La penicilina revolucionó la medicina al permitir combatir de forma eficaz las infecciones. Aunque su descubrimiento se atribuye a Alexander Fleming en 1928, desde la antigüedad diversas culturas conocían ya las propiedades antibióticas de algunas especies de hongos que sintetizan de forma natural penicilinas. Ahora, el análisis del sarro acumulado en la dentadura de los neandertales que vivieron en el territorio que hoy es Asturias sugiere que ya hace 49.000 años se medicaban utilizando uno de estos antibióticos naturales, el hongo Penicillium.
El ADN de esta especie de hongo ha sido detectado en placa dental calcificada, la más antigua analizada hasta la fecha. Asimismo, parece que los neandertales -una especie de homínido que se extinguió hace entre 30.000 y 24.000 años- también conocían las propiedades analgésicas del ácido salicílico, pues los científicos han hallado en el sarro acumulado en su dentadura restos de ADN del álamo, un árbol cuya corteza, raíces y hojas contienen el ingrediente activo de la famosa aspirina.
"Probablemente paliaban el dolor y combatían las infecciones masticando hierbas mohosas que contenían esos hongos que producen los antibióticos, aunque lógicamente no los tendrían aislados", afirma Antonio Rosas, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y coautor de este estudio, publicado esta semana en la revista Nature. Se trata de una investigación internacional e interdisciplinar en la que también participan también científicos de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), del Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-Universidad Pompeu Fabra) y de la Universidad de Oviedo.
Esta investigación es la primera que demuestra la presencia de ADN de álamo y del hongo Penicillium, tanto en neandertales como en homínidos aunque, según recuerda Karen Hardy, coautora del estudio, ya se sabía que los neandertales tenían un buen conocimiento de las plantas de su entorno y usaban algunas de ellas como medicinas. Hardy, investigadora ICREA de la UAB, lideró en 2012 el primer estudio sobre el uso que los neandertales hacían de ellas: "Encontramos milenrama o aquilea (Achillea millefolium) y manzanilla (Matricaria chamomilla), plantas con muchas cualidades medicinales. Propusimos que las usaban para automedicarse", explica a este diario.
Un botiquín en la naturaleza
La aquilea recibe su nombre de Aquiles, pues se dice que durante la guerra de Troya curó a muchos de sus soldados y al rey de Micenas con esta planta capaz de detener las hemorragias. La manzanilla es bien conocida por sus propiedades digestivas, aunque también es sedante, tónica y antiespasmódica. Por ello, el hallazgo en restos neandertales de un hongo con propiedades antibióticas y de restos de un árbol que contiene el principio activo de la aspirina no ha soprendido a Hardy: "Todos los animales se automedican", señala.
Excavación en la cueva asturiana de El Sidrón, donde se han recuperado restos de 12 neandertales de hace 49.000 años |
Según detalla Antonio Rosas en conversación telefónica, el estudio se inició con cinco individuos, aunque los resultados interesantes proceden de tres: dos de ellos encontrados en la cueva asturiana de El Sidrón y otro del yacimiento de Spy (en Bélgica), con una antigüedad de 42.000 años.
El yacimiento de El Sidrón, en la localidad asturiana de Piloña, fue descubierto en 1994 y desde entonces se han recuperado alrededor de 2.500 restos óseos pertenecientes a una docena de individuos: "Es muy singular porque han aparecido muchos restos en muy poco espacio", señala Rosas.
El sarro de los dientes conserva durante miles de años el ADN de los microorganismos que vivieron en la boca, los patógenos del tracto respiratorio o de los restos de comida que ingería un individuo. Por eso, a partir de su análisis se pueden determinar también algunas de las enfermedades que padecían o los alimentos que ingerían. La comunidad de bacterias que hay en la boca, dice Rosas, varía en función de la dieta. En este estudio se ha comparado la comunidad de bacterias de los neandertales que vivían en Asturias y en Bélgica con la de poblaciones humanas y de especies animales como el chimpancé. También se ha reconstruido el genoma prácticamente completo de una bacteria (Methanobrevibacter oralis) de hace 48.000 años, el más antiguo obtenido hasta la fecha.
Setas, piñones y musgo en la dieta
Mientras en los dientes de los neandertales de El Sidrón hay restos de setas, piñones y musgo, en los de los belgas han hallado ADN de rinocerontes lanudos y muflones: "Nos ha sorprendido que no hubiera restos de carne en los dientes de El Sidrón porque en todos los yacimientos neandertales hay restos de animales. Debían comer carne, aunque en una proporción muy inferior a los del norte de Europa, que fueron tipificados como hipercarnívoros, con una dieta similar a la de un lobo o una hiena", dice Antonio Rosas.
La cantidad de carne consumida ha marcado la diferencia en la composición de la comunidad microbiana de la boca de los neandertales estudiados. La de los individuos de la cueva asturiana es parecida a la de los chimpancés y nuestros ancestros recolectores africanos, mientras que la de los neandertales de la cueva belga se asemeja a la de los primeros cazadores-recolectores y es bastante próxima a los primeros agricultores y humanos modernos.
Del primer individuo de El Sidrón, un varón adulto de entre 20 y 25 años, se conserva el maxilar y la mandíbula. El segundo es una mujer adulta, joven, de unos 25 años aproximadamente.
El varón tenía un absceso en uno de los dientes, que debía causarle dolor, un canino impactado (no salió y está dentro del hueso) y conserva el molar de leche. El análisis del sarro ha detectado secuencias del patógeno Enterocytozoon bieneusi, que en humanos causa problemas gastrointestinales, como fuertes diarreas. "Probablemente tenía una infección y dolor crónico", dice Antonio Rosas. Las plantas medicinales posiblemente le ayudaron a paliar el dolor.
"Además, los incisivos y los caninos tienen desconchones de esmalte", probablemente porque retocaba los filos de los instrumentos de piedra con la boca, como si fuera una tercera mano. "Curiosamente habíamos encontrado también restos de bitumen, una especie de alquitrán natural que probablemente usaban como pegamento", detalla Rosas.
En la misma línea que otras investigaciones recientes, este estudio confirma que los neandertales tenían un nivel de desarrollo superior a lo que hasta hace algunos años se pensaba en la comunidad científica: "Se presentaban como primitivos y retrasados pero, aunque eran una especie humana diferente a la nuestra, sus capacidades adaptativas y su cultura eran similares a la nuestra", afirma Rosas.
Fuente: elmundo.es
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