Blog donde encontrarás información de Genealogía, Historia, Arqueología, Antropología, Curiosidades, Libros y software libre de las temáticas tratadas, además de una inmensa base de datos Genealógica que llevamos más de 10 años elaborando

Últimas novedades

Buscador

domingo, 23 de agosto de 2020

El éxodo jujeño y aquellos bravos centauros de la patria

Por: José María Posse*

La historia argentina no ha dimensionado en su magnitud, la entidad del sacrificio del pueblo jujeño durante el conocido “Éxodo,” entre el 23 de agosto y el 11 de septiembre de 1812.


El bando de Belgrano fue fulminante: la estrategia de “tierra arrasada” no respetaba fortunas ni jerarquías. Dejaron sus casas, quemaron los ranchos que habían cobijado a lo soldados del Ejército del Norte, también las sementeras y los pastos que podían servir de alimento a los caballos y mulares de sus perseguidores; mataron los animales que no podían llevar consigo, con la consigna de evitar el aprovisionamiento de los realistas.

Y así fue como marcharon esas familias heroicas; custodiadas por sus hombres, muchos de ellos jóvenes “Decididos”, quienes esperaban la oportunidad para demostrar su valor ante el enemigo que les picaba los talones. Y la tuvieron en el combate del “Río Las Piedras”, donde ese grupo de Centauros al mando de Eustoquio Díaz Vélez, le propinó un duro revés a la vanguardia del Ejército del Rey.

El peor mes para esa marcha era Agosto, ya que los ríos estaban secos o apenas llevaban un hilo de agua. No había pastaje para la caballada y hacienda, causando todo ello una gran mortandad.

Llenos del polvo del camino, sedientos y hambrientos, pero jamás vencidos, llegaron a Tucumán en la primera semana de Septiembre.

El general Manuel Belgrano, en vez de entrar a la ciudad de San Miguel de Tucumán, eligió desviar la ruta hacia Burruyacu, para partir  por el antiguo “Camino de las Carretas” hacia Santiago del Estero, y desde allí a Córdoba. Tal era la orden del Triunvirato dominado por Rivadavia, que abandonaba a su suerte a las provincias del Norte.

Ya en territorio tucumano, Belgrano mandó al teniente coronel Juan Ramón Balcarce a desarmar la ciudad, mientras el grueso de las afligidas familias jujeñas, eran recibidas con los brazos abiertos por los tucumanos, quienes los alojaron en sus casas.

Pero los norteños no iban a rendirse. Una embajada al mando del líder cívico Bernabé Aráoz, luego de ponerse de acuerdo con Balcarce, fue a entrevistarse con el general porteño (quien acampaba en el paraje burruyaqueño conocido como La Encrucijada), y luego de ciertas negociaciones y condiciones, lo convencieron de presentar batalla.


Mientras tanto, el exhausto  general realista Pío Tristán, al ver la maniobra de Belgrano, creyó que partía directamente hacia Santiago del Estero y se quedó en Metán para reaprovisionarse. La estrategia de Belgrano para demorar la marcha de los realistas daba al fin sus frutos.

Esos 11 días que el sacrificio del “Éxodo Jujeño” les dio a los patriotas, permitió conformar, armar y dar un adiestramiento mínimo a la milicia gaucha compuesta principalmente por los Decididos de Tucumán y Jujuy; reforzada por una columna de salteños acaudillada por Apolinario Saravia. A ellos se les sumaron también, otra de santiagueños y catamarqueños.

Fue así como un 24 de septiembre de 1812, en el día de Nuestra Señora de la Merced, se peleó la batalla más gaucha de todas las de nuestras guerras por la   Independencia. Esa mañana, la prepotencia española, amparada por las poderosas armas de sus 3.500 soldados; no pudo con la bravura y el ímpetu de los 1700 hijos de la tierra norteña, armados en su mayoría con rústicas lanzas, facones, lazos y boleadoras.

En una Batalla Imposible, aquellos centauros vencieron a un ejército muy superior, escribiendo páginas de gloria en las armas de la Patria y salvando la suerte de la Revolución Sudamericana. Lauros éstos, que se acrecentaron aún más en la  Batalla de Salta, el 20 de Febrero del año siguiente.

Nada de ello hubiera sido posible, sin el sacrificio de los jujeños, quienes dieron ese valioso tiempo de margen al ejército de Belgrano para reorganizarse y reforzar su número en Tucumán; y luego pelearon con bravura rayana en la temeridad.

Esos mismos bravos “Decididos”, ya convertidos en un batallón de Dragones de La  Patria, combatieron en Salta, donde volvieron a cubrirse de Gloria.

Sin las batallas de Tucumán y Salta, no hubiera sido posible la Declaración de la Independencia un 9 de Julio de 1816 en Tucumán.

En los años siguientes, aquellos bravos defendieron la frontera en épicos, como desiguales combates, donde se volvieron legendarios varios capitanes gauchos jujeños, entre los que destaco al “Aquiles Criollo”: Manuel Eduardo Arias, héroe de la  Batalla de Humahuaca.

Honor y Gloria eterna a aquellos valientes de la Patria. Honor y Gloria eterna a los gauchos del Norte, que se hermanaron por siempre, vertiendo su sangre en las Batallas de Tucumán,  Salta y Humahuaca, además de los cientos de épicos combates en el Norte.

Que las generaciones futuras sepan de ellos, del pueblo jujeño, de su valor y sacrificio inaudito.

* Abogado, Historiador, Miembro del Instituto Belgraniano de Tucumán

No hay comentarios:

Publicar un comentario