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domingo, 2 de octubre de 2022

Vida y muerte del Heroico Crisóstomo Álvarez


por José María Posse

Abogado, Historiador, Escritor

Uno de los personajes olvidados por la historiografía local es sin duda Juan Crisóstomo Álvarez. Es un nombre que a todos nos resuena por la céntrica calle que lleva su nombre, no así por el conocimiento de su azarosa vida.




Nació en Tucumán hacia el año 1819, hijo de Francisco Alvarez y de Catalina Aráoz de La Madrid, hermana del general Gregorio Aráoz de La Madrid.Muy joven marchó a Buenos Aires enrolándose en la milicia porteña. A los 18 años era portaestandarte del Regimiento Escolta de Buenos Aires, donde rápidamente mostró temple y aplomo de verdadero soldado.

A poco de recibir el grado de Alférez fue acantonado en el sur de la Provincia de Buenos Aires, fogueándose en escaramuzas contra tribus indígenas alzadas. Allí estudió las costumbres guerreras de los naturales del País y adoptó el uso de la lanza y el combate de a caballo, en lo que se convirtió en verdadero experto. En 1839 y ya con el grado de Teniente graduado tuvo una valiente actuación en tres combates memorables contra los Indios Pampas en Tapalqué.

Peleó a favor de los federales de Rosas en la Revoluciónde los Libres del Sur, de 1839, donde su nombre comenzó a alcanzar alturas heroicas. Vicente Quesada escribió al respecto: “Con una vincha sujetándole el cabello, lanza en mano y dando espantosos alaridos, parecía el mismo diablo en la batalla”.

Pero por entonces ya añoraba las tierras que lo vieran nacer, por lo tanto, al año siguiente se incorporó a las fuerzas de su tío, el no menos legendario Gregorio Aráoz de La Madrid, quién venía a Tucumán con un encargo de Juan Manuel de Rosas. Es sabido que llegado a su provincia, se cambiaron al bando unitario, convirtiéndose en jurados adversario del dictador porteño.

Fueron célebres sus participaciones en las batallas de Angaco y Rodeo del Medio, donde su valor, rayano en la temeridad lo hicieron famoso. Derrotado el bando unitario cruzó la cordillera para exiliarse. Vivió pobremente en Chile para luego enrolarse en el ejército de Bolivia. Fue separado del mismo en 1845, por su complicidad con la incursión a Jujuy de los emigrados argentinos capitaneados por el unitario Anselmo Rojo.

Mas tarde pasó al Uruguay, desde Montevideo fue de incógnito a Paraná donde cayó enfermo. Restablecido, se dirigió al Brasil, pero la nave que viajaba fue cañoneada y quedó extraviada en una isla. Tras una serie de sacrificios e intentos de escapar, decidió entregarse, en 1846.

Estuvo preso en Ramallo hasta 1848, año en el cual, por intercesión del embajador Southern quien estaba pactando el levantamiento del bloqueo inglés, recuperó su libertad. Volvió a Tucumán donde vivió pacíficamente unos años, aquí se casó con su prima Francisca Aráoz. Pero su espíritu aventurero y su feroz antirrosismo pudieron más que él y pronto se vio involucrado en movimientos políticos que lo llevaron nuevamente al exilio en Chile, previo paso por el Perú.

Posteriormente, en 1852, desde Copiapó (Chile) se enteró del pronunciamiento de Urquiza contra Juan Manuel de Rosas, por lo que resolvió derrocar al gobernador tucumano Celedonio Gutiérrez. Pasó la cordillera con un grupo de emigrados, mal armados y peor montados e invadió Tucumán. Tras algunas victorias iniciales, fue completamente derrotado en la batalla del Rincón del Manantial. Ignorando Gutiérrez que se había producido la batalla de Caseros, donde al fin fuera depuesta la tiranía rosista, lo mandó fusilar dos días después, el día 17 de febrero de 1852.En una conmovedora carta se despidió de su esposa.

Años más tarde, el Intendente José Padilla, enemigo político del que fuera en épocas de Gutierrez, su Ministro General, bautizó con el nombre de Crisóstomo Alvarez la calle donde éste vivía, ya que según decían, había sido el más firme sostenedor de la pena de muerte de Alvarez. El aludido por fin se mudó de casa y el nombre de Crisóstomo Álvarez quedó así para la posteridad, en una arteria que con justicia lo recuerda.

JOSÉ MARÍA POSSE

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