María de los Remedios Carmen Rafaela Feliciano Escalada de la Quintana nació en Buenos Aires el 20 de noviembre de 1797. Hija del matrimonio compuesto por Antonio José Escalada Sarría y Tomasa Francisca de la Quintana Aoiz Riglos y Larrazábal. Los otros hijos de la parejea fueron: Manuel José, Mariano y María Nieves.
Por línea materna, Remedios desciende de Tomasa de la Quintana y Aoiz, quien también nació en la mencionada ciudad el 1º de octubre de 1768 y falleció en 1841. Su padre fue José Ignacio de la Quintana y Riglos (Buenos Aires, 1736-1820), hijo de Nicolás Ventura de la Quintana Echeverría, nacido en Bilbao, Vizcaya, en 1693.
José Ignacio de la Quintana y Riglos, abuelo de Remedios, se casó con Petronila de Aoiz Larrazábal, quien fue hija de Pablo de Aoiz de la Torre nacido en Tafalla, Navarra, en 1709; y Tomasa de Larrazábal Avellaneda. Pablo de Aoiz es hijo de Miguel de Aoiz Garayo y Casilda de la Torre Aburrea.
Por línea paterna es hija de Antonio José Escalada Sarriá (1754-1821), quien desciende del castellano Manuel de Escalada Bustillo de Ceballos y la chilena María Luisa Sarria Lea, que es hija de Francisca Lea Plaza y Sebastián Antonio Sarria, quien fue hijo de Antonio de Sarria, natural de Vera de Bidasoa, Gipuzkoa.
Su vida y casamiento con San Martín
Remedios vivió su infancia en Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata, en el seno de una familia con buen pasar económico y reconocimiento social. Su padre era un próspero comerciante que fue también Canciller de la Real Audiencia, por lo que la niña se crió en contacto con las familias tradicionales y ricas de la sociedad porteña. Sus padrinos fueron su tío Francisco Antonio de Escalada y María del Carmen Sobremonte –hija del futuro Virrey–.
José de San Martín llegó a Buenos Aires el 9 de marzo de 1912. Inmediatamente se le reconoció el grado de Teniente Coronel y se le encomendó la creación del regimiento de Granaderos a Caballo, que tan destacado papel jugaría en la Guerra de la Independencia. Tomó contacto con la familia Escalada a pocos días de su arribo, y conoció a Remedios –que tenía apenas 15 años, casi 20 menos que el militar argentino– en una reunión social. Luego de apenas unos meses de novios se casaron el 12 de septiembre de 1812 en una sencilla ceremonia en la Catedral de Buenos Aires, siendo los padrinos Carlos María de Alvear y su esposa Carmen Quintanilla. Sus cuñados, Manuel y Mariano Escalada se incorporaron al ejército libertador que haría la campaña a Chile y fueron destacados guerreros de la independencia.
El matrimonio era casi una obligación moral para San Martín en ese momento, y una forma de vincularse a la sociedad local, cuando aun muchos dudaban del auténtico deseo independentista de este militar recién llegado, que había combatido en el ejército español contra Napoleón, y recibiera la medalla de héroe por su participación destacada en la Batalla de Bailen.
Luego de la Batalla de San Lorenzo, en la cual San Martín derrotó a las tropas españolas en el Monasterio San Carlos al mando del capitán Juan Antonio Zabala el 3 de febrero de 1813, le tocó hacerse cargo del Ejército del Norte para detener el avance realista desde el Alto Perú –actual Bolivia–, y debe abandonar el hogar familiar.
A fines de 1914 se estableció en Mendoza –designado Gobernador Intendente de la Provincia de Cuyo– para preparar la epopeya del cruce de la cordillera de Los Andes.
Su estancia en Mendoza y fallecimiento en Buenos Aires
Remedios se trasladó hasta allí y construyeron juntos el hogar familiar, y fue donde nació la única hija que tuvieron, Mercedes Tomasa, en 1816.
Colaboró con la empresa libertadora en la medida de sus posibilidades, instando y organizando la entrega de las joyas personales de las damas mendocinas, que contribuyeron a paliar los gastos en equipamiento del ejército. También con sus propias manos colaboró en la confección y el bordado de la bandera estandarte que acompañaría al regimiento en todas sus batallas.
Cuando San Martín inició la empresa libertadora, pidió a Remedios –aquejada de tuberculosis–, que volviera a su casa materna con la pequeña Merceditas, donde sería bien cuidada y atendida por sus padres Antonio José Escalada Sarría y Tomasa Francisca de la Quintana Aoiz.
Al poco tiempo, y por razones de salud, fue a vivir a una quinta suburbana. Allí mismo falleció el 3 de agosto de 1823, sin contar a su lado con la presencia de su esposo que se encontraba en Mendoza, y que regresó a Buenos Aires en el mes de noviembre. Tenía apenas 25 años. Su sobrina, Trinidad Demaría, diría luego: ‘Murió como una santa pensando en San Martín’. Él, inmediatamente arribado, hizo construir un mausoleo en el Cementerio de la Recoleta, donde descansan sus restos hasta la actualidad. Hizo inscribir el siguiente epitafio: ‘Aquí yace Remedios de Escalada; esposa y amiga del General San Martín’.
Remedios de Escalada era distinta a las mujeres de su época en el rol social que le tocaría cumplir. Era la esposa del General San Martín, el Jefe del Ejército de los Andes que llevaría adelante las campañas de liberar Argentina, Chile y Perú. Fue una mujer abnegada y entregada al papel que la historia le deparó, no muy feliz por cierto, pero que supo asumir con estoicismo.
Remedios de Escalada de la Quintana fue una argentina de estirpe vasca que brilló por mérito propio. Se casó muy joven y murió muy joven, y en los años de matrimonio poco fue el tiempo que pasó junto a su esposo, y sufriendo los padecimientos de una enfermedad incurable que la llevaría a la tumba. Cuando se casó con San Martín sabía lo que le deparaba el destino, y aun así aceptó el desafío.
Fuente: Euskonews
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