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jueves, 4 de octubre de 2018

Los agentes secretos del Cruce de los Andes

Ya había comenzado el movimiento de tropas para "la de vámonos", como solía referirse el Gobernador de Cuyo al inicio del Cruce de los Andes, desde el Campamento de El Plumerillo hacia los distintos destinos por los que atravesarían las seis columnas en que fue dividido el Ejército de los Andes, habiendo roto su marcha el 9 de enero el primer contingente, cuando llegaba a manos de San Martín carta de uno de sus espías en Chile en la que le decía: "Mi estimado señor: acabo de recibir la de usted del 10 del presente y por ella quedo impuesto de lo que me ordena y de su salida (… ) Estas gentes están que no ven la hora de la redención, pues ya no se pueden sujetar; en los montes no cabe la gente que huye del enemigo. Soy de parecer que con 1.000 hombres que vengan es tomado Chile, porque en el momento se unirían 10.000.


No faltan más que armas; a mí se han unido ciento y tantos, de ellos la mitad con fusiles, entre vecinos y desertores del enemigo. (… )  Caballada hay bastante; hombres, muchos más; Santiago muy revuelto y el enemigo ya no halla qué arbitrio tomar para contener el impulso de los habitantes del reino, como lo verá en el bando de A.M. (léase Antonio Merino). (… ) No hay más que comunicar sino que apresure lo posible los pasos, y mande a éste su servidor. Q. S.M.B. José Astete 20/01/1817". 

El tal José Antonio Astete no era otro que Juan Pablo Ramírez, quien junto a Manuel Rodríguez alias el Español o el Alemán, según el caso, Antonio Merino alias el Americano, Jorge Palacios alias el Alfajor, el oficial del ejército Diego Guzmán de Ibáñez alias Don Víctor Gutiérrez y Ramón Picarte alias Vicente Roxas, formaban parte de una gran red de espías con que San Martín inundó la administración y el ejército realista en Chile, y a través de los cuales no sólo tenía noticias frescas y al corriente de lo que ocurría en Santiago, el número y distribución de fuerzas con que lo esperaba Casimiro Marcó del Pont, sino también por la que distribuía falsas noticias sobre el ejército libertador de su mando y proclamas con las que insuflaba patriotismo y arengaba al pueblo a tomar las armas. 

Así a estos espías, en su mayoría chilenos, se sumarían otros tantos españoles y rioplatenses bajo los seudónimos de El Tapadera, El Chispa, etc.; incluso los religiosos pasarían a ser agentes secretos del Libertador, tal el caso más conocido del sacerdote Francisco López quien fue descubierto con informes sobre el ejército que se preparaba en Cuyo, cocidos entre los pliegos de su sotana quien, al ser descubierto, se le perdonó la vida, por orden de San Martín, en virtud de su investidura, al tiempo que se convirtió en doble agente al servicio del Gran Capitán a riesgo de perder la vida si no cumplía con sus órdenes.

La guerra de Zapa, como se conoce a estos trabajos de contrainteligencia y espionaje, muy avanzado por cierto, que pergeñó San Martín desde el mismo día que llegó a Mendoza, le demandaba tanto trabajo como la preparación del ejército y el Gobierno de Cuyo.

Sin embargo, durante los dos años que demandaron los preparativos del plan de liberación continental, no descuidó un solo instante la correspondencia con sus espías la que escribía de noche al terminar su faena diaria de general en jefe y gobernante, o en las primeras horas de las mañana entre las 4.30 y 5.30 am, horario en que comenzaba diariamente su jornada de labor. 

Tanto era el esfuerzo y el trabajo que lo abrumaba que en repetidas ocasiones le había escrito al Director Pueyrredón pidiendo le enviaran a su amigo Guido para que lo ayudara con el ramo de Gobierno, Ejército y Política, pero en la fibra íntima sobre todo como una de las únicas personas en las que confiaba para llevar adelante esta correspondencia tan precisa de espionaje e intrigas.

Así se lo anunciaba en carta del 15/12/1816 en la que refunfuñaba: " …  El tiempo me falta para todo, el dinero ídem, la salud mala, pero así vamos tirando hasta la tremenda. Cada vez me convenzo más y más de que sin usted no hacemos nada…  Yo escribo al amigo Pueyrredón sobre este particular y yo espero que conversando de la necesidad me lo mande a usted aunque no sea más que para tres meses. Adiós, lo ama y lo amará siempre, su Lancero".

Confiado en el éxito que le aseguraba esta Guerra de Zapa escribía, en una nueva carta del 13/01/1817 a su amigo y confidente Tomás Guido lo siguiente: "Mi Lancero: el 17 empieza la salida de la vanguardia. Las medidas están tomadas para ocultar al enemigo el punto de ataque. Si se consigue y nos dejan poner el pie en llano, la cosa está asegurada. En fin, haremos cuanto se pueda para salir bien pues  si no, todo se lo lleva el diablo."

Finalmente los esfuerzos de San Martín y todo Cuyo dieron sus frutos: la estrategia de la división del ejército por los seis pasos de Los Patos, Uspallata, El Planchón, El Portillo, Guana y Come Caballos en un frente de más de 2.000 km que permitió a las fuerzas patriotas realizar la travesía del coloso andino sin mayor resistencia facilitando el triunfo de Chacabuco; al tiempo que la Guerra de Zapa minó la opinión en Chile preparando el terreno para consolidar la libertad e independencia de las futuras repúblicas americanas.

Fuente:  Por Juan Marcelo Calabria para LosAndes.com

1 comentario:

  1. Manuel Javier Rodríguez y Erdoíza (Santiago, 27 de febrero de 1785-Tiltil, 26 de mayo de 1818) fue un patriota chileno que realizó innumerables acciones en diferentes cargos para lograr la independencia de Chile, como abogado, político, guerrillero y militar, siendo reconocido como uno de los «padres de la Patria de Chile».

    Durante la Patria Vieja, fue ministro de Hacienda y de Defensa del gobierno de José Miguel Carrera, además de su secretario personal. Pese a que hubo varios y graves desencuentros entre Carrera y Rodríguez, siempre retomaron su amistad, camaradería y trabajo en conjunto, razón por la cual fue la persona con quien Carrera gobernó más estrechamente.

    En el periodo de la Reconquista española, su labor como guerrillero, espía y principal figura de la resistencia independentista en Chile lo transformó en mito y leyenda popular.

    Durante la Patria Nueva, tras la derrota independentista de Chile en la batalla de Rancagua, Rodríguez conspiró más de una vez para deponer del cargo de director supremo a Bernardo O'Higgins. Reapareció en la escena pública tras el combate de Cancha Rayada, asumiendo brevemente como director supremo interino en Santiago, para evitar el desbande general de la causa patriota. Tras dejar su puesto, una vez que se supo que O'Higgins no había muerto, y luego de la victoria en la batalla de Maipú, fue apresado por O'Higgins. Fue custodiado por soldados, siendo asesinado de un balazo por la espalda en las cercanías de Til-til mientras lo trasladaban a la cárcel de Quillota. Bernardo Monteagudo fuel autor intelectual del asesinato

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