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lunes, 16 de diciembre de 2024

Crónicas del viejo Tucumán: nuevamente, que se llame avenida Julio Argentino Roca

 ¿Se hará Justicia restituyendo el nombre del tucumano, dos veces Presidente de la Nación, a la vía urbana que lo lucía hasta 2017?

Por José María Posse / Abogado, escritor, historiador.


En las últimas semanas ha tomado renovadas fuerzas el pedido de sectores de la sociedad para que se restituya el nombre de Julio Argentino Rocaal sector de la avenida que lo llevaba. Los detractores del tucumano ahora argumentan que “nada hizo por Tucumán” durante sus Presidencias, lo que demuestra un desconocimiento supino imperante sobre su vida y obra.





El Dr. Carlos Páez de la Torre nos ha dejado páginas de oro para entender como el dos veces presidente tucumano favoreció a su provincia desde sus históricos mandatos. Podemos observar detalladamente cuán importante fue para Roca el apoyo de los tucumanos para llegar a la Presidencia y como devolvió a su provincia y al NOA ese inestimable sostén.

El politólogo Rosendo Fraga nos explica el por qué del liderazgo temprano del tucumano: “En primer lugar, la raigambre provincial de Roca, al igual que Avellaneda, permitió que su candidatura fuera aceptable para los políticos del interior. En segundo lugar, su imponente carrera militar le dio amplias oportunidades para desarrollar su aptitud para el liderazgo y acrecentar el grupo de sus relaciones. Por último, era tan ambicioso como capacitado para la política. Además de ello, tenía vínculos de sangre con Marcos Paz, vicepresidente de Mitre, y con poderosos industriales azucareros. De manera que por su familia inmediata, Roca estaba relacionado con personas importantes del norte argentino. Al casarse con Clara Funes, en 1874, se vinculó con tradicionales y acaudaladas familias cordobesas, como la del político Miguel Juárez Celman, concuñado de Roca y su sucesor en la Presidencia. También su carrera militar lo preparó para la política. Después de 18 años de carrera militar, conocía al país como pocos, y se valió de este conocimiento durante y después de su carrera presidencial. Varios de sus compañeros de armas le sirvieron de nexo en su vida política. A través de sus amigos y parientes políticos y de sangre, Roca urdió una red de alianzas integrada por las clases dirigentes provinciales. También hemos dejado debidamente establecido que la llamada ‘Conquista del desierto’ no fue una guerra contra el indio, sino contra ‘los malones’ conformados por renegados e indígenas chilenos quienes azolaban la frontera, amparados por el gobierno de Chile, que pretendía derechos sobre la Patagonia. El éxito de la expedición sirvió para la afirmación de la soberanía efectiva argentina sobre el 58% del actual territorio argentino, convirtiendo al joven general tucumano en un auténtico héroe para sus compatriotas. En mayo de 1879, proclamó su candidatura en los baluartes de Avellaneda, es decir en Córdoba y en Tucumán, apoyado por industriales azucareros de su provincia e influyentes políticos del NOA”.

Expansión ferroviaria

No tardó en ponerse en evidencia de que Roca coincidía con su predecesor en que la pujanza de la economía ganadera porteña debía ser equilibrada por una expansión comercial de las provincias del interior.

Haciéndose eco del pensamiento de Avellaneda, consideraba que el ferrocarril era imprescindible para cualquier plan que estimulara a aquellas provincias, Cuando prestó juramento, especificó: “Conceptuaré como la mayor gloria de mi gobierno, si dentro de tres años conseguimos saludar con el silbato de la locomotora, los pueblos de San Juan y de Mendoza, región de la vid y del olivo; Salta y Jujuy, la región del café y del azúcar y demás productos tropicales, dejando de par en par abiertas las puertas del comercio con Bolivia, que nos traerá metales de que ricas e inagotables minas”.

Pero las reformas no eran suficientes y las necesidades eran crecientes. Una carta de su primo tucumano Emidio Posse (dueño del Ingenio La Reducción), en octubre de 1890 así lo señala, al pedirle que interviniera a favor del transporte ferroviario hacia la provincia: “Lo votado por el Congreso para atender las necesidades de este ferrocarril es una suma insignificante. La carga se encuentra aquí aglomerada y nos lanzamos como perros hambrientos sobre un vagón, cuando lo obtenemos. Habría verdadera conveniencia en que se aumentaran 100 vagones más, con sus correspondientes motores, para la exportación de frutos de estas provincias... Por otra parte, Brasil introduce sus azúcares en mayo, y habría ventaja en que la nuestra estuviese ya, para esa fecha, en el mercado. Es este un asunto de preferente estudio...”. 

Soberanía monetaria

La expansión del ferrocarril y de la industria constituían solo una parte del programa de Roca. Para proteger y fomentar el desarrollo comercial e industrial, la Argentina necesitaba de una moneda firme. Finalmente, una serie de innovaciones culminaron con la creación del Banco Central en enero de 1885. Por primera vez el Estado argentino controlaba la moneda circulante y, después de 1883, el interior dejó de comerciar con monedas y billetes extranjeros.

Donna Guy manifiesta que Roca hizo algo fundamental para el desarrollo industrial de las provincias industriales: facilitó el crédito. En su mensaje anual de 1884, el Presidente manifestó que el Banco Nacional había ayudado a las economías regionales: “Es una de las palancas más poderosas del sorprendente desarrollo del comercio y de la industria en los pueblos del interior. En esta Cámara se sientan tal vez vitivinicultores y azucareros de Mendoza, Santiago, Salta y Tucumán, ganaderos de Córdoba y agricultores de Santa Fe y Entre Ríos, y ellos pueden atestiguar si este establecimiento, tan sabiamente ordenado por nuestra carta fundamental, ha respondido a los fines que tuvieron en vista los constituyentes”.

Hacia el final de su primer período presidencial, en septiembre de 1886, Roca abrió otro banco estatal, el Banco Hipotecario Nacional, que tenía sucursales tanto en Buenos Aires como en todas las sucursales del interior. Así su gobierno desempeñó un rol extraordinario al respaldar las incipientes industrias regionales, especialmente la azucarera. La producción tucumana subió de 1.200 toneladas métricas a 9.000 toneladas y más de 4.700 hectáreas se convirtieron en cañaverales en el curso de seis años.

Expansión industrial

Evidentemente, algo que no se ha establecido con la contundencia necesaria, todavía, es la magnitud del apoyo que la presidencia de Roca dio al crecimiento de nuestra industria madre. No debe olvidarse que, entre 1880 y 1886, se instalaron en Tucumán los ingenios La Providencia, La Invernada, Santa Bárbara, San Miguel, Santa Lucía, Bella Vista, Azucarera Argentina, El Colmenar, Caspinchango, El Manantial, San Felipe de Las Vegas y San Vicente. De la mayoría de ellos, no sobrevive ya ni siquiera una chimenea.

Pero nadie ignora lo que significaron en cuanto a llevar las posibilidades de la industria (instalada por el obispo Colombres, en 1821, y puesta en carrera por el ferrocarril, en 1876, durante Avellaneda), hacia la dimensión que habría de alcanzar, dentro del cuadro productivo de la República Argentina. La formación de estos ingenios, repetimos, estuvo facilitada en gran medida por las líneas de crédito del Banco Nacional, y las explícitas reglamentaciones que la presidencia Roca dio acerca de ello. La apuntada circunstancia justifica, también, el fervoroso apoyo que la actividad azucarera dio al Presidente en los seis años de su primer mandato, apoyo que reiteraría en los otros seis del segundo. Este es, evidentemente, un aspecto significativo en la relación de Julio Argentino Roca con su provincia de nacimiento.

Agreguemos que, en 1881, ordena reparaciones en nuestra Casa Histórica; en su segunda Presidencia tomará, sobre este punto, medidas definitivas. En 1882 nombra ministro argentino en Chile a nuestro ilustre comprovinciano, Juan Bautista Alberdi (declina el honor por su quebrantada salud), y dos años más tarde promulga la ley que le acuerda una pensión vitalicia, poco antes de su muerte. Además, le rendirá condigno homenaje en 1886, con la ley que destina 10.000 pesos a la edición de las obras completas del célebre publicista. Cuando, ese mismo año, reglamente la ley 1.782 sobre publicación de las actas históricas de nuestras asambleas constituyentes, encomienda esa misión a otro tucumano distinguido, el doctor Uladislao Frías, exministro de Sarmiento y exgobernador de Tucumán. De esa designación saldrá el célebre libro Trabajos legislativos de las primeras asambleas constituyentes argentinas. Cuando se trata de cubrir las vocalías de las Cámaras Nacionales de Apelación, en 1881, dos tucumanos figuran entre los seis designados: los doctores Salustiano J. Zavalía y Filemón Posse. Otro tucumano importante, don Wenceslao Posse, es nombrado el 28 de diciembre de 1880 miembro de la Comisión Nacional encargada de las Obras de Salubridad de la Ley 1.155, encabezada por Eduardo Wilde.

Visita a Tucumán

En 1883, hace un claro en sus ocupaciones para visitar la provincia natal. Era el segundo Presidente que lo hacía (el primero había sido Avellaneda, siete años antes). El gobernador Benjamín Paz, con sus ministros, se trasladaron a darle la bienvenida en la estación San Felipe. Ya venía siendo objeto de demostraciones de afecto en todo el trayecto: la estación de Simoca se había destacado por la profusión de banderas y arreglos florales que formaban las iniciales del Presidente, según destaca la crónica de La Razón. Se alojó en la casa de don Vicente Gallo, en 24 de Septiembre al 500, y permaneció en la ciudad desde el 8 al 17 de noviembre.

Una de las visitas que realizó fue al ingenio Esperanza, donde se le ofreció un gran banquete. Además, en su homenaje y a pesar de estar fuera de la época de la zafra, se pusieron en marcha las máquinas del ingenio recientemente adquiridas en Europa y se molió caña. Así pudo apreciar prácticamente los adelantos que se habían operado en materia de fabricación de azúcar y de alcohol, desde la última vez que estuvo entre nosotros.

Otra visita destacable que realiza en esos días tuvo por escenario la flamante Sociedad Sarmiento. El hecho de que se diera tiempo para acudir allí dos veces, demuestra la simpatía que dispensaba a la institución, señala el Dr. Páez de la Torre. No era raro. Un hombre culto como lo era Roca, que respetaba la inteligencia y valoraba la actividad intelectual, no podía sino ver con beneplácito que sus comprovincianos se aglutinaran para cultivar el espíritu.

Poco antes de esa visita, había entregado a su tierra natal un obsequio importante: nada menos que la primera estatua que conoció nuestra ciudad. En agosto, había informado al gobernador Benjamín Paz, que hizo fundir en bronce, el Parque de Artillería, una estatua del General Manuel Belgrano, en base a la que modelara en yeso el artista Francisco Cafferata. “La destino para el pueblo de Tucumán y me será grato enviársela pronto a V.E. con el pedestal correspondiente, a fin de que sea colocada en La Ciudadela, donde el ejército argentino ganó una de las batallas más gloriosas de la independencia…”. Años más tarde se cumplió su deseo y hoy podemos apreciar la espléndida obra en la Plaza Belgrano, escenario de la Batalla de Tucumán.

La segunda presidencia de Roca toma varias medidas referentes a Tucumán. Entre ellas, marco como significativas la aprobación del convenio para solucionar, con los acreedores europeos, la deuda externa de la Provincia alegremente contraída por la administración juarista de 1887-1890, durante el gobierno de Lídoro Quinteros; la Ley del Alcohol. También ordenó la construcción del templete para proteger la Casa Histórica de la Independencia (edificio que se demuele totalmente, salvo el salón de la Jura), ornamentado con los relieves que se encargan a la escultora Lola Mora, de quien fue un inalterable benefactor. También costea la estatua de la Libertad, que se colocará finalmente en el centro de la plaza Independencia y la estatua de Alberdi, conservada hasta hoy en la plaza que lleva su nombre. Esos monumentos, así como el templete, se inauguraron en 1904.

El 19 de octubre de 1914, tras una brevísima enfermedad, murió en Buenos Aires. Nuestro comprovinciano encarnó todas las dotes singulares del hombre público: la inteligencia, la reflexión realista y sin sentimentalismo, el acierto en la valoración de los hombres, la capacidad de mando y decisión, el aprovechamiento integral del momento oportuno. Entendía que para hacer historia, había que hacerla uno mismo. Cuando el país necesitó de un líder fuerte, Roca encarnó ese ideal. Su obstinación, determinación e ingenio (por algo lo apodaban el zorro), su impulso y propósito; sumada a su visión a largo plazo, del estadista consumado que fue, lo convirtieron en un mandatario célebre. Era tan venerado en su provincia que en vida del general, sus contemporáneos por decreto municipal del 30 de noviembre de 1888, denominaron “Boulevard Julio Argentino Roca” a la avenida que todos conocimos en su integridad con ese nombre.

El denuesto

En 2017 (a ocho días del fallecimiento del entonces ex presidente Néstor Kirchner), a instancias del Intendente de turno, el Concejo Deliberante de San Miguel de Tucumán, le quitó el nombre del ilustre tucumano a la mitad de la arteria que lo recordaba, para colocarle el nombre de Kirchner, cuya viuda presidía la Nación. Todo ello se realizó ignorando adrede la ordenanza vigente que prohibía expresamente el cambio del nombre de las calles de la ciudad, en una clara violación normativa. El vicio germinal, por el cual debería declararse nula aquella norma, es que no se dejara sin efecto previamente la referida legislación. No vamos a emitir juicios de valor acerca de los merecimientos de la familia Kirchner para honrar sus nombres con el nombre de lugares o edificios públicos; lo que es innegable es que pudieron haber elegido otra arteria sin nombre, o una ruta, pero no cercenar la avenida del ilustre dos veces presidente tucumano, por un hombre a quien la historia aún no ha juzgado debidamente.

El general Julio Argentino Roca mandó en jefe los ejércitos de la Patria, completó su dominio territorial, lo aseguró en el Derecho y le dio a su nación un prolongado período de prosperidad, orden, paz y justicia; mereció con ello el título de “Constructor de la Nación”, entre los grandes que así veneró siempre la Patria, hasta que el “relato histórico” de los últimos 20 años, intentó mancillar su memoria. Quizás por representar los valores fundacionales con los cuales fue concebida nuestra Nación. Restaurar su insigne nombre es el deseo de la mayoría de los tucumanos. ¿Se hará justicia?


Fuente Documental:

- Donna Guy; Política Azucarera Argentina, Tucumán y la Generación del 80: Fundación Banco Comercial del Norte, Tucumán 1981.

- Carlos Páez de la Torre; Homenaje de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán en el 178º aniversario de su natalicio. San Miguel de Tucumán 17 de julio de 2021.

- Rosendo Fraga: Conferencia de clausura del ciclo “Figuras de la Argentina Moderna”, en torno a la figura de Julio A. Roca. Museo Roca, 2024.

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