Estudios de la Universidad de Oxford ratifican que la mayoría de los británicos son descendientes de tribus de Galicia
Científicos genéticos de Oxford han ratificado con un estudio más amplio la sorprendente revelación de 2006 según la cual el
ADN mayoritario de los pobladores de las Islas Británicas procede de
tribus navegantes del norte y noroeste de la península Ibérica. Estos datos aportan verosimilitud científica al mito de Breogán, que sostiene que Irlanda fue colonizada por la estirpe del caudillo precéltico
fundador de la legendaria Brigantia, origen mitológico de A Coruña. La
revelación genética y la conexión de los mitos de Breogán y Saint
Brendan aporta nuevos elementos a la teoría apuntada por arqueólogos de
que pueblos gallegos precélticos pudieron tener relación con América antes que los vikingos.
Los
reyes de Inglaterra fueron coronados desde 1296 hasta 1996 en un trono
de Westminster bajo el que se guardaba con celo religioso la llamada Piedra del Destino
-devuelta hace una década al castillo de Edimburgo, donde eran
proclamados los monarcas escoceses hasta el siglo XIII sobre la misma
piedra-, que la leyenda identifica con la piedra bíblica que sirvió de almohada a Jacob.
Habría sido llevada a las Islas Británicas -añade también la misma
leyenda- tras ser robada por el rey escocés Gathol nueve siglos antes
del nacimiento de Cristo en la ciudad de Brigantia. Tanto la piedra
mágica como la colonización de Irlanda por la estirpe del caudillo
gallego Breogán son arcaicos mitos irlandeses recuperados por el
romanticismo decimonónico de Pondal y Murguía para insuflar identidad al
entonces naciente concepto de nación gallega con raíces supuestamente
ancladas en la noche de los tiempos. Eran tan solo mitos hasta hace
apenas una semana, cuando un asombroso informe genético elaborado en
Oxford reveló que el ADN mayoritario de los actuales habitantes de las Islas Británicas procede de pueblos navegantes del norte de la península Ibérica.
Del mito a la genética
El mito de Breogán,
al que ahora el informe de Oxford aporta luz científica, fue retomado
en el XIX por el bardo Pondal del Leabhar Gahbala o libro de las
invasiones de Irlanda, escrito en el siglo XI y conservado en el Trinity
College de Dublín.
"Pero al igual que ocurre con la Ilíada de
Homero, que recoge tradiciones orales mucho más antiguas, el Leabhar
Gahbala nos indicaba ya que los primitivos pobladores de Irlanda
procedían del norte de la península Ibérica", sostiene el erudito
coruñés Felipe Senén. "La arqueología y la cultura megalítica -los
dólmenes comunes que se remontan hasta tres o cuatro mil años antes de
Cristo y otros monumentos similares en las formas, la filosofía y la
orientación astral: nuestros castros, que los británicos llaman hill
forts- apuntan sin duda a la existencia de fluidas relaciones
marítimas entre estos pueblos en la era megalítica que siguieron ahí
posteriormente con los celtas y los romanos. Esto siempre se conoció, la novedad es que ahora es refrendado por la ciencia genética".
Primitivos
navegantes megalíticos, fenicios, celtas, romanos y vikingos, franceses
e ingleses frecuentaron un camino marítimo que comunicó el antiguo
mundo de Oriente y el Mediterráneo con el norte de Europa y las Islas
Británicas; un camino cuyo nudo fue desde la remota antigüedad el faro
de Hércules y la isla de Far -el actual barrio coruñés de Monte Alto-
que aparece citada como base vikinga en las sagas nórdicas. "Ese camino
del mar, el mejor que siempre tuvo Galicia, viene de la época del
megalitismo y nunca dejó de estar ahí. Era la ruta del estaño a las
antiguas islas Casitérides a las que llegó el emperador Adriano, por
algo está aquí la Torre de Hércules,
controlando desde siempre ese camino del mar, que es un constante fluir
dado por las condiciones naturales geográficas", explica Felipe Senén. La
leyenda de Breogán es un mito paralelo al de Saint Brendan, el druida
navegante que huye de Irlanda ante el empuje de la invasión sajona y
descubre una gran isla idílica -el llamado paraíso celta- al oeste del
Atlántico.
"La búsqueda del Santo Grial -apunta Senén-,
el camino ascético, que luego se transforma en el Camino de Santiago -la
aventura y desventura- procede del juego de la oca, que es algo muy
céltico y que equivale también a los viajes náuticos de San Barandán
-versión cristiana de Brendan- o el de San Amaro, el viajero que no
puede entrar en la tumba del apóstol y se viene a un puerto, seguramente
gallego". Para muchos estudiosos, el mito irlandés de Brendan nos está
informando de algo que las pistas arqueológicas vienen insinuando desde
siempre: los pueblos navegantes del occidente y el finisterre
europeo -los hijos de Breogán- establecieron relación con los primitivos
pobladores de América antes de la llegada de los vikingos.
"Ese es un tema muy debatido. Estos pueblos navegantes -y en eso nadie
le ganó a los vikingos- son precisamente herederos y transmisores de una
cultura céltica que venía de la edad del hierro y ya antes del
megalitismo. La llegada a América antes que los vikingos es de momento
un mito, pero es evidente que hay elementos arqueológicos muy comunes,
como el tema de la espiral o el laberinto, que se repiten tanto en las
costas de aquí como en las americanas. Es la eterna cuestión que está en
el debate de la existencia de una relación de esos pueblos navegantes
con América mucho más antigua de lo que reconoce la historia oficial. Y,
como suele decirse: para mariñeiros, nós.
"Tengo
un libro americano en inglés que habla de todo eso: de megalíticos,
celtas, romanos y de que posiblemente llegaron a América antes que los
vikingos. Los mitos de Breogán y Brendan son mitologías como las de
Homero, que la gente contó alterando con imaginación episodios que
sucedieron en la realidad y quedaron en la tradición popular que se
transmite durante generaciones alrededor de las lareiras, en las
canciones y en las sagas de los bardos", afirma Senén.
Los
navegantes fenicios eran conocidos en su tiempo como los "rojos" porque
reclutaban a sus tripulaciones entre las naciones celtas. Los
arqueólogos ingleses Cary y Warmington encontraron huellas de su
presencia en Sumatra y el mar Amarillo. Los carroughs celtas
-precursores de los drakkars vikingos- eran embarcaciones compuestas de
un armazón de madera semejante a un gran cesto de mimbre cubierto de
pieles de buey curtidas con corteza de roble y calafateadas con ayuda de
sebo, provistas de un ancla de piedra y de una vela cuadrada.
El francés Jacques Cartier descubrió embarcaciones parecidas entre los
indígenas durante su exploración del río San Lorenzo en Canadá.
La
supuesta relación de los pueblos navegantes con América está más
documentada de lo que pretende la historia oficial. El romanticismo de
Pondal retiró el velo del misterio a nuestro pasado, pero el pragmatismo
del siglo XX cuestionó esos sueños por fantasiosos. Es paradójicamente
la tecnología del XXI la que nos ha devuelto a la poesía.
Fuente: Faro de Vigo
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