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lunes, 3 de febrero de 2020

Hallan restos que revelan la presencia inca en el sur de Mendoza

Arqueólogos encontraron cerámicas y piezas arquitectónicas en la Laguna del Diamante

Científicos mendocinos fueron protagonistas de un hallazgo revolucionario para la arqueología internacional. Se trata siete sitios con grabados rupestres y uno con estructuras arquitectónicas y cerámicas realizados por incas aproximadamente en el siglo XV dC. o principios del XVI, y que fueron encontrados en áreas nacientes del río Diamante.

Cerámica. Los fragmentos están siendo estudiados por el Conicet

Lo más significativo de todo esto, según explicaron a Los Andes en exclusiva los especialistas, es que hasta el momento se creía que la población incaica había llegado sólo hasta el río Mendoza. A partir de este descubrimiento, se tiene la certeza de que los incas ocuparon hasta la zona sur de Mendoza. Incluso, si se considera todo el mapa de América, con este hallazgo se puede determinar que esta es el área geográfica más meridional de la República Argentina a la que llegó la civilización Inca. 

Si bien existe evidencia bibliográfica respecto a que los incas habrían ocupado hasta la zona del Diamante, hasta el momento tal teoría no tenía evidencia física.

El hallazgo fue realizado en el marco de un acuerdo con la Dirección de Recursos Naturales Renovables del Gobierno de Mendoza para colaborar en el armado de un Centro de Interpretación en el Área Natural Protegida Laguna del Diamante. 

Allí, un grupo de investigación integrado por Víctor Durán (arqueólogo, investigador y profesor), Lucía Yebra (becaria) y Leandro Rojo (investigador y profesor), realizaron entre el 24 y el 28 de enero los trabajos de relevamiento que concluyeron en tal hallazgo. Los expertos se desempeñan en el Instituto Interdisciplinario de Ciencias Básicas (Conicet) y la UNCuyo.

Hace unos cuantos años que estamos desarrollando este proyecto de investigación en la Laguna del Diamante y aparecieron cosas que no esperamos. Son bloques de roca grande con arte rupestre. Los incas dibujaron en las rocas figuras que se entiende que son representaciones de Amaru, Anaconda, la serpiente de agua. Era un ser mítico en su religión, una deidad. La asociaban a los ancestros, el cielo, la lluvia, la tierra, los ríos, los canales de riego, la fertilidad y la procreación, entre otros conceptos. Ellos marcaban así un control sobre ese territorio, le avisaban a otra gente que estaban ahí”, explicó Víctor Durán, respecto a cómo estas poblaciones expresaban la apropiación material y simbólica de los espacios. 

El límite está más al sur

Asimismo, Durán destacó que para los arqueólogos es muy importante este hallazgo porque hasta hace poco se creía que los incas no tenían control sobre esa zona. Se consideraba que el límite de esta riquísima comunidad había llegado hasta el río Mendoza. “Con este hallazgo se prueba que los incas tuvieron un control más fuerte y profundo al sur de Mendoza. Son los más meridionales de Argentina. Que el límite de ocupación se extienda más al sur, es una noticia importante para la arqueología”, destacó.

Al llegar los primeros españoles a Cuyo reciben la información de que los incas habían levantado un monolito en la margen del río Diamante para marcar su expansión. Esta descripción, de 1551, realizada por Gerónimo de Vivar sobre la expedición de Villagra había sido tenida en cuenta por arqueólogos e historiadores, pero se prefirió considerar que el control efectivo de los incas sólo había llegado hasta el río Mendoza”, afirma parte del escrito que resume el descubrimiento realizado. 

El hallazgo de estas grandes rocas con motivos serpentiformes es sugerente en ese sentido y aunque no sean el monolito que describe Vivar marcan claramente, junto a fechados radiocarbónicos y otros restos materiales obtenidos de clara filiación incaica, que ese estado alcanzó y controló dicho sector de la Cordillera. Por ello, la nueva evidencia obtenida permite proponer a estos sitios como la expresión más meridional del control incaico de la vertiente oriental de los Andes”, explica también el informe.

Apoyo a áreas protegidas

Por su parte, desde la Dirección de Recursos Naturales Renovables su titular, Sebastián Melchor, expresó: “El hecho de que este hallazgo se realizara en el marco del trabajo de cooperación entre la Dirección de Recursos Naturales Renovables y el Conicet, nos permite demostrar que las Áreas Naturales Protegidas no sólo tienen para ofrecer conservación de biodiversidad y belleza paisajística, sino que también tienen historia antigua de alto valor arqueológico. Los trabajos actuales de cooperación con el Conicet en Laguna del Diamante consisten en el armado de un centro interpretativo a 3.200 m.s.n.m y la organización de charlas informativas para que los visitantes conozcan el patrimonio arqueológico y la historia de la Reserva Natural”.  

También, Melchor adelantó que el mencionado centro tendrá por sede la puesta en valor de la primera seccional de Guardaparques que tuvo la Laguna del Diamante y destacó que este “grupo de investigación está cumpliendo con el compromiso de transferir a la comunidad sus resultados y colaborar en el armado de futuras propuestas de turismo patrimonial sustentable que contribuyan al desarrollo social de la región”. 

Los primeros en conquistar estas tierras

Sobre lo valiosa que fue la Civilización Inca, Víctor Durán, Lucía Yebra y Cecilia Frigolé, del Instituto Interdisciplinario de Ciencias Básicas (ICB)-UE-Conicet/UNCuyo, expresaron que en las primeras décadas del siglo XV d.C. los incas conquistaron el Valle Central Chileno y el noroeste y centro oeste de la provincia de Mendoza. Su dominio de más de un siglo generó cambios importantes en los modos de vida de las sociedades locales. Estudios históricos y arqueológicos muestran que, en ambas vertientes de la Cordillera de los Andes, se aumentó durante este período la producción agrícola, a través de obras hidráulicas que permitieron un mejor manejo del agua, y también la ganadera (de llamas, específicamente). Se hicieron también explotaciones mineras de oro y cobre y se mejoró la capacidad de transportar bienes e información a través de una red de caminos que se conocía como Capac Ñam. Para mantener el control sobre las sociedades locales no sólo utilizaron la fuerza; impusieron también nuevas formas de organización social y creencias religiosas. El culto a los cerros o “apus” fue una de sus ceremonias más representativas, que incluía en ocasiones sacrificios humanos. 

Fuente: LosAndes.com.ar

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