Blog donde encontrarás información de Genealogía, Historia, Arqueología, Antropología, Curiosidades, Libros y software libre de las temáticas tratadas, además de una inmensa base de datos Genealógica que llevamos más de 10 años elaborando

Últimas novedades

Buscador

miércoles, 11 de marzo de 2020

La increíble longevidad de la esclava Lucía Trejo

El 30 de abril de 1779, a instancias del procurador general de la ciudad, el Cabildo de Córdoba encomendó al alguacil mayor, don Nicolás García Gilledo, se trasladara hasta la estancia de Alta Gracia –que tras la expulsión de los jesuitas había sido comprada por el maestre de campo don José Rodríguez–, para interrogar a una negra esclava llamada Lucía Trejo acerca de su edad. Esto por cuanto era tradición común que había pertenecido al obispo fray Fernando de Trejo y Sanabria, quien la habría donado junto con sus bienes para la fundación de la Universidad ¡en el año 1613!


Acompañado de una calificada comitiva, García Gilledo inició su tarea el 15 de mayo. En su informe la describe minuciosamente, destacando “las menudas arrugas y sequedad de su rostro, en el que sólo se toca la figura de los huesos y el pellejo, sin ninguna carnosidad”. Su cara es larga –sigue diciendo–, su nariz gruesa y chata en el extremo. La boca grande y los labios no muy levantados a causa de la sequedad de la cara (...) las orejas tiene crecidas, la frente espaciosa, el cabello torcido como los demás negros, en el celebro blanco, en lo alto de la cabeza declinando a amarillo. No le falta en la boca más que las cuatro muelas que salen las últimas, con un  diente. Todo lo demás tiene cabal, pero tan gastados, que se hallan parejos con las encías.

Cuenta que no puede permanecer de pie por la debilidad de las piernas, a pesar de lo cual hila y tisa lana y algodón, y “aún así se ocupa en el ministerio de partear, ejerciendo con fuerzas suficientes, así sentada”. “Tiene el pulso tan fijo –agrega– que habiéndosele servido con una taza de sopa y caldo de más que media porción, teniendo la taza en el suelo las acabó por su mano con la cuchara sin derramar gota de caldo”.

Tenía la muñeca derecha lesionada a causa de una fractura que sufrió años atrás en la estancia de La Candelaria, a donde la llevaron de cocinera con motivo de la visita de un obispo.

Los brazos tiene bastante robustos, pero tan secos, que no se le encuentra en ellos carnosidad alguna más que los tendones y nervios con el hueso y cutis en menudas arrugas. Las manos igualmente secas y en las coyunturas de los dedos, por la parte de arriba, unos nudillos que parecen descoyuntados.

Su memoria flaqueaba, pero repitiéndole las preguntas y dejándola descansar, respondía correctamente. Aunque no recuerda su edad, dice que nació en Córdoba y que su primer amo fue el obispo Trejo, al que describe como “bastante alto, no muy grueso” y vestido de hábito franciscano. Afirma que cuando Trejo murió –lo que ocurrió en diciembre de 1614– ella tendría unos diez o doce años.

Vivió siempre en Alta Gracia y se casó con el negro Miguel, con el que tuvo cinco hijos, dos de los cuales, llamados Juana Inés y José, se casaron y le dieron nietos, bisnietos y tataranietos, a los que no recuerda bien. Padeció “varias enfermedades violentas” y cuando era moza, casi todos los años la sangraban.

Interrogados varios negros y negras viejos de la misma estancia “que algunos pasan de cien años”, todos coinciden en que ella es mucho más vieja y que siempre la han tenido por esclava del obispo Trejo, de allí su apellido. Una negra llamada Manuela “que no se duda exceda los ciento veinte años, muy cabal en sus sentidos”, asegura que cuando tuvo uso de razón Lucía era ya una mujer mayor. A su vez ésta dice que la Manuela nació en sus manos y es su ahijada “y lo mismo dice de todos los demás viejos”.

El 17 de mayo termina García Gilledo su informe, que firman todos los que lo acompañan, afirmando que Estas son todas las razones que se encuentran para persuadir que se acierta la edad, y que según buena razón, no baja en el día de ciento y setenta y cuatro o ciento y setenta y cinco, que es cuanto se debe exponer con la sinceridad  que pide la buena razón.

La increíble longevidad de la esclava Lucía Trejo

Fuente: Adecirverdad.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario