Numerosas familias argentinas descienden de conquistadores de la denominada nobleza de sangre o hidalguía
Gelly, Gaona, Peña, Quintana, Alvear, Argerich, Calvo, Cortina, Gainza, Molina, Somellera... La lista de apellidos es extensa y, en la mayoría de los casos, sus familias desconocen que descienden del rey Fernando III de Castilla, el Santo. En charla con LA NACION, Isidoro J. Ruiz Moreno, miembro de la Academia Nacional de la Historia y autor de importantes obras sobre el pasado argentino, destacó la prosapia de los primeros conquistadores que llegaron a América, cuya descendencia alcanza a nuestros días.
“En aquellas épocas, los grandes capitanes eran grandes señores, no eran cualquiera. Tenían posición social y económica y podían armar sus ejércitos. Eran descendientes de reyes. Era gente que convocaba”, se refiere Ruiz Moreno a los conquistadores que se aventuraban a las nuevas tierras.
A contramano de lo que se podría creer, no eran personas que rozaban la marginalidad y cuyo destino no podía ser otro que ultramar. Tampoco eran del todo desconocidos entre sí. “Eran parientes muchos de ellos. Era una empresa familiar a la que se sumaban primos, hermanos, la gente que uno conocía. Era gente de confianza que quería aventuras, plata y ascenso”, describe el autor.
Muchos de estos conquistadores estaban relacionados con el rey Fernando III de Castilla, que “fue un gran rey y un gran militar que avanzó la reconquista. Uno de los grandes reyes de España, ya que amplió la frontera y combatió a los moros. Era, además, un hombre ilustrado”, recalca Isidoro J. Ruiz Moreno.
El hijo de Fernando III, el rey Alfonso X, El Sabio, había tenido un hijo, el infante Alfonso, que murió antes que su padre, “dejando como heredero de la Corona a su primogénito, el infante don Fernando, llamado el de la Cerda. Pero otro hermano del rey Alfonso X, el segundón Sancho, desconoció el derecho de su sobrino nieto, privando del trono al infante de la Cerda. Y ciñó la Corona con el nombre de Sancho IV”, describe Ruiz Moreno, también destacado conferencista, en una charla que dio, hace años atrás, sobre La descendencia en Argentina del rey Fernando III el Santo.
El autor afirma que “nuestro país está vinculado con el esclarecido monarca medieval que fue San Fernando Rey, a través de gran número de sus ciudadanos, aunque muchos de ellos ignoren tan ilustre ascendencia”.
Ruiz Moreno destaca la procedencia de los conquistadores que llegaron a distintos rincones del país. “Baste limitar los ejemplos a los fundadores de ciudades capitales de provincias en la Argentina para comprobar que se trataba de hombres de calificado linaje, como no podía ser de otra manera en la época en que vivían”, detalla.
Además, hace una aclaración acerca del abolengo con el que contaban: “Antes de examinar la nómina, conviene aclarar que la clase noble se integraba por dos proveniencias: la nobleza de sangre o hidalguía y la de título, conferido por la Corona. La primera es la nobleza llana o baja y, la última, la que conforma la llamada alta nobleza, la de las dignidades cercanas a la Corte”, explica.
La nobleza tenía sus orígenes en los servicios ofrecidos a la patria y sus integrantes se asentaban en padrones. “La hidalguía o nobleza de sangre se adquiría plenamente cuando tres hombres de la misma familia estaban asentados en tales listas. En cambio, la nobleza de títulos dependía de la concesión real”, diferencia.
Justamente a la nobleza de sangre o hidalguía pertenecían la mayoría de los conquistadores, de quienes descienden numerosas familias argentinas. “Bien se ha dicho que los duques no emigran: lo hacen los segundones, a quienes el mayorazgo privaba de gozar de las posesiones de sus padres”, añade..
El académico asegura que, a través de los primeros conquistadores y colonizadores, varias familias están entroncadas con el rey Fernando III. “Tanto ellos, como los monarcas de quienes provinieron, poseyeron un notable historial de hazañas”, afirma. Destaca distintas ramas familiares vinculadas al rey.
Como la familia Cabrera, proveniente del fundador de inmensa descendencia. “Un distinguido genealogista de Córdoba, España, ha llegado a escribir de Jerónimo Luis de Cabrera: “Como su descendencia se halla en todas las antiguas Casas de Córdoba, él es, por excelencia, el Antepasado”.
“En efecto, la sangre de dicho conquistador abarca prácticamente a todas las familias cordobesas de la actualidad”, asegura. El estudioso menciona actuales familias que descienden de él, como los Díaz, Novillo, Ordóñez, Salguero, Ceballos, Carranza, Moyano y Allende.
En Santiago del Estero, los Paz y Figueroa, Palacio y Figueroa Mendoza. También los Echenique, González y Villada. En Salta, la bisnieta del fundador de Córdoba se casó con Tomás de Escobar Castellanos, de quienes descienden los Castellanos, Saravia, Cornejo, Pardo y Figueroa.
En Santa Fe, su tataranieta continuó la descendencia a través de los Candioti, Crespo y Cabal. “En Córdoba, existe otra familia que proviene de una rama desposeída del trono de Castilla por nuestro mal tío Sancho IV y una de cuyas descendientes portuguesas, doña Isabel Pereira de la Cerda, contrajo enlace con el hidalgo Gomes Ferreira, y de quienes fue sucesor don Baltasar Ferreyra de Acevedo, fundador de la actual familia Ferreyra, al establecerse en Córdoba en 1600″, describe.
Los Argerich, Calvo, Cortina, Gainza, Molina, Ruiz Moreno y Somellera pertenecen a la rama porteña que proviene de San Fernando Rey. Ésta “deriva de otro linaje asentado en Portugal, que lo fundó su hijo, el infante don Manuel, padre a su turno del famoso don Juan Manuel, autor de la conocida obra El Conde Lucanor, señala el académico. De este tronco deriva don Juan Manuel de Melo Coutinho, quien “llegó a Buenos Aires poco después de fundada esta Capital y fue de amplísima descendencia en el Río de la Plata”, detalla. De él también deriva el general uruguayo José Artigas. También los Vera Mujica, que pasaron de Santa Fe a Entre Ríos, son descendientes del infante don Manuel.
“Del hijo de Fernando III y hermano de Alfonso X, Sancho IV -el usurpador del trono a su sobrino nieto el infante de la Cerda- arrancan otras dos ramas que llegan a la Argentina de hoy”, recalca Isidoro J. Ruiz Moreno.
Se trata de la familia Cabral, en Corrientes, originada en el hijo de Sancho IV, el rey Fernando IV llamado El Emplazado. Su hijo Alfonso XI y su nieto Enrique II de Castilla son el origen de los Cabral de Melo, “que hoy son en Corrientes los difundidos Cabral y sus alianzas”, detalla. “De un hijo de Alfonso XI de Castilla son los Toledo Pimentel, en Salta, y los Olmos de Aguilera, en Catamarca, luego con amplia descendencia en todo el país”, aclara.
En tanto, los Gelly, Machain, Gaona, Peña, Quintana y Alvear provienen del cuarto hijo de Fernando III el Santo. Éste “dio origen a otra frondosa rama. De Don Enrique, conocido como el Senador, fue hija doña Inés Enríquez, cuyo descendiente, el famoso conquistador del Paraguay, Alonso Riquelme de Guzmán, casó con una hija del no menos célebre Domingo Martínez de Irala, con inmensa sucesión en Paraguay y Argentina”, destaca Isidoro J. Ruiz Moreno.
Fuente: LaNación
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