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martes, 2 de mayo de 2017

Con el hábito de escribir: las primeras poetas argentinas eran monjas de clausura

Las primeras poetas argentinas fueron monjas de clausura y Córdoba fue el origen de la expresión de la literatura femenina colonial en Argentina. El museo Juan de Tejeda expone poemas escritos en 1804 por esas mujeres.



La tarde otoñal marca el ritmo bullicioso del centro de la ciudad. En la esquina de Independencia y 27 de Abril la gente camina con pasos ligeros. El sol ilumina paredes, techos y árboles. En el Museo de Arte Religioso Juan de Tejeda, el tiempo parece haberse detenido hace siglos. Su interior guarda vestigios de la historia, testigos de otras épocas celosamente guardados y cuidados. Entre ellos, hay un tesoro muy preciado que es expuesto por primera vez bajo el nombre de "Poemas para una Parca ingrata: la primera expresión de literatura femenina colonial en Argentina".

El silencio de la galería imita al del patio, lleno de bergamotas y granadas. Una palmera centenaria roza la punta del campanario de la Catedral. Entre los espacios y objetos religiosos atesorados en el museo, hay 34 poemas creados en 1804 por las hermanas Carmelitas del Monasterio San José que ahora salen a la luz.

Los poemas son originales manuscritos en tintas ferrosas sobre papel calado. El diseño de las filigranas completa el documento y lo convierte en una obra de arte.

"Son anónimos y fueron escritos a raíz de un hecho triste para la comunidad religiosa de ese entonces, el fallecimiento de Fray José Antonio de San Alberto, obispo de Córdoba entre 1780 y 1785, quien realizó grandes innovaciones en la vida religiosa y comunitaria cordobesa (final de la obra de la Catedral, creación del Convento Santa Teresa de Jesús en 1782 y la escuela de niñas). Por ello es que las monjas fueron convocadas a realizar estos poemas que forman parte de una tradición funeraria de la época, la poesía del túmulo", destaca Ariel Bustos, guía turístico del museo.

El túmulo es un objeto funerario, una especie de gran altar. Al medio se ponía el féretro o algún objeto que representaba al muerto. Esa construcción tenía cortinados en los que se prendían grandes pliegos de papel adornados con poemas, elegías y oraciones que exaltaban o lloraban a la persona que se había ido.

La obra tiende a los temas neoclásicos y hace referencia a la mitología romana, a la parca y otras deidades. Además, por la métrica y los tres tipos de composición usados (el soneto; la décima espinela, estrofa constituida por diez versos octosílabos; y la octava real, versión más intelectual de las coplas), se puede deducir que las hermanas, a pesar de estar recluidas, estaban relacionadas con las corrientes contemporáneas literarias, analiza Daniela Bobbio, licenciada en Letras y bibliotecaria del Museo

"Esto se nota, sobre todo, en el poema que es el único que no responde a la temática de fray Antonio de San Alberto sino a la muerte del obispo que lo sucede, Ángel Mariano Moscoso. Casualmente, es su hermana quien le escribe", explica Bobbio. Y agrega que el hecho de escribir daba un cierto status dentro del convento.

En tanto, Bustos destaca la atención de las monjas a los movimientos literarios y al contexto que las rodeaba: "Estaban muy actualizadas en la forma de escribir y en la caligrafía. Escribían con lo que estaba de moda, lo que era popular".

Hafford señala una presencia femenina muy potente en la gestualidad de los textos: "Se puede ver en la presión de la caligrafía sobre el papel, la mancha en la hoja, el cuidado de las filigranas".



"El detalle de la filigrana como la ornamentación de los poemas nos hace pensar en las estéticas de cada una de las mujeres al momento de entrar al claustro como religiosas. Ellas recibían noticias del mundo exterior, aunque era poca la correspondencia o documentos a los que podían acceder. Seguramente eran cartas muy elaboradas, con el mejor papel y la mejor forma de expresión, porque probablemente eran las únicas que iban a recibir en mucho tiempo de parte de los familiares y personas allegadas. Por eso existía ese cuidado, esa pulcritud y esas buenas formas, porque finalmente le estaban escribiendo a una mujer de Dios", resalta Celina Hafford, directora del museo.

Letras ocultas

Los poemas fueron descubiertos en 1972. Luego, expuestos como objetos de arte decorativo en la Segunda Exposición de la Feria Internacional del Libro de Córdoba, en 1986. A raíz de ello, unas xerocopias llegaron a manos de investigadoras de la Universidad Católica de Salta (Íride María Rossi de Fiori, Rossana Caramella de Gamarra, Soledad Martínez de Lecuona y Helena Fiori Rossi). "Ellas los estudiaron y se dieron con que se trataba de la primera expresión de literatura colonial escrita por mujeres de la Argentina, de allí su enorme valor", cuenta Daniela Bobbio.

Bobbio destaca el logro de las investigadoras, ya que es muy difícil la apertura de estos monasterios para la investigación. "A partir de 1990 comenzaron a estudiar sobre la literatura conventual en Argentina y en sus rastreos pudieron recopilar una enorme cantidad de material. Son las primeras en hacer una investigación y publicación referida a estos poemas", relata la bibliotecaria.

Por su parte, Celina Hafford destaca la posibilidad de contar con el material en formato digital, lo que facilitó los análisis de los textos en el Museo de Arte Religioso Obispo Fray José Antonio de San Alberto. "Sobre todo, considerando la vinculación de la temática de los poemas con la casa que fue fundada por el obispo al que están dedicados. Además, del aporte de las investigaciones publicadas por la universidad de Salta".

Más tarde, los poemas serían nuevamente desempolvados en la biblioteca Luis de Tejeda, fundada en 2005 por Víctor Manuel Infante. Y con la ayuda de las investigadoras y el material recabado fueron revalorizados y ahora son expuestos al público.

"Es la primera vez que se exhiben en su cualidad de originales. Tuvimos la posibilidad de acondicionar la sala para este fin y contar con el asesoramiento de la Biblioteca Mayor de la Universidad Nacional de Córdoba para conocer cuáles son las condiciones óptimas para exhibirlos sin que se afecten", subraya Hafford.

Valor histórico-cultural y resistencia

El descubrimiento modifica la historia de las letras argentinas y no deja de ser una coincidencia el lugar en el que se exhiben, en la casa donde nació el primer poeta argentino, Luis de Tejeda. "Lo primero que me llamó la atención al leer estos poemas es su valor histórico-literario –añade Bobbio–. Y no puedo evitar pensar en la resistencia del género. En esa época la mujer no tenía muchas opciones, era la vida familiar o el convento. En algún punto, los monasterios eran los únicos espacios donde podían leer y escribir, eran espacios de resistencia".

Bustos cree que el aporte de estas escrituras se relaciona con los intereses de Fray José Antonio de San Alberto, gracias a su impulso educativo generó un grupo social que tuvo una formación cultural muy importante, y quizá aportó a la creación literaria.

Para la directora del museo, el obispo era un gran vanguardista porque le interesaba la formación de la mujer. Tenía una alta valoración por ella, que podía ser preparada y de este modo interpelar al mundo. Me imagino que pudo haber promovido lecturas e instancias de formación dentro del monasterio”.

Además, Hafford destaca que para la fundadora de la orden de las Carmelitas Descalzas, Santa Teresa de Jesús, el claustro era el ámbito de la libertad. No sólo en términos religiosos sino como acto del espacio femenino en la ciudad.

En el interior, cada espacio del museo invita al recogimiento. La música transporta hacia otras épocas, a esas monjas que escribían poesía mientras desgranaban rosarios. En la calle, el ruido continúa.

La monja que huyó del levantamiento de Tupac Amaru

Dentro de los tesoros guardados y que son parte de la exposición se encuentra un librito de no más de 40 páginas, escrito por Fray Cayetano Rodríguez, que describe las penurias de doña María San Diego de Ojeda, en 1790.

Doña María había nacido en Puerto Rico y llegó al Monasterio San José a los 25 años, luego de presenciar el ajusticiamiento de su esposo, en manos de los rebeldes seguidores de Túpac Amaru, de perder cinco hijos, y de ser rehén durante varios meses, para finalmente ser rescatada por españoles.

"Fray Cayetano, aparentemente, era amigo del confesor de María. Por lo que inferimos que este le cuenta la historia y le pide que la escriba.  Ella le narra su trágica vida. Es interesante, ya que él aporta con notas al pie datos bibliográficos, geográficos e históricos. Suponemos que el interés de Fray por esta historia relacionada con el levantamiento de Tupac Amaru tiene que ver con su participación en el proceso independentista del país en 1800. Ella vive sus últimos años en este monasterio, encontrando la paz que tanto anhelaba", agrega Bobbio.

Soneto: transcripción del original

No fue la parca ingrata, no alebosa

ninguno le censure de (o) homicida

pues no hizo más qe. dar eterna vida

aun hombre justo: satisfacn. Forzosa.

Si en la dulce manción en paz reposa

porqe. su gran virtud fué conocida

¿porqe. hemos de sentir su propartida

siendo una propartida tan honrrosa?



Felíz una y mil veces San Alberto

porqe. Su gran virtud clara se advierte

y todos confesamos por muy cierto

que labró su corona de esta suerte

con un fuego divino aunqe. está yerto

ahora pregunto ¿hizo mal la muerte?

La exposición: “Poemas para una parca ingrata

Los poemas pueden ser vistos mediante reproducción digital en pantallas. Los días cálidos se exponen algunos de los originales.  La idea y realización de la exposición estuvo a cargo de la directora del Museo, Celina Hafford, la bibliotecaria Daniela Bobbio y el guía turístico Ariel Bustos. Y la ayuda de Ana Carolina Chaij, del Archivo Histórico de Córdoba. La muestra permanecerá abierta hasta diciembre en el Museo de Arte Religioso Juan de Tejeda (Independencia 122). De lunes a viernes de 9 a 20. Sábados de 10 a 13.30. Visitas guiadas; lunes a jueves  a las 11 y a las 14s.  Viernes a las 20.

Fuente: Lavoz.com

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