“El Tlalocan en la mitología náhuatl era el paraíso del dios de la lluvia, el gran Tláloc. A este sitio fértil y colmado de verdor arribaban los seres que habían fallecido en algún acontecimiento de cualquier naturaleza relacionado principalmente con el agua, por ejemplo los ahogados, o aquellos quienes murieron a consecuencia del contacto fulminante de un rayo. Este era el hogar del dios Tláloc, aquí mora con sus ayudante los Tlaloques, geniecillos que se situaban en las cuatro esquinas del mundo donde se afanan para sostener unos jarros en donde se concentraban los diferentes tipos de lluvia: las que brindaban prosperas cosechas, las que las malograban, las que generaban heladas, las que producían tormentas, etc. En un instante en el que los Tlaloques chocaban sus recipientes estos generaban los truenos y cuando los impactaban hasta romperlos se suscitaban los pavorosos rayos.”
Fuente: Planets of Aztecz
Realmente hermosa está cosmogonía, entre más se aprende de ella más se quiere saber.
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