Poco ayudaron los pueblos intermedios en su trayecto, temiendo las terribles represalias prometidas por el jefe realista Pezuela a quienes colaboraran con los "insurgentes".
En cuanto al movimiento de tropas, pensaba Belgrano reunir en Jujuy las milicias de Salta y Tucumán y tratar de oponer resistencia al enemigo para luego esperarlo en Tucumán.
En los primeros días de enero de 1814, mientras los realistas preparaban en Cotagaita el ejército invasor con sus jefes principales Ramírez, Picoaga y Castro para caer con sus vanguardias sobre Jujuy, Belgrano se encontraba en Humahuaca donde recibió al gobernador Chiclana, quien había delegado el mando político en el Cabildo y el mando militar en el coronel Dorrego, tratando de organizar la resistencia.
El coronel Manuel Dorrego había sido comisionado por el Gobierno, a solicitud de Chiclana, para reunir en las provincias de Jujuy y Salta a los restos del ejército en retirada y reclutar nuevos efectivos y provisiones como artículos de guerra al efecto de detener esta nueva invasión, que pretendía por su alta preparación y organización llegar hasta Buenos Aires con el apoyo de las fuerzas de Montevideo.
La invasión de Pezuela cobra dimensión al estar destinada a aniquilar al ejército patrio en retirada, evitando el encuentro con los refuerzos enviados por Carlos de Alvear que, comandados por San Martín, debían esperar en la Posta de los Algarrobos, cercano a Yatasto, para luego armar infraestructura en Humahuaca y tomar San Salvador de Jujuy y Salta. El ejército de Joaquín de la Pezuela había organizado la ofensiva para caer sobre Salta y Jujuy en tres columnas principales. En Jujuy existía un movimiento febril alentado por Dorrego en apoyo a la causa y en el reclutamiento de jóvenes, los cuales se organizaban en movimientos de guerrilla. Con gran eficiencia, Dorrego reunió 500 nuevos soldados y 250 dispersos con los que organizó un regimiento que llamó de "Partidarios", requisó 1.000 caballos y ganado vacuno; hizo fabricar armas, especialmente lanzas, fornituras y municiones, acciones que motivaron un oficio dando superadas las desinteligencias y reincorporándolo al ejército.
Este nuevo éxodo fue casi tan terrible como el primero.
Toda su población había desaparecido; dejando atrás estas milicias populares que ocuparon los alrededores y fincas cercanas a la ciudad, bien montados y con cierto adiestramiento, comenzaron a hostigar a los invasores, convirtiéndose en guerrillas populares que prontamente formalizaron la “guerra de guerrillas” o la guerra Gaucha y harían de la ciudad un escenario permanentemente de combate, apoyados por las mujeres que voluntariamente en ella habían quedado.
Por eso, también se lo conoció como el "Éxodo de las Mujeres".
Fuente: Asociación Belgraniana de Morón
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