Arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH) descubrieron hace pocos días una estructura en el Estanque de Nahualac, al pie del volcán Iztaccihuatl.
Foto Arturo Cruz, Terrasat Cartografía |
Se trataría de un tetzacualco o altar de piedra situado en medio del estanque, visible cuando el nivel de las aguas baja, y que produce un efecto óptico pareciendo que la estructura emana del agua de modo similar al mito de Cipactli. Este monstruo de piedra, según algunas leyendas mesoamericanas sobre la creación del mundo, flotaba sobre las aguas primigenias, y a partir de su cuerpo se habrían creado el cielo y la tierra.
Situado en el municipio de Amecameca a 3.870 metros de altitud, el yacimiento arqueológico de Nahualac consta de dos áreas. La primera es el estanque, donde hace unos 1.000 años se construyó el citado templo rectangular de piedras apiladas sin ningún tipo de cementante conocido como Tetzacualco (de 11,5 por 9,8 metros), según Rocío Hernández Bautista, arqueóloga del INAH responsable de la investigación.
La segunda área se halla a unos 150 metros al sureste de la estructura, en un valle con abundantes manantiales, donde se han encontrado piezas de cerámica decoradas con motivos asociados a Tláloc, deidad de la lluvia.
La disposición de las piedras en el estanque, como si estuvieran flotando, hace pensar a los arqueólogos que podría representar un modelo del Universo en miniatura. Es más, el nivel del agua habría estado regulado mediante canalizaciones para producir un efecto óptico de espejo, simulando que toda la estructura flota sobre las aguas, representando el comienzo mítico del tiempo y el espacio.
El lugar ya era conocido al menos desde el siglo XVI por investigadores profesionales y aficionados. En el siglo XIX el explorador francés Desiré Charnay visitó el lugar, y en 1957 el arqueólogo José Luis Lorenzo lo describió en detalle, datándolo en el período Tolteca (siglos IX-XIII) y realizando un plano de la estructura. En 1986 Stanislaw Iwanizewski recuperó en la zona un importante número de piezas cerámicas, atribuyéndolas a la tradición Mazapa (850 a 900 d.C.).
La arqueóloga Rocío Hernández opina que, de acuerdo con los reportes de las primeras exploraciones y las actuales investigaciones, se puede deducir que Nahualac es un espacio de culto a Tláloc, que también guarda relación con las entidades femeninas del agua y la tierra. Del mismo modo, estaría vinculado a los significados rituales del espejo y el quincunce mesoamericano, es decir, la representación de los cuatro rumbos del universo, cuyo centro manifiesta el punto de encuentro entre los planos cósmicos.
Fuente: LBV
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