Se estima que tiene 4.000 millones de años de antigüedad.
A unos 35 kilómetros al sur de Inukjuak, en el norte de Quebec, se encuentra un poblado inuit. Por aquella zona se extiende un inusual afloramiento rocoso, conocido como el cinturón rocoso de Nuvvuagittuq y formado mayormente por rocas verdosas y grisáceas, en las que pueden verse unas venas rojizas.
Si alguna vez has hecho el arduo viaje hasta allí y no eres geólogo, es probable que no te dieras cuenta de dónde estabas pisando. Se cree que esas rocas se han ido formando durante miles de millones de años en el fondo de un océano prehistórico, cerca de antiguos depósitos volcánicos. Y ahora, esos fósiles muestran indicios de unas formas de vida extraordinariamente antiguas que podrían poner en entredicho lo que hasta ahora sabíamos de la historia de nuestro planeta.
En un nuevo artículo de la revista Nature, un equipo de investigadores provenientes de todo el mundo afirma que las rocas tienen entre 3.800 y 4.300 millones de años, siendo así las más antiguas encontradas en el planeta. Pero eso no es todo. Su extraña estructura constituye una prueba de la existencia de microorganismos antiguos, lo que las convierte en los "microfósiles" más viejos encontrados nunca y en el registro más antiguo de vida en la Tierra.
Nuestro planeta tiene más de 4.500 millones de años. En la era en que se formaron estas rocas, no hace mucho más de algunos cientos de millones de años después de que la Tierra se enfriara y se crearan los océanos, la atmósfera tenía un alto grado de toxicidad y las condiciones no podrían haber sido consideradas adecuadas para prácticamente ningún tipo de ser vivo que conocemos hoy en día. (El período más prematuro de nuestro planeta, el eón Hádico, que data de entre 4.000 y 4.500 millones de años atrás, presentaba unas condiciones tan terribles que por eso se le puso el nombre haciendo alusión al Hades).
Esta es una de las razones por las que descubrimientos de este tipo son importantes. Si pudo surgir vida en nuestro planeta primitivo, parece que las posibilidades de que también haya vida en otros planetas son mayores.
Tubos de hematita de los depósitos volcánicos del cinturón de Nuvvuagittuq que representan los microfósiles más antiguos y la prueba de la existencia de vida en la Tierra. Imagen: Matthew Dodd |
El geoquímico Dominic Papineau, de Quebec, llevó a cabo una expedición al norte de la provincia en 2011. Tal y como explicó a Motherboard en una entrevista, para llegar al lugar tuvo que tomar tres vuelos distintos en avionetas pequeñas y navegar en un barco durante tres horas.
Lo que no se esperaba Papineau era encontrar fósiles, más que nada porque las rocas habían sufrido una metamorfosis considerable, es decir, habían sufrido cambios a causa de la inmensa presión y las altas temperaturas existentes bajo la corteza de la Tierra, unas condiciones que suelen destruir cualquier forma de vida que pudiera llegar a originarse).
Él explicaba que era curioso que aquellas formaciones de hierro rojas y brillantes estuvieran esparcidas por toda la superficie verde grisácea. "Una hipótesis sobre estas rocas es que hubo un componente biológico en su formación", añadió Papineau, quien trabaja como profesor en la Univerisity College de Londres (UCL).
Ciertos tipos de bacterias actuales tienen la capacidad de extraer nutrientes del hierro a través de una reacción química. Papineau empezó a preguntarse si ya existían organismos similares hace 4.000 millones de años.
"Estaba intrigado por la existencia de esas rocas, así que tomé muestras de las mismas", contó Papineau. "Pero lo que realmente me hizo pensar que allí había algo importante fue el hallazgo de concreciones (depósitos minerales formados por microbios) de jaspe en el territorio".
Los depósitos de hematita (un mineral férrico) que se encontraron incrustados en el jaspe formaron una amplia variedad de estructuras con el aspecto de tubos y filamentos, gránulos y rosetas". Aunque cabía la posibilidad de que esto sucediera por cuestiones biológicas, no era del todo seguro que fuese cierto. Como las estructuras también pueden crearse a partir de interacciones no biológicas, Papineau y los otros científicos tuvieron que seguir explorando. Un detalle interesante sobre las formaciones eran las capas de otros minerales que había sobre su superficie.
"Las rosetas que exponemos en nuestro estudio están compuestas de carbonato, apatito y grafito", afirmó. "El carbonato junto con el apatito forman un compuesto duro y resistente".
Dicho de otra forma, ahí había más materia orgánica de la que podía haberse originado en los microfósiles.
En la UCL, Papineau y el autor principal del estudio, Matthew Dodd, utilizaron un microscopio y un espectroscopio para proseguir con la investigación de las rocas. Finalmente, concluyeron que había una clara evidencia de microfósiles de antiguos organismos oxidantes del hierro.
El número de lugares en el mundo donde pueden encontrarse fósiles tan antiguos es realmente escaso.
Uno de ellos es el estromatolito de Groenlandia. En 2016, los científicos anunciaron que habían hallado fósiles allí que databan de 3.700 millones de años atrás. En aquel momento, dichos fósiles eran los más antiguos que se conocían.
Se formaron en el mismo periodo geológico que los fósiles descritos en el nuevo estudio en Quebec, y sus creadores fueron unos microorganismos productores de oxígeno. Esto significa que no solo había vida en Quebec en las primeras fases de la formación del planeta, sino que esta presentaba cierta diversidad.
"Si había microbios productores de oxígeno en aquel entonces, así como microbios que oxidaban el hierro cerca de los depósitos volcánicos, disponemos de una gran diversidad puesto que estos microbios tienen poco que ver con los microorganismos que conocemos hoy día", remarcó Papineau.
El hecho de haber descubierto dos ramas de la vida tan temprano en la historia del planeta influye a la hora de encontrar vida en otros planetas. Si dos especies de bacterias distintas fueron capaces de evolucionar tan pronto en la Tierra, ¿podrían encontrarse también cerca de depósitos volcánicos en las aguas antiguas de Marte o en el posible océano subterráneo de Europa? Los científicos ya han hallado concreciones de hematita en Marte en forma de "arándanos" gracias al rover Opportunity.
Papineau escogió Quebec como objeto de investigación porque, después de conocer el descubrimiento en Groenlandia, se enteró de que se podían encontrar muestras similares más cerca de su ciudad natal. "Estos son mi provincia y mi país", señaló. Ahora, al explorar las antiguas rocas del extremo norte, él y sus colaboradores han reescrito la historia de la vida en la Tierra.
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