomen prisioneros, y aun los que se nos pasasen, serán destinados a los trabajos y obras públicas de Potosí. Soldados: desplegad la energía de que tantas veces habéis dado prueba: van a vuestra cabeza gefes de intrepidez y de confianza: la subordinación a ellos y el buen orden debe ser vuestra divisa, no dudéis por un momento de la victoria. Los premios y recompensas ha que os hagan acreedores vuestros servicios nos harán conocer el aprecio que hace de vuestro valor vuestro General Martín de Güemes”. (López Rougés (2014) “Anarquía tucumana y la guerra civil” Edit Dunken, pág. 64).
La proclama del caudillo salteño, tal cual como fue conocida o hecha conocer en Tucumán, a los pocos días tuvo como respuesta otra por la cual Bernabé replicaba: “He ahí tucumanos el bárbaro e inhumano lenguaje del tirano opresor de la infeliz provincia de Salta: ved a vuestra fortuna, a vuestros intereses conminados a serle infame presa de su descomunal ambición; esa sed insaciable, que no ha podido hasta ahora mitigarse con la absorción de tantas propiedades busca en las nuestras; lo que ya no encuentra en la desolación horrorosa de los infortunados Pueblos que despotiza: Tucumanos, valor y energía contra los agresores tan injustos: a ellos está vinculada la victoria y no las fanfarronadas amenazas de quién se aprecia en mucho más de lo que vale: …Nada os acobarde, vuestra defensa es justa; vuestro suelo la reclama, la razón la persuade, la ley la impera, y el cielo mismo la aconseja” (Ibídem).
Las tropas coaligadas de Salta y Santiago del Estero fueron derrotadas sucesivamente en las batallas del Manantial, Trancas y Acequiones. Aráoz pudo continuar su marcha victoriosa hasta la ciudad de Salta y cobrar venganza de los desmanes y saqueos de los invasores en el norte tucumano; sin embargo se detuvo en Rosario de la Frontera y replegó sus tropas a la ciudad de Tucumán. Güemes humillado, fue separado de la gobernación, aunque luego la recuperaría por la fuerza de las armas. Pero un grupo de salteños, cansados de sus exacciones y amenazas, delataron su paradero una noche; cayó en una emboscada y fue herido de muerte. Fallecería días después dejando su leyenda entre los gauchos.
Veteranos
Algo diametralmente diferente ocurrió en Tucumán, a instancias de su gobernador y luego de acordarlo con los miembros del Cabildo, se determinó premiar a quienes habían combatido en los ejércitos de la patria con tierras aptas para el cultivo, regadas por canales de buena agua.
Un documento recientemente encontrado por el personal del Archivo Histórico de la Provincia, detalla aquella justa retribución. “Plan premios a favor de los hijos y vecinos de esta ciudad capital y de su provincia: Artículo Primero: todos los que han concurrido con su persona y haberes a sostén de la causa ya tomando las armas en su defensa, ya con contribución voluntaria son acreedores a toda consideración y premio. Artículo Segundo: de los terrenos que tiene la ciudad inmediatos a mi chacra se designarán dos cuadras de oriente a occidente y tres de norte a sur para formar una poblacioncilla social y separando el necesario para plazuelas, capillas y calles, se distribuirán los cuadros por partes en número de doce cuartos solares para los beneméritos y el sobrante se venda para los fines que se indicarán. Artículo Tercero: en los premios serán preferidos los hijos del Tucumán que hayan servido señalándose en acciones de guerra. Artículo Cuarto: hecha la distribución se le señalará tiempo fijo directivo para edificar con cargo de cada uno como contribuía con dos peones para fabricación o represa de aguas de la acequia y representar está en agricultores que le proporciona el riesgo y bebida. Artículo Cinco: las aguas se venderán o agraciaran por el ilustre ayuntamiento a su beneplácito y cuánto de las que quedan en esta parte de mi chacra siempre que enfrenten a las cuadras redimidas para la nueva población o que caiga al sur de esta pero las que quedan al norte se ven valuándose cuántos mismos $50 cada cuadra cuadrada se está. Artículo Seis: estos han de ser fuerza de fuera de los comprendidos en el artículo Sur para las habitaciones necesarias. Artículo Siete: en las ventas serán preferidos los que hayan hecho sesión a la causa probados con documentos y declarados por juez competente y la importancia de aquellos que se determinen en el artículo 2, concurrirán a las obras de dos represas de aguas a beneficios de la nueva población y de esta ciudad. Artículo Ocho: que en tanto se familiariza el arreglo de las poblacioncillas que suspendan las posiciones de terrenos vendidos o dados en Merced. Tucumán. Octubre 4 de 1817 Bernabé Aráoz. (Transcripción Documento de Bernabé Aráoz Libro de Sección Administrativa. Vol. 26. Octubre 1817. Foja 205- Archivo Histórico de Tucumán).
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