La historia de un hombre fundamental en el desarrollo de la UAR como institución
La primera gran colecta en el rugby argentino se armó en 1949 y la comandó Frank Chevallier Boutell, en ese entonces tesorero de la Unión de Rugby del Río de la Plata, hoy Unión Argentina de Rugby (UAR). El fin fue concretar la visita de Francia, la primera gira que un seleccionado de primer nivel internacional realizó por el país. Chevallier Boutell primero viajó a Francia para gestionar la invitación y luego se puso al frente de la cruzada para recaudar el dinero que costeara los gastos, ya que la Unión no contaba con los fondos necesarios.
Chevallier Boutell, que fue jugador –campeón en 1931- y presidente –entre 1958 y 1960- del Club Universitario de Buenos Aires (CUBA), organizó todo tipo de eventos en pos de juntar el dinero y, fundamentalmente, logró que la comunidad francesa en la Argentina comprara por adelantado la mitad de los abonos. También gestionó el apoyo del gobierno peronista y facilidades de pago con los bancos de Londres y América del Sud. La gira de Francia de 1949 no sólo significó un éxito deportivo –fue el lanzamiento internacional del rugby argentino- sino económico, ya que a la Unión le arrojó un rédito de 72.308,69 pesos moneda nacional, una cifra que nunca hasta allí había atesorado. El recordado dibujante Lino Palacio lo retrató a Chevallier Boutell en la sección Galería de Socios de la revista de CUBA junto a esta leyenda: “Este que veis aquí es el patriarca que nos cuida los pesos… Si alguien intenta un “takle” (sic) contra el arca enseguida lo marca de un “hand-off””.
Frank Chevallier Boutell, cuyo cargo de tesorero en la Unión iba con el agregado de “honorario”, es el bisabuelo de Santiago Maratea, el recaudador de diversas causas de estas épocas bajo el título de “influencer”. El parentesco viene por el lado de la madre de Santiago, Mariana Chevallier Boutell.
“El vínculo sanguíneo es indudable: trazado por el apellido, el deporte y la economía durante la vida de ambos”, escribió Luca Palmas en la revista “El Equipo”, publicación de la escuela Deportea. Santiago Maratea llegó al rugby por su padre, Rafael, ex jugador y entrenador del San Isidro Club. En este deporte, como su bisabuelo, le empezó a dar vuelo a su don para recaudar dinero. En el rugby es una tradición armar rifas, fiestas y buffets para concretar las giras de las distintas divisiones. En las infantiles del SIC, los chicos venden tarros de dulce de leche. Cuando Maratea jugaba en esas divisiones, para un viaje vendió más que ningún otro. Pero sus padres no lo dejaron viajar porque le iba mal en el colegio. Entonces, el hoy recaudador de Independiente le cedió el dinero que había juntado a un amigo que no había podido vender nada para que pudiera ir él.
Frank Chevallier Boutell, de padre inglés, comenzó a jugar al rugby en Biei y luego, como estudiante de abogacía, se fue a CUBA, club del cual también fue vicepresidente. Su tío, Francis Hepburn, presidió, entre 1900 y 1906, la Argentine Association Football League, antecesora de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). Como jugador, capitaneó al XV de CUBA que en 1931 ganó el campeonato de la UAR.
La gira de Francia de 1949 y la tesorería honoraria de Chevallier Boutell coincidieron con el 50º aniversario de la UAR. La empresa no era nada sencilla desde lo económico, ya que los gastos de pasajes y hospedajes de la delegación francesa -25 jugadores y dos dirigentes- se elevaron a 168.840,55 pesos moneda nacional, una cifra inalcanzable para la UAR pero que gracias a los oficios del bisabuelo de Santiago Maratea se pudo afrontar y, además, alcanzar un rédito inusual para cualquier deporte en esa época.
Fuente: lanación
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