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domingo, 27 de octubre de 2019

27 de octubre de 1812: Belgrano declara Generala del Ejército a la Virgen de la Merced por el triunfo en la batalla de Tucumán (librada el día de la Virgen) y le entrega su bastón de mando.

Dice el Gral. Paz en sus memorias: “Como la batalla sucedió el 24 de septiembre día de Nuestra Señora de las Mercedes, el general Belgrano, sea por devoción, sea por piadosa galantería, la nombró e hizo reconocer por generala del ejército. La función de la iglesia que se hace anualmente se había postergado y tuvo lugar un mes después. Concluido el novenario, se realizó la función el domingo 27 de octubre. A la misa asistió Belgrano y todos los oficiales del ejército. El orador sagrado, José Agustín Molina, se refirió a la gloria de la patria y a la de la Virgen María, y en presencia del
general aludió a sus triunfos, haciendo resaltar la inesperada y singularísima victoria, y cómo el mismo general cedía voluntariamente a la madre de Dios todo el honor de la victoria, y por un acto auténtico de reconocimiento confesaba el mismo Belgrano que a María y no a él debía la patria  reconocerse deudora de su salvación. Por cuya causa publicaba solemnemente que a su especialísima y milagrosa asistencia (son palabras textuales), le debían la victoria objeto de esa fiesta, para demostrar su gratitud a la Libertadora de la Patria. Por la tarde fue la procesión, en la que sucedió lo que voy a referir. La devoción de Nuestra Señora de las Mercedes, ya antes muy generalizada, había subido al más alto grado con el suceso del 24. La concurrencia era numerosa y, además, asistió la oficialidad y tropa, sin armas, fuera de la pequeña escolta que es de costumbre. Quiso además la casualidad, que en esos momentos entrase a la ciudad la división de vanguardia, que regresaba de la persecución de Tristán y el General ordenó que a caballo, llenos de sudor y de polvo como venían, siguiesen en columna atrás de la procesión, con lo que se aumentó considerablemente la comitiva y la solemnidad de aquel acto. No necesito pintar los sentimientos de religiosa piedad que se dejaban translucir en los semblantes de aquel devoto vecindario, que tantos sustos y peligros había corrido; su piedad era sincera y sus votos eran sin duda aceptos a la Divinidad”.


“Estos sentimientos tomaron mayor intensidad cuando llegó la procesión al campo de batalla, donde aún no se había borrado la sangre que lo había enrojecido. Repentinamente el General deja su puesto y se dirige solo hacia las andas, en donde era conducida la imagen de la advocación que se celebraba; la procesión para; las miradas de todos se dirigen a indagar las causas de esta novedad; todos están pendientes de lo que se propone el General, quien haciendo bajar las andas hasta ponerlas a su nivel, entrega el bastón que llevaba en su mano y lo acomoda por el cordón en las de la imagen de las Mercedes. Hecho esto vuelven los conductores a levantar las andas y la procesión continúa majestuosamente su carrera”.

“La conmoción fue entonces universal; hay ciertas sensaciones que perderían mucho queriéndolas describir y explicar; al menos, yo no me encuentro capaz de ello. Si hubo allí espíritus fuertes que ridiculizaron aquel acto no se atrevieron a sacar la cabeza”.

Fuente: Asoc Belgraniana de Morón

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