En Aragón el uso del blasón fue siempre privativo de la nobleza, su sola
presencia era prueba de que se estaba en posesión pacífica de la
nobleza, pues en caso contrario podía ser demandado para que cesase en
su Jactancia y picara el escudo de la fachada de su casa, o bien
obtuviese una Jurisfirma de Infanzonía, mediante los correspondientes
procesos. A comienzos del siglo XIX se liberalizó su uso, surgiendo así
nuevos escudos entre las clases burguesas y campesinas. En la presente
obra se recoge la descripción de unos 4.300 escudos, indicando su lugar
de procedencia, el nombre de la familia que lo tenía y la fuente
bibliográfica de donde se ha obtenido la información.
Armorial del Reino de Aragón: Blasones Gentilicios Aragoneses por Luis Valero de Bernabé
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