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lunes, 14 de julio de 2025

Nicanor Posse, pionero de Termas de Río Hondo

 Por José María Posse

Abogado-Historiador-Escritor


Impulsor de disciplinas deportivas, político incansable, promotor de mejoras sociales, el dirigente tucumano fue uno de los impulsores de la cercana localidad como destino turístico para aliviar dolencias.



El doctor Nicanor Posse fue una personalidad muy ligada a los comienzos del desarrollo de Termas de Río Hondo. Pionero de seis disciplinas deportivas en su provincia natal (boxeo, esgrima, automovilismo, hípica, fútbol y desarrollador de la aviación en el NOA en tanto fundador del Aero Club Tucumán), tuvo también una notable actividad política, social y cultural. Su incansable tarea pionera llegó también a Termas de Río Hondo, ciudad turística a la que volcó incansables esfuerzos.

Nicanor Isaías Posse nació en Tucumán el 16 de enero de 1879, hijo de don Nicanor Posse Romano y de doña Virginia Paz. Muy joven marchó a formarse en Buenos Aires y cursó sus estudios secundarios en el conocido colegio Lacordaire. Se recibió de abogado, doctorándose en Derecho en la Universidad de Buenos Aires. Allí junto a su amigo Miguel Campero, estuvieron entre los integrantes del primer comité de la juventud de la UCR.


En sus ratos libres, frecuentaba el famoso gimnasio de las calles Juncal y Artes, donde entabló amistad con adelantados de la materia deportiva, tales como Jorge y Eduardo Newbery, los hermanos Nazar Anchorena y tantos otros que introdujeron varias disciplinas al país. Fueron ellos quienes le inculcaron ese espíritu pionero. En el libro “Estampas de mi tiempo”, de César Viale, Posse es recordado como figura inconfundible entre gratas anécdotas ligadas a su condición de eximio deportista, dotado además de una puntería extraordinaria. Contagiado de esa fiebre deportiva, Posse volvió a su Tucumán natal, ya con un doctorado en Derecho y con la firme determinación de volcar lo aprendido junto a esos hombres en la mejora de las condiciones de vida de los jóvenes.

Cruce el balsa, llegar a Termas de Río Hondo 
era complicado 1929


Saber mandar

El doctor Carlos Uriburu, en una evocación para LA GACETA, lo recordaba así: “era el doctor Posse un hombre enérgico, que sabía mandar, que tenía autoridad natural, al mismo tiempo lucía un buen sentido del humor, con esa chispa a flor de labios del criollo, y era siempre afable y sereno. Manejaba los temas políticos con fina inteligencia, vivía preocupado por las condiciones de vida del trabajador rural; se afligía por la falta de caminos, para que todo lo que producía el campo llegase sin demora a los centros de consumo y al puerto. Lo lastimaba la carencia de hospitales en zonas alejadas. Es decir, era un gran sensible como hombre público”.


En la nota periodística, recordaba que Posse tenía una especie de fiebre de realizaciones. Sostenía que en Tucumán había demasiado por hacer y era como si él intentara hacerlo todo. “Hay que fundar clubes -nos decía- para que los jóvenes empiecen a vivir de otra manera, a proyectar cosas en común, a cultivar el cuerpo y la amistad”. Por ende, a Posse le interesaba la filosofía de vida que la sana actividad deportiva encierra.


Así fue como introdujo el box a Tucumán. Fundó el club Monteagudo y además costeó a los primeros profesores de la materia; trajo a la provincia a Alejandro Robacio, el pionero que enseñó ese deporte entre nosotros. También importó los guantes de box y el primer cuadrilátero profesional. En su faceta fundadora sobrevoló el fútbol, fundando y presidiendo el Club All Boys, institución que cumplió 100 años en 2016 y que hoy guarda un recuerdo imborrable de quién fuera su mayor mentor.


Concretó la fundación del Club Hípico de Tucumán, además de gestionar la primitiva pista de la especialidad. Junto al senador Manuel Cossio gestaron la ley de creación del actual hipódromo de Tucumán. Es recordado también en el ambiente por haber traído los primeros caballos pura sangre a la provincia.


Experto esgrimista, personalmente dio las clases iniciales en el Club Social, mandando a construir las pedanas de dicha institución y costeando los elementos para la práctica.


Fue propulsor del automovilismo, para lo cual comprometió todo su apoyo material y financiero, al punto que prestó sus dos automóviles para las primeras carreras, uno de los cuales quedó totalmente destruido. Es el motivo por el cual nadie puede negarle la condición de pionero que tuvo, creando instituciones, practicando, enseñando y propagando  deportes por toda la región. Todo ello costeado de su peculio. Esos contactos de su juventud en Buenos Aires, le sirvieron al Dr. Posse en sus inicios de la aventura del vuelo en Tucumán. Con Newbery continuaron en contacto; algunas esquelas de aquella amistad aún se conservan en los descendientes del tucumano.






Aguas curativas

Su hija Esther Posse de Posse (fallecida en 2014 a los 95 años) recordaba al autor de estas líneas que la familia había descubierto Las Termas como consecuencia de una dolencia de su abuelo, que padecía de artritis, enfermedad que le causaba dolores insoportables. Enterado don Nicanor del poder curativo de unas aguas termales en Río Hondo, se las ingenió para llevar a su padre a esos manantiales. Fue tal la recuperación experimentada por el anciano, que comenzaron a pasar largas temporadas, primero en el antiguo hotel España y luego construyeron una casa (hoy bajo las aguas del dique), donde don Nicanor había hecho perforar un pozo de aguas termales (entrevista del autor a Esther Posse de Posse, hija del Dr. Nicanor Posse, nacida en 1919 y testigo presencial de los hechos que se relatan).


A su padre le dolía ver la pobreza de aquel pueblo primitivo, compuesto por unos cuantos centenares de habitantes permanentes, quienes carecían de ingresos regulares y algunos vivían en precarios ranchos. Él, quien había recorrido Europa y había conocido las famosas termas de Baden Baden en Alemania, imaginó un centro turístico que podría nacer en el lugar, por entonces rodeado de bosques nativos.


Así fue de los primeros en publicitar entre sus amigos y conocidos tucumanos sobre las maravillosas propiedades curativas de las aguas termales en aquel paraje que (aunque por entonces salvaje) estaba cerca de San Miguel de Tucumán. Pronto, los tucumanos comenzaron a interesarse, pues el boca a boca les indicaba que realmente se lograban prontas mejorías en afecciones, sobre todo articulares y óseas. El problema era la falta de buenos caminos y de instalaciones hoteleras, al estilo de Rosario de la Frontera. Lo primero, entendió Posse, debía ser la “accesibilidad” al lugar. Por entonces, se llegaba por tren hasta la Estación Gramilla y desde allí en diligencia se iniciaba el camino. Se cruzaba en balsa el río Dulce, y luego se continuaba entre caminos polvorientos y desolados hasta llegar al antiguo poblado. Claramente, no era una excursión fácil o agradable y para la gente de edad o enferma, aquello se convertía en una verdadera odisea.



Resultaba imperioso cambiar el curso de los hechos, para lo cual, se hacía necesaria la llegada del ferrocarril. Con ello, y la llegada de turistas, se haría rentable la construcción de puentes y caminos al lugar. En un viaje a Buenos Aires, logró interesar a su consuegro, el Dr. Leopoldo Melo -político de extracción radical, con excelentes contactos nacionales (fue ministro de Interior del presidente Agustín P. Justo), al igual que a su amigo de la juventud, don Benito Nazar Anchorena, un hombre de mundo ideal para publicitar Las Termas entre la sociedad porteña.


Posse los invitó a Tucumán y desde allí los llevó a conocer el lugar donde ya tenía una cómoda casa. Melo y Nazar Anchorena quedaron encantados con la zona y de inmediato comenzaron una ardua tarea de años hasta lograr que un ramal del Ferrocarril General Belgrano llegara desde Tucumán a Las Termas en 1929. El servicio partía muy temprano desde San Miguel, se desviaba a la estación de Leales donde nacía el ramal que depositaba a los turistas en Río Hondo. A la tarde, los que no se quedaban en los primitivos hoteles, podían regresar renovados a Tucumán. Es recordada aún la anécdota del accidente aéreo que sufrió el ministro Melo, en uno de sus viajes.


A partir de entonces, no sólo los tucumanos sino también porteños y de otras provincias comenzaron a peregrinar a Termas de Río Hondo en busca de mejoras en su salud y relax en sus vidas. Sin duda alguna, ese ramal ferroviario fue el comienzo de la industria turística propiamente dicha. A pesar de ello, los nombres de Posse, Melo y Nazar Anchorena han sido olvidados por las generaciones actuales.


Dr. Nicanor Posse
Turismo aéreo

Como fundador, primer presidente y mecenas del Aero Club Tucumán y de la actividad del vuelo en el NOA, don Nicanor hizo construir la primitiva pista de aterrizaje en Termas de Río Hondo. El primer vuelo con pasajeros lo protagonizó en 1924 el piloto Salvador Gaudioso Molina en el Curtiss Oriole “La Madrid”. Posse soñaba con una línea regular que uniera por aire Tucumán, la capital santiagueña y el resto del país con su querida Río Hondo. Su hija nos relataba que el avión personal de don Nicanor, bautizado “El Águila” (un Caudrón G3 EP 2) era prestado permanentemente para vuelos de turismo a Las Termas. Incluso él se hacía cargo de los gastos de combustible, como forma de promocionar el lugar.


Jamás lucró con el turismo en la zona, sólo fue un generador de proyectos, que lograba cristalizar, para pasar a otros. Lo hacía sin estridencias, animado por su espíritu inquieto y la nobleza de sus actos. De su peculio, recordaba su hija, pagó varios de los pozos que se hicieron para favorecer a los primitivos hoteleros. Su casa en Las Termas estuvo siempre abierta al necesitado que recurriera a él, por consejo, favores de todo tipo y hasta por ayuda financiera, la que siempre otorgó sin esperar nada a cambio.




Murió muy joven, a los 56 años, luego de una vida extraordinaria, en la que sembró innumerables propósitos, que fructificaron en entidades deportivas, sociales, culturales y turísticas. Dejó gran parte de su fortuna y de su tiempo de vida en ello. Por esa razón, los antiguos pobladores de Termas de Río Hondo lo homenajearon con una calle principal y una plaza que perpetuaba su nombre, en señal de agradecimiento. Incluso la familia donó un busto en bronce de él que realizara el artista tucumano Enrique Prat Gay (discípulo de Lola Mora) y que se colocó con gran solemnidad. Por ello el gran dolor que le causaba a su hija, quien nos relataba su desazón al saber que el nombre de don Nicanor había sido eliminado tanto de la plaza como de la calle que lo recordaba. Cuestiones políticas (sumados al típico desagradecimiento y falta de memoria, tan arraigados en la Argentina), hicieron que desapareciera de la nomenclatura de ese centro turístico tan importante, el nombre de uno de sus precursores.


Nicanor Posse amaba ese lugar, dio su tiempo, su dinero y desvelos en ayudar a convertirlo en lo que hoy es. Tristemente son muy pocos los que lo recuerdan, Si hasta la placa con los nombres de los primeros propulsores, que se exhibía en la farmacia antigua ha desaparecido. Allí, entre otros nombres venerados, estaba el del Dr. Posse. Como si las aguas que cubrieron el viejo pueblo se los hubieran tragado también a ellos, como hicieron con la casa que había construido.


En vida nunca buscó reconocimientos; hizo el bien a diestra y siniestra. Ayudó, impulsó, animó a todo aquel que iniciara una empresa por el bien de la sociedad. Y lo hizo con recursos propios, sin estridencias. Estuvo en el elenco fundador de la Sociedad Rural de Tucumán y en diversos períodos se desempeñó como senador o diputado de la antigua cámara legislativa. Fue además candidato a intendente y gobernador por una fracción de la UCR, aunque declinó su candidatura a favor de su amigo José Sortheix. Jamás cobró un centavo en sus cargos públicos; dio su vida por el engrandecimiento de su patria. Pero Río Hondo fue un amor especial para él, regresaba cada vez que podía y hasta meses antes de su muerte, estuvo allí, despidiéndose de ese lugar en el mundo, que eligió como propio (entrevista citada y ver: Cynthia Herrera; “El Turismo Sostenible y el Recurso Termal en los alojamientos turísticos de la ciudad de Termas de Río Hondo”; Universidad Católica de Santiago del Estero, Facultad de Ciencias Económicas, Licenciatura en Turismo).


Una cruel enfermedad lo mantuvo alejado de la actividad pública, en sus últimos tiempos. Falleció el 30 de julio de 1937, mientras ocupaba un escaño de senador provincial. Sus restos fueron acompañados, al Cementerio de Oeste por una compacta multitud, y el Gobierno de la Provincia le rindió honores oficiales. De los aviones del Aero Club Tucumán se lanzaron pétalos de flores por encima del cortejo que lo acompañó hasta su morada final. En el Aeropuerto Internacional “Benjamín Matienzo” de Tucumán, un busto en bronce del escultor Prat Gay lo recuerda como “Pionero de la Aviación Argentina”. La Municipalidad de Yerba Buena, bajo la intendencia de don Enrique Juárez Dappe, por ordenanza N° 920, sancionada el 29 de abril de 1998, impuso el nombre de “Dr. Nicanor Posse”, a una arteria de la ciudad, cercana a donde actualmente se encuentra emplazado el Aero Club Tucumán, hoy el segundo más antiguo en actividad del país.

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