Por José María Posse. Abogado, escritor, historiador.
La celebración de los bicentenarios marcó un cambio historiográfico y un renovado interés por la historia local y regional, tanto en los ámbitos académicos como en instituciones educativas.
MUCHO POR CONOCER. Es una oportunidad ideal para proyectar la figura de Bernabé Aráoz en toda su dimensión y de adoptarlo como un imán capaz de atraer el turismo a la provincia. Para eso es necesario tener claro cuál fue su aporte a nuestra historia y a nuestra cultura.
El conocer y valorar lo ocurrido en nuestro norte (particularmente en Jujuy, Salta y Tucumán) se convirtió en una necesidad, sobre todo para romper con la hegemonía historiográfica porteña donde se remarcaba más lo ocurrido en el Río de la Plata que el Éxodo Jujeño y la Batallas de Tucumán y Salta. En este marco se comenzaron a organizar distintos encuentros, seminarios y congresos de Historia, que tenían como objetivo recuperar lo ocurrido en las provincias del norte, que participaron en forma directa en la lucha por nuestra independencia.
La enseñanza, los medios de comunicación y las expresiones culturales surgidas de los festejos de los bicentenarios (no debemos olvidar que nuestra lucha de independencia fue entre 1810 y 1825) deben dar a conocer permanentemente estas historias, difundir los sacrificios, nobleza, desinterés y patriotismo que puso de manifiesto el pueblo y sus líderes, en definitiva los héroes de la patria.
Sentido de patria
Pero, ¿qué es la patria? Los realistas defendían la triada “Dios, patria y el rey”, que sintetizaba la aspiración de una monarquía católica. Nuestros patriotas lo plantearon en términos de “Dios, patria y libertad” como expresión del sentido de las ideas independentistas. patria para los protagonistas y actores de las luchas por la independencia. Para los porteños y el gobierno central de Buenos Aires la patria era Buenos Aires y hasta donde extendía su control comercial (por ello se ordena a Pueyrredón y a Belgrano retroceder hasta Córdoba en 1812).
Para San Martín, Belgrano, Aráoz y Güemes la patria era la Patria Grande, toda Sudamérica. Para los gauchos que lucharon en la guerra de independencia en nuestro norte la patria era su terruño, la tierra en que vivían y tenían su familia, y es por ella que lucharon.
¿Qué entendemos por patria? Es el amor al país y lo que nos lleva a buscar su bien y su grandeza. La patria es algo superior al suelo, al territorio, se representa con la bandera que la simboliza, y pertenece a los ciudadanos y al pueblo que en ella viven.
La patria se conforma con el pasado común de una nación, sus instituciones, su religión, su lengua, sus costumbres, su cultura propia, todo un cúmulo de sentimientos y de ideas que forman el núcleo primero del patriotismo y de nuestra mentalidad profunda.
El amor a la patria comienza en la misma tierra donde nacimos. Y estará mejor defendida en la medida que sepamos cómo se fue formando, de las luchas y sacrificios de quienes dieron todo por nuestra independencia. De esa patria heroica de nuestros marinos tripulando frágiles embarcaciones con las que sostuvieron novelescos combates. Y triunfos gloriosos.
El viejo Tucumán: a 200 años del fusilamiento de Bernabé Aráoz
Esta patria es la que adoptó Bouchard, quien dio la vuelta al mundo con la fragata “La Argentina” llevando nuestra bandera por todo el mundo en su tarea de corsario, castigando a todo barco negrero que encontraba e impidiendo el tráfico de esclavos.
La patria de La Vuelta de Obligado. La lucha por la soberanía en ese recodo del río donde los argentinos defendieron la dignidad nacional, con botes, cadenas y coraje contra las naves más poderosas del mundo.
La patria de los héroes de Malvinas, que al igual que los “Decididos”, con su juventud dieron pruebas cabales de saber defender a su patria.
Ejemplos a imitar
Debemos honrar a quienes, al igual que San Martín, alcanzaron las más altas cumbres del heroísmo. Todos ellos por sus virtudes, patriotismo, talento y abnegación, merecen nuestro recuerdo, nuestro agradecimiento y nuestro afecto. Estos héroes dejaron un claro ejemplo para la juventud. Hasta el mismo final de su existencia, lucharon por la libertad para los hombres y para los pueblos.
Con ese sentimiento de dar a conocer la historia para tener una conciencia permanente de nuestros héroes y próceres, comenzaremos a forjar nuestro patriotismo. Qué mejor para ello que dar a conocer a nuestros héroes provinciales, muchos de ellos con proyección nacional como Bernabé Aráoz y el jujeño Manuel Eduardo Arias (la lanza de Güemes), constructores de la patria, en un país como Argentina, que ha podido darle al mundo figuras como Manuel Belgrano y José de San Martín, verdaderos próceres de proyección Sudamericana. Aráoz y Arias merecen ser reconocidos por defender los ideales, por los que lucharon y murieron.
Tucumán solo se menciona en los textos escolares de historia como la provincia de la “Batalla”, por la “Casita de Tucumán” (al decir de los visitantes), el 9 de Julio y la Independencia. No se conocía la importancia, trascendencia y significación de la Batalla de Tucumán, cómo se logró el funcionamiento del Congreso en la Casa Histórica de Tucumán y el esfuerzo que significó mantener la Ciudadela creada por San Martín y la permanencia del Ejército del Norte en la provincia.
Por supuesto tampoco se conocía a los protagonistas de estas historias, su personalidad y su vida.
El viejo Tucumán: a 200 años del fusilamiento de Bernabé Aráoz
Si bien la historia argentina reconoce y destaca la labor de los grandes próceres como San Martín, Belgrano, actualmente a Güemes, ha dejado en el olvido a grandes figuras que por distintos motivos fueron ocultadas por una historiografía oficial con centro en Buenos Aires.
Precisamente, como un elemento importante para revalorizar y rescatar del olvido la historia tucumana, aparece la figura del coronel mayor Bernabé Aráoz, “El Padre de la Tucumanidad”. Algunos lo conocían por haber sido gobernador de Tucumán y por su enfrentamiento con Güemes, pero poco y nada se conocía de su labor, su destacada actuación en los preparativos de lo que fue una de las grandes victorias de nuestro país en la lucha de independencia. ¿Quién fue este hombre? ¿Qué hizo? ¿Cómo llegó a convertirse en una de las personalidades más destacadas de la historia del Norte argentino? ¿Qué relación tuvo con Belgrano y San Martín? ¿Cómo facilitó la instalación y el funcionamiento del Congreso de 1816 que declaró nada menos que nuestra independencia?
Forjadores
A lo largo de su vida, Aráoz demostró a través de su obra (múltiple y polifacética) ser un hombre de bien. Un hombre fuerte, valiente y capaz para enfrentar a la adversidad y vencerla. Nada ni nadie pudo ablandar la fuerza y vigor de su carácter. No rehuyó ninguna clase de responsabilidad. Aunque esa responsabilidad fuera como destino el sacrificio. Desde joven demostró claramente sus dotes de mando cuando desarrollaba las tareas rurales en la hacienda familiar. Demostró claramente su voluntad y coraje cuando en La Encrucijada, al frente de los representantes de la ciudad, propusieron resistir el avance de Pio Tristán. ¿Acaso don Bernabé conocía de antes al general, de cuando le tocó representar a su provincia ante el Consulado? Lo cierto es que fue Aráoz quien convenció a Belgrano de detener su marcha en Tucumán, y presentar batalla el 24 de septiembre de 1812. Aráoz fue el héroe cívico que reclutó las milicias gauchas (muchas de ellas de las estancias de su familia), batiéndose y cubriéndose de gloria en Tucumán y Salta junto a “Los decididos”. Luego de ambas batallas, entregó a los jujeños 200 cabezas de su propio ganado, para que pudieran regresar a su provincia, sin pasar hambre ni sobresaltos.
El viejo Tucumán: a 200 años del fusilamiento de Bernabé Aráoz
El prestigio alcanzado y el compromiso con la cusa patriota se ponen de manifiesto con el apoyo que le dieron Belgrano y San Martín para ser designado como Gobernador de la Provincia de Salta del Tucumán, que comprendía las actuales Tucumán, Catamarca y Santiago de Estero. Fue nombrado como primer gobernador de la provincia de Tucumán, y a instancias de San Martín construyó el fuerte conocido como “La Ciudadela”, cuartel general y de instrucción del Ejército del Norte. En carta al Director Supremo, Gervasio Posadas, San Martín se refiere a Don Bernabé Aráoz diciendo que es el “sujeto más honrado y completo que se conoce en toda la provincia”, y opina que”no se encuentran más de diez en América que reúnan más virtudes”, lo que demuestra a las claras la opinión que tenía San Martín sobre este héroe tucumano.
Aráoz coincide con Belgrano en dar a la gente un símbolo, que identifique lo que Belgrano llama la “Regeneración civil” y la necesidad de apoyar la educación, por ello durante su gobierno Bernabé Aráoz se preocupa por proveer una bandera para el Colegio del templo de San Francisco, para estimular el patriotismo de los niños que concurrían a la escuela del convento, y que la misma se emplee en las fiestas mayas, convirtiéndose esta la única que existía en la ciudad y tal vez una de las más antiguas del país (1813).
Los preparativos y el apoyo al Congreso son innegables; don Bernabé Aráoz colabora con la labor de los congresales recurriendo incluso a su propio patrimonio, al igual que en 1812. Y su aporte fue decisivo en la magna jornada del 9 de julio de 1816.
Algo que no se puede discutir es la preocupación y el interés de Bernabé Aráoz por su provincia, por su patria, preocupándose por la organización y sus leyes. En 1820, ante la caída del Directorio, fundó la República del Tucumán. Promulgó la primera constitución federal de nuestro país, justo en el momento de la crisis de 1820, cuando las luchas civiles se plantaban como una forma de obtener la hegemonía política y/o económica. Equivocadamente José María Paz planteó que esto fue “...la primera chispa del incendio que cundió luego por toda la República”.
Debe destacarse que todo el Litoral desconocía la autoridad del Directorio y del Congreso, la Banda Oriental estaba casi completamente ocupada por los portugueses y Salta seguía sola su guerra contra los realistas del Alto Perú. La chispa que contribuyó al incendio, pero fue de las últimas, el motín de Arequito y la Batalla de Cepeda terminaron por provocar la completa caída del Directorio.
Indudablemente esta situación, más las desavenencias con Güemes que incluyeron una declaración de Guerra entre Salta y Tucumán, sumado a que Güemes fue derrotado en tres ocasiones por las tropas de Tucumán; llevó a que algunos invisibilizaran su figura, incluso en su misma provincia, sin tener en cuenta todo lo que hizo por nuestra Independencia y por Tucumán.
Aráoz tuvo un trágico final, muere, en los comienzos de las luchas entre unitarios y federales, convirtiéndose acaso en el primer mártir del federalismo en el Norte.
El viejo Tucumán: a 200 años del fusilamiento de Bernabé Aráoz
Proyecto turístico
La figura de Aráoz sirve como plataforma para el desarrollo de un programa de turismo histórico y cultural, teniendo como ejemplo ineludible al trabajo que vienen realizando hace décadas los salteños con su caudillo vernáculo, don Martín Miguel de Güemes. Con destreza supieron construir a la vuelta de su legendaria figura, el epítome del guerrero romántico que cautiva con su estampa aguerrida y con su abnegación inaudita.
Mucho de lo que Salta ofrece está impregnado de esa “salteñidad”, que tiene en Güemes a su máximo exponente, desde ese soberbio monumento, lugar de visita inexcusable en esa ciudad que supo mantener la esencia tradicional que los distingue. Es por ello que el turismo internacional que busca justamente ese distintivo cultural, elige a la vecina provincia, como uno de sus lugares predilectos como escala en Argentina. Por más que se discuta el pernocte que pueda tener hoy Tucumán, el turismo que va a Salta no es el mismo que visita nuestra provincia. Pero siempre se está a tiempo, porque nuestra riqueza va mucho más allá de la Casa Histórica de la Independencia, con sus referencias argumentales cuanto menos confusas, y alguno que otro museo o Catedral. Nuestro acervo histórico y cultural va mucho más allá de San Miguel de Tucumán. La temática acerca de la “Guerra por la Independencia”, atraviesa la provincia de norte a sur. Es tiempo ya que Bernabé Aráoz sea tratado en la entidad que merece; también como forma de promover el turismo que busca los lugares históricos, como un imán de interés.
¿Cuántos visitantes conocen las riquezas de Trancas Viejo, donde se conserva la iglesia donde fue fusilado y descansan los restos de Bernabé Aráoz? ¿O el Pozo del Pescado, que marca el paso de San Francisco Solano por estas tierras? ¿Cuántos conocen que en Burruyacu se encuentran dos lugares históricos, uno sanmartiniano (La Ramada de Abajo), y otro belgraniano (La Encrucijada), a escasos kilómetros uno del otro, siendo el único lugar del país que puede presumir de tal cosa. Y que decir Monteros, que gracias al impecable trabajo del Ente de Cultura, está volviendo a la vida la primera fundación de San Miguel de Tucumán en Ibatín, y existe un firme proyecto para recuperar el casco de la estancia que perteneció a Bernabé Aráoz en la Florida.
En Tucumán falta mucho por hacerse en esta materia, si bien se ha avanzado de manera significativa, rescatando la puesta en valor del Cristo de San Javier, la Primera Confitería y las obras en el Cadillal, entre otros trabajos loables, por cierto, pero creo que este bicentenario y la serie de actos proyectados, nos dan la posibilidad de volcar la mirada en ésta temática que tantos beneficios le otorga a la vecina provincia, que hasta ha pretendido hacer de una casa de la década de 1920, el lugar de nacimiento de una niña nacida en 1867 (Lola Mora)… cosas veredes.
Fuente documental: prólogo del profesor Manuel Omar Armas para la tercera edición del libro “Bernabé Aráoz, el tucumano de la independencia”.
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